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Vimos a un Presidente de la República decidido y decidido hablando ante los medios de comunicación nacionales, utilizando lenguaje “derja” al hablar de la palpable hostilidad de los países que nos quieren hacer daño. “No nos dejaremos hacer” El mensaje es claro y va dirigido a Marruecos y a todos aquellos que lo apoyan.
El jefe de Estado sabe que es escuchado y en cierto modo habla en beneficio de estos países. El principio tangible de no injerencia en los asuntos internos de un país que Argelia siempre ha aplicado no significa un repliegue sobre sí mismo. Lo que ocurre actualmente en nuestra frontera occidental no puede dejarnos indiferentes.
Sin duda, Argelia mantiene la calma y evita las trampas provocadas por todo tipo de provocaciones. Por ello, nuestros guardias de fronteras y la gendarmería están constantemente atentos para impedir cualquier intento de tráfico de mercancías procedentes del interior del país para su venta en ciudades marroquíes situadas a unos cientos de metros de la frontera con Argelia.
Sabemos que en esta región lindante con nuestra frontera hay una escasez crucial de gasolina y gasóleo, pero también de aceite comestible, sémola y harina. Este cierre estricto de nuestra frontera ha sumido literalmente en la pobreza a la región fronteriza densamente poblada.
Para una población marroquí acostumbrada a prosperar gracias al comercio con Argelia, la ruptura diplomática y la tensión permanente que reina entre ambos países no tiene la misma resonancia entre los marroquíes que viven en Casablanca, Tánger o Marrakech que entre los de Oujda y todos estos pueblos y aldeas muy cerca de esta Argelia que los hizo prosperar durante décadas.
Nuestros compatriotas, que han mantenido un contacto casi permanente, a menudo a través de teléfonos móviles, denuncian su desaprobación del punto de vista de la potencia marroquí sobre el Sáhara Occidental, principal causa de su desgracia. Algunos mensajes llegados del otro lado de la frontera se preguntan por qué su rey teme un referéndum de autodeterminación.
Según ellos, si esta votación es la solución al problema que existe entre su país y Argelia, entonces también podrían permitirla. Para estos trabajadores fronterizos argelinos, la anexión del Sáhara Occidental no ha aportado nada positivo a la economía marroquí. Aparte del fosfato, que sólo genera pequeños ingresos, no hay nada más que ganar con él, mientras que el comercio con Argelia ha permitido a millones de marroquíes acceder a la riqueza.
Entonces este tipo de conversaciones se multiplican día a día entre ambos lados de la frontera. Los sentimientos marroquíes hacia Argelia son actualmente una mezcla de hostilidad observada a nivel de poder y de clanes relacionados con el Majzen, en el ejército y en los partidos políticos, incluidos los islamistas, y un profundo deseo de reconciliarse con los argelinos, aunque tal deseo es hoy prohibida su expresión, bajo pena de prisión o desaparición repentina.
Fuente : Aujourd’hui l’entreprise, 07/04/2024
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