Argelia, España, Sahara Occidental, Unión Europea,
Desde hace casi tres meses, las relaciones argelino-españolas atraviesan una crisis sin precedentes. Las recientes peregrinaciones del jefe de la diplomacia española entre Madrid y Bruselas, hacen que nos preguntemos por las capacidades de un diplomático indigno de este gran país mediterráneo y de su gran pueblo que siempre ha inspirado respeto.
El Sr. Albares, que entró en la diplomacia a golpe de talonario y nunca se le acabaron las meteduras de pata, consiguió (¡hay que reconocerle el mérito!) manipular a un compatriota, antiguo ministro de Asuntos Exteriores y actual responsable de las relaciones exteriores de la Unión Europea, para empañar tristemente la credibilidad de esta importantísima institución comunitaria publicando una declaración sin fundamento contra Argelia.
También cabe destacar la farsa de declaración realizada el mismo día en la explanada de la Comisión de la UE, en la que se pide, o incluso se insinúa, a las autoridades argelinas que entablen un diálogo, utilizando un lenguaje irreverente y, sobre todo, indigno de su función…
Argel, a través de un comunicado de su Representación en Bruselas, reaccionó rápidamente para deplorar la precipitada y torpe incursión de la Comisión Europea en este asunto, desestimando las alegaciones y quimeras relativas a los riesgos del comercio entre ambos países.
Los medios de comunicación afines al ejecutivo español de turno se apresuraron rápidamente a hacer sonar las trompetas y las victorias: ¡Argelia retrocede!
Qué tristeza ante el esperpento del espectáculo diplomático de este personaje, cuyo aspecto contrasta con los ilustres diplomáticos y ministros de exteriores de España en el panteón de la diplomacia internacional.
Pero el burlesco de este quidam al que se le ha encomendado la pesada tarea de dirigir la política exterior del Reino de España y, a su regreso de Bruselas, el citado pseudo diplomático ha dejado oír que es ni más ni menos Rusia, el propio Putin, quien está en el origen de esta crisis. Se trata de un lamentable llamamiento a los Estados Unidos y a la OTAN para que rescaten a un pequeño ministro abrumado por sus propias turbiedades, después de haber intentado en vano movilizar a la Unión Europea. De la misma manera, también propone el espantapájaros ruso para convencer a sus pares europeos de que lo apoyen.
Así, para los que aún pudieran dudar de la incompetencia de este ministro aficionado, que ha conseguido, con simpáticas invenciones, poner en ridículo a su gobierno aislándolo tanto en el Parlamento como en la opinión pública española, la huida hacia delante que se inició el 18 de marzo con el anuncio de la traición al histórico consenso español sobre la cuestión del Sáhara Occidental (un anuncio hecho por un tercer país… ¡Una primicia en los anales!).
La precipitación del pseudo-ministro de Asuntos Exteriores español, que no cesa de agravar una crisis que, en opinión de todos, a ambos lados del Mediterráneo, podría haberse evitado, contrasta con el enfoque sabio y sereno adoptado por Argel, como país pivote y estabilizador, consciente de sus responsabilidades regionales y como país esencial del Movimiento de los No Alineados.
Para los que pensaban que la traición a la causa saharaui y al consenso español sobre la cuestión sólo iba a suscitar un enfado epidérmico temporal por parte de Argel, es entender mal a Argelia y su defensa de la legalidad internacional y de los derechos de los pueblos, a veces en detrimento de sus propios intereses.
Además, la historia no recordará mucho a Albares, porque nada grande nace de la pequeñez. Exacerbar la crisis entre Argelia y España y envolverla en un lenguaje tomado de la Guerra Fría tampoco engrandece a Albares.
The Citizen, 14 de junio de 2022
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