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El acercamiento entre París y Rabat está a punto de producirse a raíz de la cuestión saharaui. Francia está dando un paso al decir que está dispuesta a invertir en el Sáhara Occidental, un territorio bajo ocupación marroquí. Ni el estatus de país ocupado ni menos aún la lucha de los saharauis por su independencia parecen frenar a Francia, antigua potencia colonial que se alía así con el único país colonizador de África.
Después de una larga disputa, Francia y Marruecos intentan una vez más un acercamiento. El antiguo colonizador y el actual ocupante de los territorios saharauis han encontrado claramente puntos en común y pretenden, sin escrúpulos, invertir en el Sáhara Occidental, país por cuya liberación lucha el pueblo saharaui. A través de su Ministro de Comercio Exterior, que inició una visita a Marruecos el jueves, Francia dijo que estaba « dispuesta a invertir junto a Marruecos en el Sáhara Occidental ».
Franck Riester afirmó que « debemos asegurarnos de que trabajamos juntos, tenemos intereses comunes », añadiendo que quiere trabajar « por la recuperación » de la relación franco-marroquí.
El Ministro francés no dudó en saludar los « esfuerzos de Marruecos en materia de inversiones en el Sáhara », añadiendo que Francia estaba dispuesta a apoyar estos esfuerzos, a través de Proparco, filial de la Agencia Francesa de Desarrollo (AfD) dedicada al sector privado, que podría contribuir a financiar una línea de alta tensión entre Dajla y Casablanca.
Con esta declaración, París da un paso más hacia el apoyo a la posición marroquí. En nombre de sus intereses económicos, Francia está visiblemente dispuesta a aliarse con el diablo, incluso si eso significa pisotear el derecho internacional.
Si hasta ahora Francia se había abstenido de participar financieramente en proyectos marroquíes en tierras saharauis, con estas recientes declaraciones se acaba de levantar un tabú, abriendo el camino al apoyo incondicional a las posiciones colonialistas de Marruecos.
Los inicios de este cambio de posición eran, sin embargo, previsibles desde el viaje a Marruecos, a finales de febrero, del Ministro de Asuntos Exteriores, que reiteró « el apoyo claro y constante de Francia » al plan de autonomía propuesto por Rabat en 2007. Aseguró “quiero avanzar en esta cuestión” que constituye “una cuestión existencial para Marruecos”.
A la visita del ministro francés de Asuntos Exteriores siguieron numerosos viajes, entre ellos el de los ministros de Economía, Bruno Le Maire, y de Agricultura, Marc Fesneau, con el mandato de “renovar el diálogo económico”.
Para salvaguardar intereses puramente económicos y la llamada hegemonía en una región de la que había sido expulsada después de años de lucha feroz, Francia está visiblemente dispuesta a hacer cualquier cosa, incluso darle la espalda al derecho internacional.
¿De qué otra manera podemos explicar que un país que dice defender los derechos humanos e incluso ser su abanderado pueda aceptar invertir en territorios ocupados totalmente ilegalmente por una potencia colonial que rechaza la única solución aceptable, es decir, permitir que el pueblo saharaui se libere de tomando su destino en sus propias manos.
Al aceptar financiar proyectos marroquíes en tierras ocupadas, Francia se reconecta con su pasado como país colonizador, dispuesto a sacrificar todos los valores que dice defender para satisfacer intereses puramente económicos y estratégicos. Las recientes declaraciones del Ministro francés de Comercio Exterior confirman así que entre los antiguos y los actuales colonizadores no fue muy difícil llegar a un compromiso.
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