Marruecos, Mohamed VI, rey de Marruecos, París,
Un vídeo de Mohamed VI borracho en París causó escándalo: ¡El rey se divierte!
Una secuencia de vídeo filmada sobre la marcha por un transeúnte parisino en su vehículo muestra al rey de Marruecos, Mohamed VI, tambaleándose, con una copa en la mano y escoltado por su escolta en una calle parisina donde se aloja el monarca. Visiblemente borracho y bajo los efectos del alcohol, Mohamed VI no estaría en su primera escapada.
La escena filmada y ampliamente difundida hace mucho ruido en las redes sociales. Es un escándalo que no pudo ser silenciado por las autoridades marroquíes que usaron la fuerza para prohibir la circulación del video. Ironía del destino o el colmo de la ironía, el que dice ser el « Comandante de los Fieles » se expone al mundo en una nueva postura poco delicada y llena de indecencia. El rey indigno que reitera las probabilidades que sigue acumulando parece poco afectado por estas acciones. Sus atuendos equívocos y su relación con delincuentes habituales con los que no se molesta en mostrarse públicamente han sugerido a menudo su antinatural aversión.
Pero más allá de su comportamiento exuberante que podría atribuirse a su vida personal, si bien un rey no tiene una vida privada como la realeza británica donde se estudian todas las acciones y gestos y no todos son admitidos porque el rango monárquico no lo permite, es sobre todo una cuestión de las capacidades del rey jerifiano para administrar un país, unos treinta y cinco millones de súbditos y decidir sobre el futuro de una frágil región.
La respuesta es no. Sobre todo porque estos « errores » ocurren mientras el pueblo marroquí que vive en la miseria y la indigencia total golpea el pavimento para encontrar una respuesta a su debacle, el rey se divierte, juguetea y monta un espectáculo.
Víctor Hugo no podría haberlo hecho mejor a modo de tragedia que la vivida por los súbditos de Su Majestad.
Las locuras reales episódicas superan con creces las de Luis XV y Luis XVI. Se sentía como si estuviéramos de vuelta en los tiempos de Borgia. Hay que decir que las locas noches parisinas de Mohamed VI nos hacen retroceder siglos.
Mohamed VI, que vive entre las dos orillas, parece experimentar en su dorado manicomio parisino la oportunidad de ahogar su pena marroquí y olvidar por un rato las reivindicaciones de su pueblo abandonados a sí mismos, a merced de los oligarcas del Makhzen y los deseos de sus nuevos protectores sionistas a los que parece dispuesto a entregar el reino para empezar por permitirles instalarse allí militarmente aunque ello signifique ofender al vecindario.
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