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En Amizmiz, al pie del Atlas, la nieve cubre las cimas de las montañas y la gente sigue viviendo en tiendas de campaña, tres meses después del violento terremoto que azotó la región.
En los aduares y las aldeas, la gente se ha agrupado en campamentos en los barrios y se ayudan mutuamente para pasar el invierno.
Los niños esperan una cosa; que la escuela vuelva a abrir lo antes posible.
En un campo de fútbol a 50 metros de su casa inhabitable, Lahbib intenta lo mejor que puede mejorar las condiciones de vida de sus hijos y de sus vecinos.
La vida en un campamento de tiendas
Con sus amigos, construyó baños de madera y tejidos agrícolas para que todos pudieran ducharse e ir al baño con dignidad. Incluso se instaló un calentador de agua a gas gracias a las donaciones que recibió Lahbib. Él y sus vecinos también tuvieron que cavar un canal que atraviesa el campamento y evita que las tiendas de campaña se inunden con las lluvias invernales.
Aquí todos agradecen la ayuda recibida, pero ven que se va agotando con el paso de los días. Hoy en día, muchas asociaciones han desaparecido y los residentes se encuentran solos ante los peligros climáticos.
Lahbib, por su parte, ha conseguido mejorar su vida diaria. Cubrió el suelo con una fina capa de hormigón, consiguió aislar una tienda de campaña con una capa de tela gruesa y, sobre todo, compró una vieja estufa de leña que le regaló un amigo para calentar las frías noches de diciembre.
Lahbib sigue esperando la ayuda a la reconstrucción prometida por el Estado. En su caso, las autoridades le prometieron 7.000 euros para restaurar su casa. Pero Lahbib tiene otros planes. Asegura que nunca podrá volver a vivir en su casa. El trauma para él y sus hijos es demasiado grande y las casas vecinas amenazan con derrumbarse. Lahbib sueña hoy con ofrecer a su familia una granja donde pueda cultivar un huerto y criar gallinas y conejos.
Escuela a toda costa
A unos pasos de distancia, Hajja Hnia es una anciana valiente que cría sola a su nieto Aymane. Los padres de Aymane, así como sus hermanos y hermanas, murieron durante el terremoto. A los cinco años, el pequeño sigue sonriendo y se divierte con un cachorro spaniel que adoptaron los vecinos de su tienda. Pero lo que realmente hará sonreír a Aymane es encontrar a Khadija, su maestra de escuela a quien quiere mucho y que le sirve de referente.
Desafortunadamente, en Marruecos, una importante huelga en la educación nacional impidió que los niños regresaran a la escuela con normalidad.
A Hajja Hnia le gustaría que Aymane volviera a la escuela y pudiera encontrar algo parecido a la normalidad, a pesar de la desgracia que le ha afectado. Envía al niño a una escuela privada cercana, que ante la demanda ha tenido que ampliarse para dar cabida al mayor número posible de niños. A algunos se les permite ir a clase por la mañana, a otros por la tarde. Aymane puede reunirse con sus amigos dos horas al día. Realmente no entiende lo que es una huelga, pero está seguro de que muy pronto encontrará a su amante.
RTBF, 09/12/2023
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