UE-CELAC: Declaraciones de Borrell y Santiago Cafiero

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Muchas gracias, canciller [Santiago Cafiero].

Se pueden ustedes imaginar 54 países que no se veían juntos desde hacía más de cuatro años. Muchos y muchas cosas que decirse, y por eso ese día largo e intenso que es el punto de partida de un reencuentro.

El año que hoy empieza y que acabará con el final de la Presidencia española [del Consejo de la Unión Europea] a finales del año que viene tiene que ser el año de América Latina en Europa y de Europa en América Latina. Ese es solo el pistoletazo de salida que ha tenido el valor de existir, de tener lugar, de discutir. 54 país es evidente que no pueden estar de acuerdo en todo y en algunas cosas con algunos países ciertamente no lo estamos, y ellos tampoco con nosotros. Pero precisamente por eso es necesario vernos más, discutir más, cooperar más. Cooperar para unos objetivos que creo que han quedado claros hoy, unos objetivos que, por otra parte, son evidentes, pero que conviene señalarlos.

El objetivo es contribuir a la paz en el mundo, a construir democracias estables, a un progreso económico compartido y sostenible y al respeto de los derechos humanos. Esto es la tarea que abordamos.

Quiero hacer hoy estos días en las que la región vive en procesos electorales importantes y en los que estamos sufriendo las consecuencias todavía de la pandemia y las más inmediatas de la guerra, una llamada al buen funcionamiento de las instituciones democráticas porque de ellas depende todo. De ellas depende la existencia de instituciones que garanticen las libertades y los derechos, que ofrezcan un entorno económico atractivo para la inversión, que permita generar empleo, riqueza y distribuirla. Todo eso exige que las instituciones políticas que son las garantes de los procesos electorales funcionen, funcionen bien, no se cuestionen, se acepten los resultados y así contribuir a la estabilidad de la región y del mundo. En eso que creo que ha habido y hay un gran consenso.

Naturalmente, hemos hablado de las ondas de choque de la guerra de Ucrania produce en el mundo y que también afectan a la región. No todo el mundo lo ve igual, pero creo que América Latina ha sido la región del mundo que de una manera más consistente y más unánime ha condenado la agresión de Rusia a Ucrania y ha pedido el fin de la guerra; y hoy se ha vuelto a ocurrir.

El tamaño de la dimensión de nuestra acción conjunta puede hacer la diferencia. Puede hacer la diferencia porque juntos América Latina, el Caribe y Europa podemos hacer grandes contribuciones a resolver los problemas globales que hoy nos afectan. No quiero que nadie piense que este este regreso, este reencuentro es la consecuencia mecánica de las dificultades por las que atravesamos. No, hace ya tiempo que se viene incubando el sentimiento de que América Latina y el Caribe no están lo suficientemente altos en la agenda política europea. Hoy he recordado a los ministros que Europa es el gran inversor en América Latina: no es su principal cliente pero sí su principal inversor. También es el principal, el más importante cooperante y que tenemos la ambición de serlo más.

Por eso creo, canciller [Santiago Cafiero], que la hoja de ruta que hoy hemos definido – y que tendrá hitos sucesivos a través de los cuales haremos un esfuerzo para poner en contacto a nuestras sociedades civiles, a nuestras universidades, a nuestros centros de pensamiento y reflexión política – [hace] camino hacia el 2023, lo que hemos llamado la Ruta 23. La primera cita tendrá que ser – sino la primera, seguramente la más importante – una cumbre donde los jefes de Estado y de gobierno continúen lo que hoy hemos empezado a nivel ministerial.

Gracias a Argentina por su hospitalidad y gracias también a todas las personas, que han sido muchas, las que han hecho posible este encuentro: desde los que nos han servido los innumerables cafés que hemos tomado, hasta los intérpretes, hasta todo el aparato de logística. No se pueden ustedes imaginar cuán importante es para conseguir que 54 ministros se desplacen, 54 representantes de 54 países se desplacen y pasen un día entero discutiendo entre ellos.

P&R

Señor Borrell, quisiera preguntar dos cosas. Quisiera preguntar si, desde el punto de vista de la Unión Europea, si pudieron hablar del acuerdo comercial entre Mercosur y la Unión Europea, por qué no se puede avanzar y se ha formalizado. También, un tema más central [en] Argentina, el Gobierno argentino está buscando una reducción de las sobretasas de la deuda con el Fondo Monetario Internacional. Quisiera preguntar si ustedes hablaron de ese tema y si la Unión Europea apoya a Argentina en una reducción de sobretasas en el Fondo Monetario Internacional.

Nosotros apoyamos a Argentina en todo aquello en lo que le podamos apoyar. Debo decirles la verdad, este tema concreto no ha sido objeto de la discusión, pero sí hemos hablado, cómo no, del problema de la excesiva carga de la deuda que soportan muchos países como consecuencia de los desequilibrios económicos que sean producido durante la pandemia. La pandemia fue para muchos países un game changer negativo: ha habido una acumulación de deuda en muchos países, no conozco las cifras argentinas, pero le puedo asegurar que en muchas partes se ha producido un mayor endeudamiento como consecuencia de una ralentización de la actividad económica que siempre aumentan los gastos y disminuyen los ingresos. Ciertamente, el mundo está hoy enfrentándose a una ralentización provocada por otras razones – la subida de los tipos de interés, a su vez causada por un aumento de la inflación, a su vez causada por los aumentos de los precios de la energía y la alimentación, a su vez causados por la guerra. Esa es la onda de choque que se transmite desde el frente de guerra en Ucrania a los balances hacendísticos de medio mundo. Seguramente también afectan a América Latina y a Argentina. Hay que buscar una solución que alivie esta carga de la deuda, porque de lo contrario podemos entrar en una recesión de la economía global con consecuencias negativas para todos.

La primera pregunta, el acuerdo comercial: pero, ¿cómo no vamos a hablar del acuerdo comercial si desde que estoy aquí no hablo de otra cosa? Está claro que el acuerdo con Mercosur – pero no solo Mercosur, es que no es el único acuerdo que estamos discutiendo con América Latina. Estamos discutiendo un acuerdo importantísimo con Chile, qué es la modernización de uno que ya tiene 20 años de existencia, o va a cumplirlos a finales de año. También estamos intentando desatascar el acuerdo ya acordado, pero, todavía, no iniciada la ratificación con México. Tenemos multitud de acuerdos, uno en particular con Argentina – no comercial pero sí de cooperación política y económica – que también hay que desempolvar, porque tiene 33 años de existencia y necesita un lifting, necesita ponerlo al día, porque han pasado muchas cosas en 33 años. Luego, desde luego, hemos hablado de Mercosur, claro que sí que hemos hablado de Mercosur: [casi] todo el mundo que ha intervenido ha hablado de Mercosur. Tiene que ser así porque [el acuerdo con] Mercosur es un problema poliédrico, tiene muchas caras. Partimos de un acuerdo político de principio del 2019 que no ha podido ser desarrollado y culminado porque, como ha dicho muy bien el ministro, mientras tanto ha habido iniciativas en Europa, como el Pacto Verde, que sin duda altera también los parámetros de juego. El tema de la sostenibilidad ha tomado mayor importancia. Hay que repensar el acuerdo político del 2019 para concretarlo. Yo sigo creyendo que es un acuerdo que, si llegamos a superar los obstáculos que hay, y los hay, puede ser un win-win para las dos regiones. Pero no va a ser para mañana. De entrada, los europeos tenemos que concretar cuáles son nuestras demandas de protección ambiental, que no son solo una obligación o una carga para América Latina, sino una acción conjunta que nos permita trabajar en el marco de este acuerdo para mejor proteger los bienes públicos globales que hay en América Latina – como, sin duda alguna, uno de ellos en el bosque tropical. Pero hay muchas más cosas de lo que hoy sale claro, creo, es la voluntad de hacer todos los esfuerzos posibles para que en este año que hoy empieza, el año de América Latina en Europa y de Europa en América Latina, evaluemos concienzudamente los problemas y sus soluciones. Ojalá que seamos capaces de llegar a un acuerdo para el final de este periodo.

En dos semanas, el presidente argentino Alberto Fernández asistirá al Foro de París sobre la Paz, al que fue invitado por su par francés Emmanuel Macron quien desea impulsar una instancia multilateral alternativa para lograr la paz en Ucrania. Quería saber en qué estado se encuentra esta iniciativa y si acaso fue unos de los temas tratados en esta cumbre.

Muy bien, yo también estaré en el Foro por la Paz en París, y tendré ocasión de encontrarme de nuevo con el presidente.

Quería preguntarles, ¿qué han hablado hoy con los representantes de Nicaragua, Venezuela y Cuba?, ¿qué ha estado sobre la mesa: se ha hablado de Derechos Humanos, de situación de presos?, ¿qué se ha hablado, qué se ha decidido?

Tiene mucha razón el ministro [Cafiero]. Yo comprendo que ustedes quieren un titular, “se acordó tal cosa”. Pero no era el objetivo de hoy, acordar tal cosa. Como dice el ministro, no podemos entrar a decir: “y fulanito dijo, y menganito le contestó”. A nadie se le oculta que las relaciones de la Unión Europea con Nicaragua son mucho más difíciles que las que tenemos con Argentina: eso está claro. Los reproches han sido mutuos y, desde luego, el tema de los derechos humanos ha estado allí y se ha hablado de ello. Y digo, los reproches han sido mutuos. Yo he recordado incluso que, naturalmente, tenemos discrepancias: en algunos casos, tenemos tantas discrepancias que la Unión Europea llega a sancionar a algunos de los países aquí presentes. Pero hay sanciones y sanciones. Las sanciones que adopta la Unión Europea son siempre sanciones orientadas al personal político que entendemos responsable de determinados comportamientos. No afectan a los ciudadanos. Hay sanciones que sí afectan a los ciudadanos – como, por ejemplo, el bloqueo americano contra Cuba que la Unión Europea rechaza. Eso no es un descubrimiento, pero conviene recordarlo. Todos los años, en las Naciones Unidas, la Unión Europea, todos sus Estados miembros votan las resoluciones en las que se pide el fin del bloqueo. Eso también conviene que se sepa, porque a veces se dice, “ah, las sanciones”, [pero] hay sanciones y sanciones. No estoy descubriéndoles nada, pero quizá ustedes no lo sepan: todos los años en Naciones Unidas se votan resoluciones, y en esas resoluciones los estados europeos unánimemente toman una posición pidiendo el levantamiento del bloqueo. Eso es algo que, naturalmente, cuando se entra a discutir, pues se habla de eso. En cambio, hay otras sanciones que sí, que nosotros adoptamos porque creemos que determinados comportamientos políticos merecen ser sancionados. Se nos ha reprochado también que tomamos medidas de tipo fiscal con respecto a países que entendemos que sus comportamientos fiscales pues permiten un grado de incumplimiento por parte de nuestros contribuyentes. Fíjense, esto es el interés de esta clase de encuentros: que alguien diga, “mire, usted me hace eso, y yo no estoy de acuerdo”, y no le asiste la razón al hacerlo, y expliquemos por qué. Creo que eso es un gran paso adelante. El hecho de que hayan estado todos, que no hayamos excluido a nadie, no hemos dicho que “si viene fulanito, no venimos nosotros”. No, hemos estado todos los que han querido venir.

Si es una cumbre inclusiva y no exclusiva, ¿cuál es la hoja de ruta en materia de democracia y derechos humanos para aquellos tres países en América Latina que no tienen democracia, no tienen respeto para los derechos humanos y tienen presos políticos?, ¿cuál es la hoja de ruta, en ese plano y en otros, también, si hay una declaración?

Bueno, ministro, señor canciller, complementando tus palabras. La preocupación por los derechos humanos no es una exclusiva de los europeos. Hay igual de preocupación por los derechos humanos en Latinoamérica. Latinoamérica – y Argentina, en particular – ha sufrido mucho la represión de los derechos humanos, las violaciones de los derechos humanos en un pasado felizmente superado, pero no tan lejano. Por lo tanto, lejos de nosotros aparecer aquí como los que damos lecciones de respeto a los derechos humanos a los demás. Es evidente que alguno de los países [a] los que usted ha citado, nuestras relaciones son muy difíciles. Hemos pasado incluso con una expulsión de los embajadores hace cuatro días. Bueno, pues quizá un encuentro región a región ofrece una posibilidad de diálogo que a nivel bilateral es más difícil. Sabemos que hay diferencias claras con algunos gobiernos, con algunos países. ¿Eso nos debería llevar a no querer sentarse y compartir mesa y mantel, o café con ellos? No, creo que eso no ayudaría. Al contrario, creo que hemos de propiciar y presionar para que el diálogo político aporte soluciones. Estoy pensando en el diálogo político que todos deseamos que arranque en el caso de Venezuela, [con] México estamos esperando que ocurra, que tenga lugar. Es la única forma de salir adelante de situaciones políticamente bloqueadas. Ese es el valor de esta clase de encuentros: no esperen ustedes pociones mágicas que resuelvan los problemas por mero contacto. Pero esa la diplomacia, una tarea paciente que necesita marcos, que necesita puntos de encuentro, que necesita posibilidades de expresar abiertamente a las discrepancias. No todo se acaba expulsando al embajador y que te expulsen a ti el tuyo. También llega un momento en el que se necesitan marcos multilaterales como el que esta reunión ha facilitado.

Enlace al vídeo: https://audiovisual.ec.europa.eu/en/video/I-232306

EEAS, 28/10/2022

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