¿Marruecos, habría actúado sin el apoyo incondicional o benevolente de sus aliados?

El exdiplomático y ministro de Comunicación, Abdelaziz Rahabi, dijo este jueves en una entrevista con APS que la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos podría haberse evitado con un gesto del rey tras la solicitud de aclaración expresada por el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Comunidad Nacional en el extranjero, sobre « la peligrosa deriva » de un diplomático marroquí en la ONU.

Esta es una situación poco común en las relaciones entre Estados, pero revela una grave crisis que los medios diplomáticos tradicionales no han podido resolver, muchas veces por la falta de clima de confianza o la inoperancia de los canales de comunicación entre los dos Estados. 

En esta situación, creo que el llamamiento lanzado a la ONU por Marruecos, el pasado mes de julio, para provocar la sedición en Argelia, fue un punto de ruptura, que podría haberse mitigado por un gesto del Rey de Marruecos que curiosamente llegó en forma de una solicitud para reabrir las fronteras.

Esto fue visto como una falta de consideración y una actitud que toma la forma de un apoyo al llamado a la sedición en Argelia. Sigo creyendo que Argelia ha demostrado moderación y responsabilidad apostando favorablemente por una reacción real acorde con la gravedad de la injerencia directa de Marruecos contra la unidad de su pueblo.

El proyecto de integración del Magreb se concibió con muchos motivos ocultos. Se basa en primer lugar en un discurso llevado por el propio proyecto como expresión de la voluntad de los pueblos en el espíritu de la Declaración de Tánger de 1958, mientras que la sociedad magrebí está lejos de ser un actor determinante en el transcurso de un proceso que habrá vivido menos de 5 años.

Además, los marroquíes y tunecinos estaban más abiertos a Occidente que los argelinos y ya estaban considerando su integración con Europa mediante la firma de acuerdos de asociación con la Unión Europea (UE) en 1994 y 1995 en medio de una crisis política y de seguridad en Argelia, violando así el principio de solidaridad que es la base normativa de todo proyecto de integración.

Finalmente, el norte de África y el Sahel se han convertido en temas de la geopolítica de las grandes y medianas potencias y en un teatro de luchas por la influencia regional, lo que ha llevado inevitablemente a los magrebíes a sumarse alianzas o posiciones diferentes, y en ocasiones antagónicas. Argelia sigue siendo el país más comprometido con el esfuerzo de estabilización de la región debido a su considerable masa territorial.

Las fronteras siguen siendo líneas de soberanía a defender de manera vigilante y permanente porque pertenecen a una zona en perpetua recomposición, enfrentada a nuevas formas de amenazas derivadas de guerras irregulares. Las relaciones con Marruecos, con las que no tenemos problemas fronterizos, no deben distraernos de nuestra ambiciosa agenda regional en sus dimensiones diplomática, militar y económica.

Creo que la declaración de apertura del ministro Ramtane Lamamra al presentar los fundamentos de la decisión de ruptura, informa sobre los límites de la acción puramente diplomática en las relaciones internacionales, porque subrayó la voluntad deliberada y materializada del gobierno de sobrepasa que excede la fase de la coyuntura.

Hay actitudes perdurables que reflejan una hostilidad permanente que es muy rara en las relaciones internacionales y especialmente entre países vecinos.

APS