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Anticipándose a un nuevo orden internacional
Chaabane BENSACI
Durante décadas, el Reino de Marruecos ha invertido enormes sumas en un intento de desviar la cuestión saharaui, a pesar de las posiciones de la comunidad internacional. En los últimos meses ha quedado atrapado en la historia y el enviado personal del secretario general de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, realizó finalmente una visita de trabajo y de inspección a los territorios saharauis, a pesar de los habituales obstáculos y maniobras de la ocupación marroquí. Dos años después de su nombramiento, ha dado así un paso importante en la dirección correcta y, a pesar de los resultados de su reunión con el MAE marroquí Nasser Bourita, lo cierto es que la situación ya no es la que prevalecía hasta esta visita, como se esperaba.
Además de plantear claramente la cuestión de un paso necesario para resolver el problema de acuerdo con las recomendaciones de las autoridades de la ONU, también subraya la no menos esencial adaptación del papel y de la acción de la Minurso, encargada como indica su epónimo, de organizar un referéndum sobre la autodeterminación. Se trata, y el desafío es imperativo, de rehabilitar este organismo de las Naciones Unidas en sus prerrogativas coherentes con las de todas las organizaciones similares en materia de seguimiento de las violaciones de los derechos humanos en los territorios saharauis ocupados. Además de la visita de De Mistura, el encuentro entre el presidente de la RASD, Brahim Ghali, y Antonio Guterres, SG de la ONU, supone también un hito en el proceso.
Más allá del desafío del reino marroquí, la comunidad internacional está demostrando, a través de este progreso, que tiene la intención de salir del estancamiento. Si una potencia, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, ha conseguido durante años bloquear dicho proceso, ha llegado el momento de que las demás, también miembros permanentes del mismo Consejo, exijan que se respeten los legítimos derechos de los saharauis. La novedad proviene del nuevo papel de Estados Unidos, tibio desde la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca tras la decisión imprudente de Donald Trump a cambio de una normalización con el Estado sionista. Washington tomó nota de los trastornos en la escena internacional, del creciente papel de África que exige el lugar que le corresponde en el tablero de ajedrez y del inevitable surgimiento de un nuevo orden mundial. Pragmáticos, Estados Unidos mira, hoy, al continente africano con un oportuno interés.
L’Expression, 12/09/2023
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