Y finalmente llegó el día. La tormenta, anticipada por algunos, ridiculizada por otros y temida por muchos, ya está aquí. Se sabía que los signos y acontecimientos ocurridos en los últimos años anticipaban que el status quo podría saltar por los aires en cualquier momento. Nadie escuchó a las voces que, sabiamente, aconsejaban redoblar los esfuerzos para lograr un acuerdo justo. Los gobiernos occidentales, en la mayoría de las ocasiones más preocupados por contentar a la cúpula marroquí que en buscar una salida global, han abandonado a generaciones enteras de saharauis en medio del desierto, negándoles cualquier atisbo de esperanza y alimentando su desconfianza no solo hacia estos gobiernos sino también hacia los propios dirigentes saharauis, acusándoles de seguirle el juego a la ONU.
Desde el año 2015 el frente POLISARIO viene avisando de que un nuevo vacío en el Proceso de Paz ya no sería asumible y podría precipitar un desenlace de resultados impredecibles. Ese año Marruecos, aprovechando que terminaba el mandato de Ban Ki Moon al frente de la ONU y al amparo de Francia, provocó una crisis expulsando al componente político de la MINURSO. El Consejo de Seguridad optó por mirar a otra parte y ni siquiera defendió al Secretario General de la ONU de los ataques de un país que ha expulsado a una misión creada por el propio Consejo de Seguridad. Marruecos y muchos de sus acólitos vieron en la dejadez del Consejo una oportunidad para enterrar definitivamente el Proceso de Paz e iniciar un nuevo proceso que lleve a la capitulación del pueblo saharaui, siempre amparado por la ONU, utilizando eufemismos, en las diferentes resoluciones, para tratar de cubrirlo de cierta legitimidad.
Los dirigentes del frente POLISARIO, responsables del Proceso de Paz y proceso de negociaciones con Marruecos, han sido muy sabios, sosegados, serenos y sobretodo conscientes de la enorme responsabilidad de llevar a su pueblo hacia la autodeterminación, si es posible, sin el trauma de otra guerra. Mohamed Abdelaziz, Mahfoud Ali Beiba, Bujari Ahmed y Mhamed Khadad eran conocidos por su talante, cordura y saber estar. Los mismos habían advertido a la comunidad internacional, una y mil veces del peligro de dejar morir al Proceso de Paz. Hoy todos ellos han fallecido dejando el camino a una nueva generación que no está dispuesta a pudrirse en medio del desierto. Una generación cansada de Marruecos, de la ONU, del Proceso y preparada para iniciar una nueva etapa en la lucha por la independencia nacional.
EL talante de los dirigentes saharauis es la antípoda de los responsables marroquíes encargados del proceso. El Hima, Mansouri, Bourita y Hilale son verdaderos hooligans de la política que, envalentonados por mamá Francia y por los petrodólares del golfo, han creído, como nuevos ricos, que lo pueden comprar todo. Han corrompido a más de un funcionario para, no solo profundizar en el estancamiento del Proceso de Paz, sino también, para vaciarlo de su contenido original.
En medio de todo esto una nueva generación de saharauis ya no está dispuesta a seguir el juego que hace Marruecos, apoyado por Francia, en la ONU. Entre los saharauis ha calado la idea de que los dirigentes Marroquíes se ha acomodado tanto a la sombra de la ONU (Y FRANCIA) que no ven necesaria una solución dialogada al conflicto y abogan por lograr la capitulación del pueblo saharaui. El Marruecos de hoy, como en 1975, está dudando de la determinación de los saharauis y de su voluntad de hacer todos los sacrificios necesarios para recuperar su tierra y sus derechos nacionales. Hoy, como 1975, queda claro para la mayoría absoluta de los saharauis cree que habrá que demostrar a los nuevos gobernantes marroquíes que el descanso del guerrero ha llegado a su fin. La idea es que la vuelta a la guerra es un paso inevitable en el camino hacia la liberación. También está claro que el Proceso de Paz, en su estado actual, es una vía muerta. Entre los saharauis es unánime el sentimiento de que lucha va a ser larga y difícil y costará más sacrificios pero, también, es la única forma de recuperar los derechos usurpados poner fin a la larga espera. La experiencia de casi 30 años de engaños de la ONU y Marruecos dejan muy poco lugar a las dudas.
El entusiasmo y exaltación popular que recorre hoy los campamentos saharauis ya no tiene vuelta atrás. Ninguna iniciativa que lleve a volver al status quo va a dar resultados. El escaso seguimiento a la reciente resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, prorrogando el vacío mandato de la MINURSO, y el creciente descontento contra la ONU y hacia cualquier dirigente saharaui que osara defenderla, representan claras muestras de que los saharauis ya han dicho basta al juego que interpreta Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU. La crisis actual del Gargarat solo ha sido la gota que colmó el vaso de la paciencia de los saharauis.
Durante décadas la ONU y su misión en el territorio (MINURSO) ha intentado enterrar vivos a los saharauis. Las reiteradas advertencias de Mohamed Abdelaziz, de Mahfoud Ali Beiba, de Bujari Ahmed y de Mhamed Khadad cayeron en saco roto. Mientras Francia utilizaba a la ONU para propagar y cobijar la propaganda de El Hima, Mansouri, Bourita y Hilale. Así , la ONU prosiguió amparando las provocaciones del régimen marroquí y ni siquiera pudo defender a su Secretario General, Ban Ki Moon, cuando sufrió la ira y el desprecio de la monarquía Alauí. La ONU miró a otro lado cada vez que los aparatos del régimen marroquí torturaban, mataban o encarcelaban a civiles saharauis. La ONU se desentendía de todo el saqueo de los recursos naturales del Sahara Occidental y bendecía todas las ceremonias musicales y deportivas, apertura de falsos consulados y demás parafernalia en un territorio no autónomo, donde, supuestamente, mantiene una misión.
Hoy, gracias a la política del régimen marroquí y a la inacción de la ONU el pueblo saharaui se ha vuelto a unir en torno al frente POLISARIO. Como en 1975, por primera vez en muchos años, se respira una armonía total entre el pueblo y sus dirigentes. Un optimismo inusual inunda a toda la sociedad saharaui y cada vez hay más sensación de que el futuro volverá a estar en sus propias manos, lejos de la ONU y de Francia. En un mensaje, difundido en redes sociales, un grupo de jóvenes combatientes, en una base cercana al muro marroquí, se regocijan de la posible reanudación de la guerra y juran que no respetarían una nueva tregua con Marruecos hasta que no se retire del territorio ocupado. Y es que para muchos saharauis la cuestión ya no es si la guerra se va a reanudar o no, sino como se va persistir en la lucha armada hasta lograr la independencia.
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