Cuba, La historia me absolverá, Fidel Castro,
Por Jorge Mañach
Próximo a cumplirse el primer aniversario del hermoso esfuerzo de un puñado de jóvenes que, sin más armas apenas que su dignidad y sus ideales, se lanzaron a un combate a muerte contra la tiranía, un grupo de intelectuales cubanos, unidos por comunes simpatías y admiración, nos propusimos publicar íntegro el discurso pronunciado por el doctor Fidel Castro ante el tribunal de urgencia de Santiago de Cuba, el 16 de octubre de 1953. Ello ha sido posible gracias a la versión taquigráfica completa que generosamente nos facilitó uno de los periodistas que asistió a aquella memorable sesión. Fue necesario, después, un trabajo un poco arduo para buscar y comprobar en textos originales todas las citas expuestas en el discurso. (2)
El doctor Fidel Castro no fue juzgado en unión de los demás acusados: apenas comenzado el juicio, donde se hizo cargo de su propia defensa, lo sustrajeron ilegalmente, no lo presentaron más ante los tribunales hasta que aquel hubo concluido. Fue juzgado entonces más tarde en un cuarto del Hospital Civil, donde se prohibió el acceso al público, con excepción de varios periodistas, que estaban amordazados enteramente por la censura previa y la ley de orden público. Era evidente que existía extraordinario interés por parte del gobierno en ahogar sus pronunciamientos.
El discurso que pronunció, no obstante estas circunstancias, se considera el más formidable y valiente alegato que se haya esgrimido ante un tribunal de justicia cubano y el más demoledor enjuiciamiento que haya hecho alguien del actual régimen de fuerza. La forma en que ocurrieron los hechos, el programa revolucionario del movimiento, los crímenes repugnantes que se cometieron con los prisioneros después del combate, el vergonzoso e inmoral contubernio del poder judicial con la dictadura, y los principios de derecho y justicia que asistían a los revolucionarios en la lucha, todo está expuesto con lenguaje claro, implacable y elocuente, que no transige un solo instante con los convencionalismos e hipocresías de la época presente.
El discurso ofrece el espectáculo incomparable de un hombre solo, entregado en cuerpo y alma a la defensa de una verdad; va despertando, de párrafo en párrafo, un interés subyugante y no es posible dejarlo hasta haber leído el último, bajo la profunda impresión de estar en presencia de un idioma nuevo por completo en el enjuiciamiento de nuestras cuestiones públicas, de lógica implacable en la crítica y en el ataque y que, con hechos y argumentos irrebatibles, va probando todas sus afirmaciones desde el principio hasta el final. Entendemos que su publicación es la más formidable réplica que puede darse a la pluma del mercenario y mediocre escritor yanqui (3) que acaba de escribir una biografía, pagada con el dinero de la república y repleta de mentiras y falsedades históricas, endiosando al millonario del Waldorf Astoria; un traidor a la patria de Lincoln que hace el panegírico al verdugo de la patria de Martí.
La verdadera biografía de Batista y su papel en el destino de Cuba, está escrita para siempre en el discurso que pronunció más que para un tribunal civil y coaccionado, para el tribunal de la historia, un joven cubano de 27 años que hoy está sepultado vivo en una celda miserable de la Isla de Pinos, sin poder hablar siquiera con otro ser humano, incomunicado de su patria y de su familia y sufriendo la más cruel prisión política que haya visto nadie, por el solo temor que irradia su verdad escrita con sacrificio y martirio.
Este discurso de elevado valor moral e ideológico, será editado además en el extranjero con mejor material y distribuido por todos los países democráticos de América, para que se conozca el heroísmo y los altos ideales de la juventud cubana queriendo hacer a la nación digna del tributo y el cariño con que América entera recordó al Apóstol de nuestras libertades el Año del Centenario, supo rendirle en la patria oprimida, el homenaje de sus vidas. Hasta el derecho a ser hombres lo niega el dictador a los cubanos, de ahí su odio y su ira enferma contra los valientes que desafiaron cara a cara su poder.
Sesenta jóvenes cubanos cruelmente asesinados después de la lucha levantaban desde sus tumbas los brazos heroicos para acusarlo y la voz de veinte y nueve mártires vivos, enterrados en las galeras sombrías de Isla de Pinos, empieza a escucharse en los cielos de Cuba pidiendo el castigo de los asesinos; esa voz es la esperanza de la patria en medio del ambiente cobarde y pútrido de hoy; más fuerte será y más alta cuantos menos sean en esta hora de vergüenza los que digan la verdad. Por cuanto, tantos han callado llenos de miedo y faltos de civismo y de lealtad a la nación, creemos prestarle un servicio a la patria publicando las palabras inolvidables de un cubano digno. Llegue hasta ellos, en las lúgubres prisiones donde pagan su amor a Cuba, el aliento cariñoso de todo un pueblo.
Notas
1. Este prólogo de Mañach, escrito entre junio y julio de 1954, sólo aparece en la edición clandestina de La historia me absolverá (La Habana, 1954). El folleto es una rareza bibliográfica. Se agradece el gesto solidario de Marta Rojas al facilitar una copia.
En 1973, mientras realizaba la investigación para mi libro El Grupo Minorista y su tiempo (1978) conversé con el minorista y periodista Luis Gómez-Wangüermert Lorenzo (1901- 1980), gran amigo de Mañach desde los años veinte, quien me alertó sobre la existencia del documento. Otros intelectuales consultados me lo han confirmado, entre ellos, la historiadora Nydia Sarabia, a quien se lo dijo Celia Sánchez Manduley. En artículos publicados como La concordia y los presos políticos (revista Bohemia, 16 de enero de 1955, p.51) e Invitación al paréntesis (revista Bohemia, 16 de enero de 1955, p.59), Mañach reiteró el objetivo esencial de la Breve introducción…
2. Por razones de seguridad, cuando se le pidió a Mañach el prefacio se le dijo que La historia… se había tomado de una « versión taquigráfica ». En realidad, Fidel Castro escribió el texto definitivo en su celda del Presidio Modelo de Isla de Pinos y fue sacado clandestinamente, por fragmentos, a través de una red de colaboradores. Se agradece la información a Marta Rojas y se sugiere la lectura de su artículo El Moncada y La historia me absolverá. La victoria de un revés. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, julio-diciembre 2003, pp. 17-42.
3. El periodista estadounidense Edmund A. Chester publicó en Nueva York A sergeant named Batista (1954); el traductor Juan de Dios Tejada hizo la versión al español, editada en el mismo año Viaje a los frutos, selección de Ana Cairo, Ediciones Bachiller, 2006, pp. 22-24.
Ignacio Ramonet, 29/07/2022
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