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Con el asunto « Pegasus », Mohamed VI demuestra una vez más su total sumisión a Israel. Una situación que acelera el fin programado de la monarquía en Marruecos. Explicaciones…
En la guarida del diablo. Esta semana está dominada por el software de espionaje israelí utilizado por la monarquía marroquí contra varios « objetivos » franceses, incluido el presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron. Este asunto de repercusión mundial sitúa a Marruecos en el centro de un escándalo de una magnitud deseada y calculada por el Estado hebreo.
Empecemos por la naturaleza de este software israelí. Se llama « Pegasus ». Fue desarrollado por el Estado de Israel para espiar al mayor número posible de personalidades de alto rango en todo el mundo. Este software está diseñado para ser incrustado discretamente en todo tipo de teléfonos móviles, incluido el supuestamente irrompible iPhone. Un verdadero programa espía que escucha las llamadas, lee los mensajes y ve las fotos y vídeos de los smartphones que infecta. Israel, que está en el origen de esta creación, ha pensado, como es habitual, en la forma de confiar su uso a subcontratistas. Lo vendió a algunos Estados que deseaban espiar a sus adversarios, entre ellos Marruecos.
Como todo el mundo sabe, el software siempre está conectado a su fabricante. Además, la elección de las personalidades a las que dirigirse se ve facilitada por los estados a los que « vende » el software. Por ejemplo, para espiar al presidente francés, Emmanuel Macron, es el rey de Marruecos quien se encarga de la operación, pero Israel no pierde ni una « migaja » de la información extraída por su software del móvil presidencial. Además, incluso el escándalo actual comenzó con una « filtración » organizada con el objetivo de « escarbar » un poco más en la caída de los « subcontratistas » mientras se promovía al « genio » israelí.
Para convencerse de ello, basta con leer la lista de países extranjeros a los que se dirige el software instalado por Marruecos. Que este último obtenga un interés por espiar a las personalidades marroquíes que se oponen al rey es comprensible pero no se acepta. Pero que Mohamed VI extienda el uso de este software a Francia para espiar a periodistas, ministros e incluso al presidente de la República Francesa es una pretensión digna de la « rana » de la fábula.
En realidad, la información así obtenida llega también al fabricante, que no puede dejar de haber previsto el control remoto de su software. Cuando sabemos que la Unión Europea, liderada por Francia y Alemania, nunca ha abandonado su solución de dos estados al conflicto palestino-israelí, cuando recordamos el enfado de Macron durante su visita a Jerusalén en enero de 2020, al igual que Jacques Chirac en 2012, cuando tenemos en cuenta que ya se ha iniciado la campaña electoral en Francia para las elecciones presidenciales del próximo mes de abril, podemos entender mejor el interés de Israel por espiar a la clase política francesa.
Sin que parezca que la tocan enviando a la monarquía marroquí bajo control total. Ciertamente, no es espiando a Plenel, el jefe de Médiapart que apoya la revuelta del Rif, como va a cambiar la situación. El interés israelí es más fuerte que el del monarca marroquí. Además, éste ha cometido errores monumentales que su padre Hassan II había evitado para preservar la monarquía. La historia es testigo de la vacilación del vals, un paso adelante, dos pasos atrás, que caracterizó las relaciones de Hassan II con Israel. Está el episodio del asesinato de Mehdi Ben Barka, seguido de las escuchas del Mossad en la conferencia de los países árabes en Marruecos. Luego hubo una serie de intentos de atentados contra el rey, que cesaron con la reanudación de la cooperación real con el Estado judío.
Aparte de la destrucción de la prisión de Tazmamart, Hassan II consiguió mantener cierta libertad de maniobra y soberanía frente a Tel Aviv. Su hijo, Mohamed VI, que heredó una lealtad tolerante al régimen sionista, aunque se manifestó en el seno del palacio real, agravó su dependencia. No sólo ha traicionado la sagrada causa de El Quds, de la que decía ser « guardián », sino que no ha dudado en « insultar al futuro » con su agresión al pueblo argelino atacando su unidad. A partir de ahora, nada será igual que antes con la monarquía marroquí, a ojos de los argelinos. Sin embargo, seguirán distinguiendo al trono del pueblo marroquí. Un trono que es a su vez el objetivo de Israel, que lleva en sus genes su aversión a las monarquías sin excepción. No apoya el bloqueo del poder por sucesión.
Desde la « normalización », la monarquía marroquí ha visto mermado su poder. Así será hasta el fatídico golpe. El Elíseo no piensa dejar pasar este espionaje, que califica de « inaceptable ». La Fiscalía de París ha abierto una investigación. Una más para el camino: Israel nunca ha reconocido la « marroquinidad » del Sáhara Occidental. Este era el compromiso de Trump antes de llevarlo en su equipaje. Lo cual dice mucho.
Zouhir MEBARKI
L’Expression, 22-07-2021
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