Etiquetas : Francia, Marruecos, Sahara Occidental, Argelia, territorio no autónomo,
por Mustapha Aggoun
Francia, fiel a una tradición colonialista profundamente arraigada en su historia, persiste en alentar a Marruecos en sus esfuerzos por imponerse en el Sahara Occidental, un territorio inmerso en una lucha encarnizada por la independencia desde hace décadas. A pesar de las resoluciones internacionales que reconocen el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, Francia, con su apoyo manifiesto a Marruecos, contribuye activamente a obstaculizar el esfuerzo de la ONU para encontrar una solución pacífica y duradera a este conflicto. Adoptando una posición tan parcial, Francia se opone directamente a los principios de justicia y derecho internacional que afirma defender en la escena mundial.
La actitud de Francia no se limita a una simple aprobación moral. Al apoyar los intentos de Marruecos de anexar el Sahara Occidental, París valida implícitamente una visión donde la autonomía propuesta por Rabat, bajo una dominación marroquí no disimulada, sería la solución final a esta crisis. Esta posición, que ignora deliberadamente la voluntad del pueblo saharaui de determinar su propio futuro, recuerda tristemente los episodios más oscuros de la historia colonial, donde las grandes potencias imponían su voluntad a los pueblos sometidos, a menudo a costa de represión y negación de derechos fundamentales.
Frente a esta situación, Argelia, fiel a sus principios inmutables de solidaridad con los pueblos en lucha, ha reaccionado con la firmeza dictada por su historia. Anclada en un pasado de resistencia a la colonización y a la opresión, Argelia no podía permanecer en silencio ante lo que percibe como un nuevo intento de dominación imperial disfrazada. Al recordar a su embajador en París, Argel ha manifestado claramente su desacuerdo con la política francesa, denunciando este apoyo a una anexión de hecho que pisa las resoluciones de las Naciones Unidas y los derechos de los saharauis. Argelia, al defender con firmeza el derecho del pueblo saharaui a expresarse libremente sobre su futuro, se posiciona como un bastión contra las resurgencias neocoloniales que continúan amenazando el Norte de África. Su apoyo a la posición del Consejo de Seguridad de la ONU, que pide una solución justa, duradera y respetuosa de la legalidad internacional, refleja una voluntad de ver triunfar los principios de justicia y equidad. Para Argelia, la cuestión del Sahara Occidental no es solo un asunto de geopolítica regional, sino una cuestión de principio, una cuestión de justicia histórica y de solidaridad con un pueblo en busca de libertad.
Al apoyar a Marruecos en sus pretensiones sobre el Sahara Occidental, Francia establece una comparación dudosa con Nueva Caledonia, otro territorio cuyo estatus político sigue siendo un vestigio del pasado colonial. Pero la situación en el Sahara Occidental va mucho más allá de la simple administración de un territorio lejano: concierne a un pueblo que lucha por su propia existencia, un pueblo cuyo futuro es sistemáticamente ignorado por las potencias que continúan priorizando sus intereses estratégicos y económicos.
Para Argelia, ceder en sus principios en este asunto equivaldría a traicionar su propio pasado, su propia lucha por la independencia y la emancipación de los pueblos.
El apoyo inquebrantable que Argel concede al Sahara Occidental se inscribe en una lógica de continuidad histórica, la de un país que se niega a ver perpetuarse formas modernas de colonialismo. Argelia nunca renunciará a sus ideales de libertad, justicia y apoyo a los pueblos oprimidos. Continuará abogando para que el pueblo saharaui pueda, algún día, ejercer su derecho legítimo a la autodeterminación, lejos de las presiones y manipulaciones de las grandes potencias. En esta lucha por la dignidad y los derechos humanos, Argelia se mantiene fiel a sí misma, inflexible y decidida a defender la causa de los pueblos en lucha, sin importar las adversidades.
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