La palabra África, proviene del latín y hace más de dos mil años, los romanos llamaban así a las tierras que los griegos denominaban Libia, más allá del Nilo. El topónimo romano África, lo conformaron a partir del nombre de un pueblo local, los Afri y el sufijo “-ica” que es usado generalmente para indicar cualidad, relación o pertenencia al igual que utilizamos muchas veces Céltica o Pamplonica.
Si nos detenemos a observar el mapa político actual de África, nos encontramos con más de 50 países y una población total de 1.300 millones de habitantes. Pero lo que más llama la atención son sus límites políticos entre estos estados. Si nos detenemos especialmente en el norte de África, descubrimos una abundancia de líneas rectas que indican las fronteras entre naciones africanas. La existencia de estos límites artificiales, posee una particular historia.
Para mediados del siglo 18, el conocimiento costero del continente africano era amplio y así lo reflejan los detallados mapas de la época. Sin embargo, en esas mismas representaciones gráficas del territorio el interior del continente carecía de información. Tal es así, que durante siglos la cartografía utilizó en grandes letras el término Terra incógnita para ocupar todas aquellas tierras intestinas.
Pero claro, el tiempo pasó y cuando en Europa comenzó la Revolución Industrial en el año 1750, las naciones tuvieron que salir a buscar por el mundo materia prima para abastecer sus factorías. Estando África a tiro de piedra, para 1880 Francia poseía una amplia presencia en la actual Argelia, y buscaba un corredor Este – Oeste que uniera el Océano Atlántico con el Mar Rojo. Claro que había un problemita, sus ambiciones chocaban con las del Reino Unido que soñaban con un corredor Norte – Sur, que uniera el Mar Mediterráneo con el Cabo de Buena Esperanza. Para colmo de males, no eran los únicos países europeos presentes: poco a poco se comenzaba a oler pólvora en continente africano.
En 1884, el canciller alemán Otto von Bismarck presagiando conflictos armados, convocó a las potencias de aquel entonces a una conferencia en Berlín para discutir lo que llamó “el problema de África” aunque no había ni un africano invitado. Existía la idea de que una Europa moralmente superior debía ayudar a progresar a aquel continente, y de paso obtener materia prima gratuita claro, sin siquiera consultar a sus habitantes. Fue así que Alemania, Reino Unido, Francia, España, Portugal, Italia y Bélgica se repartieron como una torta el continente africano. De allí que el mapa político de África en el presente tenga muchos límites rectos.
De las potencias antes citadas, Francia y el Reino Unido fueron las grandes ganadoras, ubicándose la primera en el territorio noroeste del continente y la segunda ocupando casi por completo su anhelado corredor Norte – Sur. Alemania se ubicó en Camerún, Tanzania y Namibia. Italia en Libia y Eritrea. España en el Sahara occidental. Portugal en Angola y Mozambique. Un caso particular fue el de Bélgica, que se adjudicó un territorio que representaba 80 veces el tamaño de su país: el Congo. El rey belga Leopoldo II explotó sus recursos por medio de esclavos y un genocidio en el que murieron más de 5 millones de personas.
Desde aquella Conferencia de Berlin de 1884 en adelante, los años pasaron con grandes penurias para los nativos africanos. Desde otro continente y sobre un escritorio un grupo de países habían dibujado límites y separado a su antojo comunidades antiquísimas, sin jamás haberlos consultado. Afortunadamente 1960 fue una década bisagra para la historia africana, ya que la mayoría de los países que hoy conocemos lograron su independencia.
El Monumento al Renacimiento Africano es una escultura de bronce de 50 metros de altura situada en las afueras de Dakar, en Senegal y recuerda aquella década de emancipaciones.
Sin embargo, la libertad aún no es absoluta. Cuando las colonias africanas francesas se lograron independizar mantuvieron su moneda, conocida como franco CFA y, a través de ella Francia conservó parte de su influencia en estos nuevos países. Los francos CFA son impresos por el Banco Central Francés y para cambiarlos a otras divisas sí o sí deben pasar por París. Emmanuel Macron, declaró en diciembre de 2019 que se estaban dando pasos para terminar con esta moneda, que será sustituida por una nueva moneda africana llamada “Eco”.
por Esteban Nigro
Radio Perfil, 29 ene 2021
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