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Muere por COVID-19 Mbarek Daoudi, el hombre que fue perseguido por desvelar una fosa común de civiles saharauis
-La persecución se cebó también con la familia: cuatro hijos estuvieron en la cárcel.
-Mbarek Daoudi permaneció siete años y nueve meses en prisión
-Un arma antigua de la guerra contra los franceses de 1936, que pertenecía a su bisabuelo, fue la excusa para la condena.
Cristina Martínez Benítez de Lugo
El gran activista saharaui Mbarek Daoudi, de 72 años, que fue perseguido junto a toda su familia por desvelar una fosa común de civiles saharauis, ha fallecido por COVID-19 en el hospital de Guilmine, Marruecos.
Daoudi tenía mujer y cinco hijos. Residía en Guilmine, en la zona del Sáhara Occidental, ahora al sur de Marruecos, entregada por España en 1958, donde siguen viviendo muchos saharauis. Era activista por la autodeterminación del Sáhara Occidental y participó muy activamente en el movimiento reivindicativo.
A Daoudi le destrozaron la vida y a su familia también.
Daoudi fue obligado a alistarse en el ejército marroquí en la guerra contra el Frente Polisario, por residir en Marruecos. La agencia de noticias Équipe Média narra a Contramutis que Daoudi, como militar del ejército marroquí, presenció el asesinato a sangre fría de una familia entera, por orden de un coronel marroquí, en la zona de Fadret Laguiaa, cerca de la ciudad de Amgala, en los territorios liberados, muy cerca del muro qure divide el Sáhara Occidental. Daoudi protestó y eso le valió dos años y tres meses de cárcel.
Más adelante, cuenta Équipe Média que denunció los hechos a un periodista francés, Olivier Quarante, en junio de 2013, y se prestó a identificar el lugar de la fosa donde había sido enterrada la familia. En septiembre ya estaba en la cárcel.
Las fuerzas de ocupación invadieron su casa y la de su padre buscando un pretexto para acusarle. Encontraron un arma antigua de la guerra contra los franceses de 1936 que pertenecía a su bisabuelo, 35 cartuchos de escopeta, y un tubo de metal. Eso les bastó para acusarle de posesión de cartuchos e intento de fabricar un arma de fuego. La confesión se produjo a raíz de las torturas a él y a dos de sus hijos delante de él. Fue condenado a 5 años.
También le acusaron falsamente de posesión de un uniforme militar, lo que le valió una condena de 3 meses, aumentada a 6 en apelación.
Recibió un mes adicional de condena en un juicio sin su presencia ni la de su abogado, y sin conocer los cargos.
Cuatro hijos en prisión
Daoudi hizo varias huelgas de hambre para protestar por sus condiciones, su aislamiento, su detención sin juicio durante 15 meses (52 días de huelga), y en solidaridad con otros presos saharauis. Las torturas, la incomunicación, la falta de abogado, los juicios absurdos e injustos, todo eso duró cinco años y medio.
En un momento dado, llegaron a estar cuatro de los cinco hijos y él en cárceles distintas, en distintas ciudades marroquíes. La madre y el hermano menor, Hassan, no daban abasto para intentar visitarles a todos.
Esta familia ha quedado muy tocada por tanto sufrimiento. Nos cuenta su hijo Hassan que Mbarek no se repuso de tanta tortura, y siguió enfermo tras su salida de prisión el 28 de marzo de 2019.
El Grupo de Trabajo de detenciones arbitrarias de las Naciones Unidas estudió su caso y concluyó el 24 de agosto de 2018 que su privación de libertad había sido arbitraria, y remitía las alegaciones de abusos al Relator especial sobre la tortura. Pidió a Marruecos que liberase inmediatamente a Daoudi y que le ofrecieran reparación, fundamentalmente una indemnización y una garantía de no repetición. Pedía que se llevase a cabo una investigación para deducir responsabilidades.
Persiste la opinión generalizada en los territorios ocupados de que el COVID se está utilizando como arma contra la población civil saharaui. No ponen medidas efectivas contra el COVID-19 en el Sáhara Occidental ocupado. No combaten las aglomeraciones, pero sí reprimen pequeños encuentros a activistas. Siguen trayendo a más y más colonos. Está muriendo mucha gente. El exterminio de los saharauis es inquietante. Los saharauis no se fían de los hospitales marroquíes nunca. Ahora, entrar en un hospital con COVID es entrar a morir, dicen.
Los hijos le llevaron al hospital hace unos dias, pero se encontraron con que a ellos no les dejaron pasar. El caso es que otras familias sí pudieron ver a sus seres queridos enfermos por COVID-19 en el mismo hospital de Guilmine.
Nos deja este hombre íntegro y elegante, en el más amplio sentido de la palabra. Un luchador, valiente y comprometido. Quizá la mejor manera de recordarle sea por su sentido del humor. Contaba sus anécdotas, como cuando se escapó del ejército marroquí y fue capturado, con una gracia finísima, riéndose de los marroquíes, de sí mismo y de su sufrimiento.
Contramutis, 09/09/2021