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El 7 de octubre de 2025, el Palacio Real en Rabat vivió una de las semanas más tensas en la historia reciente de Marruecos. Filtraciones procedentes de la red Jabaroot, una estructura clandestina de inteligencia digital marroquí que actúa desde el anonimato y dice operar “dentro del propio sistema”, revelaron deliberaciones internas sobre la respuesta del régimen a las protestas juveniles conocidas como el movimiento de la Generación Z.
Estas filtraciones, confirmadas por su coincidencia con el contenido del discurso real ante el Parlamento, colocaron al trono ante un dilema: disolver el gobierno de Aziz Akhannouch o mantenerlo pese al rechazo popular. Finalmente, se optó por conservarlo y apostar por un discurso de estabilidad y reformas superficiales, lo que ha sido interpretado por muchos como una muestra de debilidad y desconexión del poder con la sociedad.
¿Qué es Jabaroot?
Jabaroot (del árabe “جبروت”, traducido como “poder absoluto” o “dominio supremo”) es una red digital marroquí que se presenta como una fuerza interna rebelde al aparato del Makhzen.
No se trata de un grupo activista tradicional, sino de un colectivo de filtración, contrainteligencia y sabotaje informativo, con acceso a datos internos del Estado.
Desde septiembre de 2025, ha publicado varios comunicados atribuidos a “fuentes dentro del Palacio Real”, anticipando decisiones, discursos y operaciones de seguridad.
Su objetivo declarado: exponer la corrupción estructural, el control de Fouad Ali El Himma y Abdellatif Hammouchi sobre el poder real, y “liberar al pueblo marroquí de la cultura de sumisión”.
Su lema habitual: “El poder no habla por capricho”.
El discurso real y la estrategia del Palacio
El discurso de Mohamed VI ante el Parlamento el 11 de octubre confirmó lo anunciado por Jabaroot:
el gobierno de Akhannouch se mantiene hasta las próximas elecciones.
El texto oficial, publicado por Hespress, reiteró los temas clásicos de la retórica real: justicia social, desarrollo territorial, mejora educativa y sanitaria.
Pero no mencionó ni las protestas, ni la represión, ni la crisis política.
Para los jóvenes manifestantes, la omisión equivalió a un desprecio abierto.
Jabaroot calificó el discurso como un “texto de madera”, redactado por el aparato de seguridad para cerrar la crisis con propaganda.
Las promesas de reformas fueron interpretadas como maniobras dilatorias, mientras los servicios de Hammouchi preparaban la represión de las manifestaciones previstas para el fin de semana.
La filtración histórica: los Palacios Reales hackeados
El 14 de octubre, Jabaroot cumplió su promesa y lanzó un comunicado sin precedentes:
“Como se prometió, Jabaroot publica hoy, por primera vez en la historia del Reino de Marruecos, las bases de datos sensibles que contienen a todos los empleados de los Palacios Reales en Marruecos (Rabat, Casablanca, etc.).
Esta publicación surge como resultado del desprecio del Rey hacia las demandas de la juventud marroquí para disolver el gobierno.
Esto también es una señal para aquellos que pensaban que estaban a salvo del peligro: todos sus sistemas están bajo nuestro control.
Hoy pueden pensar que han sido hackeados. El problema es que están hackeados mucho más de lo que pensaban.”
La filtración incluye datos personales, estructuras administrativas, nombres, cargos y direcciones de personal vinculado al Palacio Real.
Nunca antes en la historia marroquí se había realizado una exposición de esa magnitud.
Más allá del contenido técnico, el mensaje es político: demostrar que el Makhzen ha perdido el monopolio del control digital y que su aparato de seguridad ya no es invulnerable.
Un Estado acorralado entre la calle y el ciberespacio
La combinación de protesta social, desgaste político y guerra informativa ha colocado al régimen en una situación inédita.
El Palacio teme un efecto dominó: las filtraciones han erosionado la narrativa de fuerza y han mostrado la dependencia del rey respecto a sus asesores y servicios de inteligencia, especialmente Hammouchi y El Himma.
Los movimientos juveniles, por su parte, se sienten traicionados por el discurso real y reivindican una ruptura total con la estructura monárquica.
El aparato mediático oficial respondió con burlas, alegando que “los discursos de súplica” no pueden sustituir el respeto a las instituciones, y que el país necesita calma.
Pero el clima en las redes sociales y en las calles apunta en la dirección contraria: creciente polarización, radicalización del discurso opositor y pérdida de confianza en la monarquía.
Jabaroot ha pasado de ser una fuente de rumores a convertirse en un actor político paralelo, capaz de exponer al poder y moldear la percepción pública.
Si sus filtraciones se confirman, Marruecos enfrenta la primera gran crisis digital de su historia: una guerra de información entre el Palacio y su propia sombra.
La advertencia final del comunicado resume la magnitud del desafío:
“El problema no es que hayan sido hackeados. El problema es que lo están mucho más de lo que creen.”
Ana Qtella
@anaqtella
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