El escándalo del espionaje de los teléfonos de los periodistas marroquíes y franceses, y tal vez incluso del teléfono móvil de Emmanuel Macron, revela la realidad del Estado, oculta desde hace tiempo.
Por Martine Gozlan
El velo se ha rasgado. Pegasus, el imprevisible caballo de Troya que acecha en las profundidades de los iPhones, se ha transformado en un chivato de los hábitos policiales del reino alauita. El que se creía atrapado, fue atrapado. Las revelaciones sobre las consecuencias de la venta a los Estados del sistema desarrollado por la empresa israelí NSO arrojan una dura luz sobre la realidad de un país para el que París siempre ha tenido los ojos de Chimeneo. Ya es hora.
A pesar de los numerosos informes, testimonios, libros y documentos publicados en los últimos veinte años sobre la vida real de los marroquíes, siempre ha prevalecido una ceguera concertada y (muy bien) argumentada. Políticos, empresarios, publicistas, tecnócratas, intelectuales: todos conocen de memoria esta dulce pereza, esta presuposición de indulgencia que se derrite en el visitante, en cuanto sorbe el té a la menta del reino encantado.
Es tan bonito, ¿verdad?, entre personas que se parecen, que adoran a Occidente en general, y a Francia en particular, y que dominan la amenaza terrorista gracias a unos servicios de inteligencia notablemente eficaces. Habían ayudado a París en el momento de los atentados de noviembre de 2015 y todos los meses frustran planes de operaciones terroristas en su suelo.
Los derechos humanos se pisotean en nombre de la defensa de la religión
Este país, que se presenta en todas sus columnas como un oasis pacífico y agradable, ha proporcionado de hecho a Daech la mayor cuota de yihadistas en relación con su población, prácticamente a la par con Túnez. Los Hermanos Musulmanes del Partido de la Justicia y el Desarrollo han gobernado sin interrupción desde 2011. Según el discurso oficial y extraoficial francés, están perfectamente controlados por el rey, el « comandante de los creyentes ».
Se supone que Mohamed VI debe preservar la dinastía alauita de cualquier tentación insurreccional en nombre del Islam. Los hechos desmienten este optimismo.
Por un lado, los derechos de la persona son cada vez más a menudo burlados en nombre de la defensa de la religión. Por otra parte, la miseria que reina en varias provincias, sobre todo en el Rif, empuja a la población a rebelarse y luego a emigrar (ver p. 30). El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sitúa a Marruecos en el puesto 121 de 189 países en cuanto al índice de desarrollo humano. Ocupa un lugar muy pobre en áreas cruciales como el acceso a la educación y la igualdad de género.
Los periodistas marroquíes han sido muy valientes al denunciar las injusticias y mentiras que bloquean su país. Están pagando un alto precio y son las víctimas privilegiadas de Pegasus (ver p. 28). Su situación está ahora al descubierto. ¿Sobrevivirá el idilio franco-marroquí, sacudido por la ola de espionaje que puede haber alcanzado incluso el teléfono móvil de Emmanuel Macron?
Marianne, 30 jul 2021
Etiquetas : Marruecos, Pegasus, Espionaje, NSO Group, #Marruecos #Espionaje #NSOGroup #Pegasus
Visited 1 times, 1 visit(s) today
Soyez le premier à commenter