Tras la marcha de las tropas españolas del Sáhara, producida por la invasión del territorio por parte de los marroquíes, el pueblo saharaui quedó abandonado a su suerte. Seis días antes de la muerte de Franco, el 14 de noviembre de 1975, España firmó un acuerdo con Marruecos que finiquitaba su presencia en la región.
Desde entonces han sido muchos los intentos para resolver la cuestión saharaui, pero ninguno ha acabado por cuajar. La realidad es que la ONU no supo cómo manejar esta situación. No se trataba de una ocupación de una potencia occidental sino de un país norteafricano que lo reclamaba como parte de su territorio– de ahí que la situación quedase en un limbo legal perpetuo.
En un primer momento, la URSS se proclamó neutral ante estos hechos. Hay que recordar que Marruecos no mantenía en aquel entonces malas relaciones económicas con el gigante soviético. No obstante, su opinión diplomática fue la de otorgar el derecho de autodeterminación.
Sin embargo, el denominado grupo de países No Alineados, entre los que se encontraban Cuba, Argelia y Libia, pujó con fuerza a favor de la independencia del pueblo saharaui, y una vez que Marruecos votó por la retirada soviética de Afganistán y se alineó con EE UU, la balanza neutral de la URSS se rompió beneficiando la posición de los No Alineados. Eso sí, a pesar de las acusaciones de Hassan II, anterior rey de Marruecos, no apoyó el suministro de armas al Frente Polisario, brazo armado del movimiento independentista.
Lo que sí hizo fue ayudar al pueblo saharaui con becas al estudio y defender su derecho a decidir su propio futuro, este último aspecto mantenido hasta la fecha de hoy, ya como la Federación Rusa. Se trata de un apoyo vital para conseguir un mundo sin colonizados ni colonizadores donde todos tengan algo que decir en una arena internacional de carácter multipolar.
Rusia Hoy, 17/12/2012
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