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Los intentos de cruzar la frontera involucran sobre todo a ciudadanos del reino, mientras que hasta ahora se trataba principalmente de subsaharianos.
La situación es excepcional. Desde el miércoles 11 de septiembre, aproximadamente 4000 marroquíes—de los cuales cerca de 150 son menores—sospechosos de haber intentado ingresar ilegalmente en la enclave española de Ceuta han sido arrestados o devueltos, según una fuente de seguridad, mientras que mensajes circulando en redes sociales llamaban a unirse a este territorio el domingo 15 de septiembre.
Si las fuerzas del orden repelieron ese día a cientos de personas amontonadas cerca de la frontera, la mayoría fue arrestada antes, en las ciudades circundantes de M’diq, Tétouan o Tánger, indican activistas. Oficialmente, nadie ha logrado pasar al lado español, pero según testimonios, unas veinte personas provenientes de la ciudad de El-Jadida, a 500 kilómetros al sur, habrían conseguido hacerlo.
La importante presencia de ciudadanos marroquíes plantea interrogantes, dado que estos intentos de paso a la fuerza involucraban hasta ahora a personas originarias de África subsahariana. El 17 y 18 de mayo de 2021, entre 8,000 y 12,000 marroquíes, según estimaciones, ingresaron a Ceuta en medio de una crisis diplomática entre Rabat y Madrid; Marruecos entonces acusaba a España de acoger en su territorio al líder de los independentistas saharauis, Brahim Ghali, para recibir tratamiento médico. “Pero estas salidas contaron con la complicidad tácita de las autoridades marroquíes”, sostiene el investigador Ali Zoubeidi, especializado en cuestiones migratorias, quien está realizando un estudio en el lugar.
Según él, el episodio del 15 de septiembre no tiene comparación: “Ya no se trata de la clandestinidad en pequeños grupos, a veces con la ayuda de traficantes, como los marroquíes solían hacer, sino de una movilización masiva y un enfrentamiento abierto con las fuerzas del orden.”
Aunque no es nuevo, el uso de redes sociales aparece más central que nunca en la planificación de estos intentos de cruce. Comunidades enteras se organizan así, por ciudad o por barrio, a través de grupos de WhatsApp o Facebook.
La influencia de TikTok, donde los candidatos a la emigración documentan su experiencia, es considerada considerable por muchos observadores. Abundantemente citado en la prensa española, el ejemplo de Chaimae El Grini ilustra todo el peso de esta red social muy popular en Marruecos. Publicada el 21 de agosto en su cuenta personal, la foto de esta marroquí de 19 años ya cuenta con más de 4 millones de vistas. Originaria de Martil, a 35 kilómetros al sur de Ceuta, aparece sonriente en un traje de baño, con el cabello mojado y el pulgar levantado, tras una travesía a nado de cinco horas que la llevó a la enclave.
Otros no han tenido su oportunidad. El Observatorio del Norte para los derechos humanos estima que alrededor de cuarenta marroquíes que partieron de Fnideq y Belyounech, las dos comunas limítrofes de Ceuta, han muerto o desaparecido en el Mediterráneo desde el inicio del año.
Acceso a la costa cerrado
La reanudación de las relaciones entre Rabat y Madrid, en abril de 2022, había augurado una disminución de las llegadas irregulares a Ceuta. Esto fue cierto en 2023, pero la tendencia se ha invertido desde entonces. Entre el 1 de enero y el 15 de julio, el número de entradas ilegales aumentó un 143 % en comparación con el mismo período del año anterior. Solo en el mes de agosto, el Ministerio del Interior marroquí dice haber frustrado más de 11,000 intentos de paso forzado en la frontera.
En Fnideq, la carretera que lleva a España está ahora patrullada por la policía y las fuerzas auxiliares, mientras que los accesos a la costa están cerrados. El puesto fronterizo ha reabierto, pero toda la localidad y sus alrededores permanecen bajo vigilancia, mientras que la fecha de un nuevo intento masivo de cruce ha sido fijada para el lunes 30 de septiembre, según lo que se dice en las redes sociales. “La situación económica es muy difícil, cada vez más marroquíes intentarán pasar al otro lado”, estima Jamila, una estudiante de biología en Tétouan, de visita en Fnideq.
En 2019, el cierre del paso de Bab Sebta, que servía para el tránsito de productos desgravados provenientes de Ceuta antes de que se distribuyeran por todo Marruecos, había llevado a la salida de miles de familias. Desde entonces, se han propuesto planes de reconversión a las “mujeres mulas” que transportaban mercancías a cuestas, pero la economía local no se ha recuperado del cese de la contrabando, que representaba cada año entre 6,000 y 8,000 millones de dirhams (entre 550 y 730 millones de euros), según las aduanas marroquíes.
Cueste lo que cueste, desde hace treinta años, los migrantes intentan cruzar la frontera y hace tiempo que la población de Fnideq, parte de la cual vive a unos metros de la barrera de seguridad, se ha acostumbrado a ellos. Pero las asociaciones que observan este fenómeno reconocen que su perfil ha cambiado. Hay más mujeres y jóvenes, así como menores no acompañados. Rachid, que enseña en la región, recuerda que en 2021 uno de sus alumnos, de 17 años, no volvió a clase durante un mes. “Cuando regresó, me explicó que había logrado llegar a Ceuta, pero que al final había sido devuelto. Se prometió que volvería.”
La edad de los candidatos a la emigración es hoy mucho más temprana, y ahora son chicos de 13, 14 o 15 años quienes intentan llegar a España. A pesar de la oposición de las autoridades de Ceuta, el Tribunal Supremo (la máxima instancia judicial española) confirmó en enero la ilegalidad de su devolución a Marruecos. “Las familias más vulnerables lo saben y algunas empujan a sus hijos a partir”, observa Ali Zoubeidi.
El intento de cruce del 15 de septiembre ha sido objeto de numerosos comentarios en la prensa marroquí, interpretándolo como la consecuencia del fracaso de las políticas públicas para relanzar la economía. Sin embargo, existen casos de éxito, como en la industria automotriz, muy presente alrededor de Tánger. Y la celebración, hace tres semanas, de los 25 años de reinado de Mohammed VI en Tétouan y M’diq, una estación balnearia donde el rey tiene sus costumbres, simbolizó un territorio, el Rif, ignorado por Hassan II.
La desesperación de la juventud
Pero el relato oficial, que califica al reino de “potencia económica regional” y celebra sus “infraestructuras de clase mundial”, parece chocar con la realidad: la desesperación de la juventud, no solo en el norte del país, sino en todo el reino, donde 1.5 millones de jóvenes, de entre 15 y 24 años, no tienen empleo, y no están ni estudiando ni en formación.
Las cifras de los salidas clandestinas hacia España son elocuentes en este sentido. Según la Comisión Española para los Refugiados, los ciudadanos marroquíes representaron una cuarta parte de las llegadas ilegales a la frontera sur de España en 2023; en Melilla (la otra enclave española, más al este), nueve de cada diez; en Ceuta, un tercio de las solicitudes de protección internacional; en la costa andaluza, la primera nacionalidad; en las Islas Canarias, la segunda. Todas estas estadísticas son corroboradas por la agencia europea Frontex y por una reciente encuesta de la red de investigación Arab Barometer, que indicaba en agosto que el 53 % de los marroquíes que desean emigrar están dispuestos a hacerlo sin papeles.
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