¿Canarias Libre e Independiente? ¡Sí! ¿Y Socialista? ¡También!
A mi último artículo (22 de octubre de 2011. Otra vez la bandera) le han crecido los enanos por todos los costados. Presupongo por ello que el susodicho artículo debe ser medianamente razonable o no hubiera recibido leña – por cierto bastante irracional – desde las dos posiciones que en el mismo describía como extremas dentro del independentismo canario: “por un lado, las interclasistas que plantean postergar la lucha de clases a la consecución de la independencia y, por otro, las que contemplan la independencia solo como una vía necesaria para alcanzar una sociedad socialista” afirmando al tiempo que “mi posición siempre ha sido que Canarias es una nación colonizada y que, por lo mismo, la doble explotación que sufrimos por mano del Estado Español y por mano de su propia lumpenburguesía criolla dependiente, precisa de la unidad del planteamiento político liberador nacional y social, lo que se expresa bien con el lema de “Libre y Socialista”, ahora bien, dado que hace ya sus años que abandoné la militancia partidaria no estoy sujeto a más disciplina que la que mi propio pensamiento me dicte, me reafirmo en todos sus términos aunque trataré de clarificarlos como me solicitan algunos compañeros, y lo haré desglosando mis consideraciones al respecto:
1.- No creo que ofrezca dudas el que un territorio africano como es el canario, invadido militarmente por una potencia europea que lo conquista tras una larga guerra de un siglo, sometiendo a la esclavitud a sus habitantes, imponiéndole sus leyes, explotando sus recursos y sin que sus habitantes tengan capacidad de decidir su status político ni su modelo económico es una colonia y, por lo mismo, con todo el derecho a su descolonización e independencia.
2.- En política no existen ni milagros ni milagreros y tampoco cae maná del cielo. Sabemos perfectamente lo que es la ONU y hemos tenido muchas y muy crudas experiencias en cabeza ajena últimamente para creernos los cuentos de la “década de la descolonización” que, por cierto, feneció sin descolonización alguna que nos infunda alguna esperanza, a no ser que disfracemos de tales las “humanitarias” intervenciones en Serbia, Kosovo, Irak, Afganistán, Libia…. También conocemos la incapacidad histórica de España para sus descolonizaciones. Por ello no será por esa vía por donde logremos la independencia ni de nuestra patria ni de la de nadie. Habrá que ganársela y eso solo lo puede hacer la lucha del pueblo canario. La independencia no vendrá por evolución sino por revolución.
3.- He mantenido y mantengo que la burguesía canaria, débil, fraccionada insularmente al no haber creado nunca un “mercado nacional” unificado, subsidiada, y por lo mismo sumisa al poder colonial que la sostiene, no será nunca la clase que encabece ese movimiento revolucionario y mucho menos lo será esa fracción de la misma, apenas un 0,2% de nuestra población (unas 4.000 personas) poseedora del 80% de la riqueza del Archipiélago, la mayor parte con sonoros apellidos de los conquistadores que se repartieron el botín que significaba Canarias. Tampoco lo será el centenar escaso de canarios que, según la Hacienda Española, superan los 10 millones de euros de capital declarado. Todo lo contrario. Todos ellos son los máximos interesados en el mantenimiento del poder colonial que les garantiza sus prebendas. Es en realidad una clase parasitaria y mendicante que se nutre de las dádivas metropolitanas o europeas y que ya tiene su genuina representación en el partido español PP y en el regionalista CC. La supuesta “Voz Canaria en Madrid” es en realidad “La Voz de su Amo Madrid” donde se postulan como un “remedio contra el independentismo” que es lo que, en realidad, son.
4.- Tampoco nos acercan a la independencia los Editoriales de El Día que plantean un independentismo insularista, psicodélico y esquizofrénico mezclando las diatribas antigrancanarias con las llamadas a la insurrección nacional y con encendidas loas a la Legión o al Ejército y la Policía colonial, todo ello adobado con un cierto regusto franquista, ni las prédicas sabatinas a plana entera de antiguos líderes interclasistas en que se nos repite machaconamente la supuesta “Constitución” unipersonal que regirá nuestra independencia y se tilda a las manifestaciones en Tamarán del “Día de la Bandera”, en que la izquierda nacional planteaba un camino propio para la independencia y el socialismo, de herramientas con las que, textualmente, “El Gobierno español y sus servicios especiales están planeando maniobras para que fracase la convocatoria en Las Palmas” y no sigo más porque me avergüenzan las acusaciones y comparaciones que allí se establecen con “aventureros que les hacen el juego al neocolonialismo y fomentan guerras civiles” y otras lindezas similares (“Día Nacional de Canarias” -excepcionalmente en jueves- en El Día 20/10/11). Es un estilo que ya considerábamos periclitado pero, al parecer, hay independentistas que no han sabido o no han podido superarlo. Tampoco creo en neoprofetas que postulan un camino al más rancio y crudo estilo neoliberal gringo sustentado en un horizonte de mares de petróleo, trapisondas financieras y angélicos innovadores económicos. ¿Nos libraría esa independencia ultraliberal de la explotación que hoy ejerce, al amparo colonial, esa exigua minoría criolla? Mi opinión es que no, y que no mejoraría en absoluto la situación de explotación de las clases trabajadoras.
5.- Sentado el hecho de que, como clase, la burguesía criolla no tiene como interés la consecución de la independencia y la formación del Estado Canario y que usa su pseudonacionalismo regionalista como elemento de presión en su negociación con la metrópoli, nos quedan las clases trabajadoras isleñas que constituyen la masa mayoritaria de nuestra población, desde los trabajadores asalariados a la pequeña burguesía que se separa muy poco de los asalariados y el campesinado cada vez más escaso y acorralado por un sistema de supuesto desarrollo en el que tiene muy poco papel que jugar. Es indudable que son las clases que más sufren la doble dependencia económica y política y la explotación que proviene tanto del amo colonial como del canario de servicio que se lucra de esa situación. En la práctica esa situación es potencialmente explosiva, con 328.700 parados (EPA. 28/10/11) y en progresivo aumento, de los que solo la mitad percibe prestaciones por desempleo; el 31% de la población en estado de pobreza; 140.000 familias que sobreviven con unos “ingresos” de 15 euros al día y una de cada cuatro familias canarias que no llegan a percibir 750 euros mensuales; más de 300.000 contratos de trabajo en precario, y Canarias inmersa en una crisis que ha convertido a gran parte de nuestras clases trabajadoras en un lumpenproletariado que sacrifica sus intereses de clase al puro y simple instinto de supervivencia. Este es el sector de la población a la que cualquier opción de la izquierda nacional tiene que dirigir su mensaje liberador explicando como la colonialidad por un lado y el injusto sistema social por otro son los responsables de esta situación.
6.- Como ni niego ni renuncio al marxismo como un correcto método de análisis en que fundar una actuación política en Canarias, en el estado actual de desarrollo político-social hemos de considerar más las “fuerzas sociales” que la estructura de clases y su amplitud numérica. Encontramos que amplios sectores del proletariado –incluso del lumpenproletariado- de las clases medias y de la pequeña burguesía asumen las posiciones de clase de la burguesía criolla o de la derecha española más rancia por lo que no debe sorprender el triunfo del más retrógrado PP español en los procesos electorales en esta colonia. Tampoco puede sorprender que una parte considerable de las “fuerzas sociales independentistas” terminen apoyando posiciones regionalistas como las de CC o que sectores obreros presten su apoyo a soluciones de una manifiesta ambigüedad socialdemócrata y de probado españolismo como el PSOE. Por todo esto no es la amplitud numérica de cada clase social lo que determina su influencia política sino la cantidad de personas dispuestas a apoyar los intereses de esa clase aunque no pertenezcan a ella y eso viene determinado, además de por factores claves como la propaganda y la acción de los mass-media, por la alienación que el propio sistema crea para mantenerse.
7.- Ya planteé mi criterio de que el acceso a la independencia supone una auténtica revolución. La puede plantear un colectivo político homogéneo, con las ideas estratégicas claras y con la organización suficiente para defenderlas y expandirlas. Este papel de inductor y director del movimiento revolucionario es el que tiene que desarrollar la imprescindible organización política de la Izquierda Nacional Canaria, y la labor hoy de los comprometidos ideológicamente con esa fuerza social es la construcción y fortalecimiento de la o las organizaciones que respondan a ese patrón de pensamiento, pero para llevar a cabo el proceso revolucionario es necesario que las clases sociales a las que objetivamente beneficia el proceso emancipador nacional y social se incorporen al mismo y eso solo se consigue desde la lucha ideológica en el seno mismo de todos los movimientos y procesos políticos y sociales que puedan vertebrarse en ese sector de nuestra población.
8.- La aplicación práctica de esta última premisa es clara y simple. Optamos por la liberación nacional y social conjuntamente, lo que expresa popularmente el lema de “Independencia y Socialismo” y, consecuentemente, allí donde se concentre o se muevan las fuerzas sociales independentistas y/o las socialistas debe estar presente la Izquierda Nacional Canaria, con claridad y con firmeza, con sus símbolos y consignas nítidamente expresadas, diferenciada de otras posiciones más ambiguas y sin temor a confusiones ni a la confrontación ideológica. Esa es la razón por la que pienso que apoyar la manifestación “unitaria” de Tenerife en el Día de la Bandera era perfectamente compatible con apoyar la que en Tamarán celebraba separadamente la Izquierda Nacional al estimarlo así las organizaciones convocantes. Lo que no se puede es llamar a uniones anideológicas. No estamos unidos con los que preconizan un interclasismo difuso ni un ultraliberalismo agringado. Juntos sí, pero no revueltos decía en aquel momento y me reafirmo hoy. Somos nosotros los que tenemos que influir en el resto de las fuerzas sociales independentistas y no al revés. Tácticamente es una imposición ineludible para avanzar y no podemos temer a la “contaminación” pues sabemos que tenemos la fuerza que nos da la razón.
9.- Esta reflexión no pasa de ser una invitación al debate que se hace imprescindible -muy extenso para la cabida en un simple artículo- sobre la táctica a seguir por la Izquierda Nacional Canaria pero también por el resto del independentismo y de las posiciones socialistas. Recordemos que sin fundamentos teóricos no hay avance y que en ese sentido seguimos teniendo importantes lagunas.
Francisco Javier González
Gomera a 10 de noviembre de 2011