Para sus programas de propaganda, Marruecos cuenta con la pasividad de la población autóctona que siempre se ha distinguido por su alergia a la causa desde los tiempos del colonialismo español en el que la mitad de esa población no vaciló en sacar las banderas del PUNS, el partido de Jalihena Rachid, el mayor lacayo de Marruecos en la historia del pueblo saharaui.
El tema es un tabú entre los saharauis pero es un secreto a voces que nadie ignora. Un hecho que la realidad corrobora. Basta con saber que es la única ciudad del Sáhara Occidental a la que el rey Mohamed VI se atreve a visitar.
Para fomentar el turismo en las zonas ocupadas del Sáhara Occidental, las autoridades marroquíes no invierten en las costas de El Aaiún ni Bojador, prefieren la ciudad de Dajla, allá en el Far West del desierto saharaui. Así, para atraer a los turistas, llevan a cabo une inmensa publicidad alabando la presunta magia de los vientos del mar de Villa Cisneros y sus supuestos efectos para el deporte del surf acuático.
Las atracciones de Dajla no se limitan a los turistas. El ocupante marroquí también prolifera las actividades políticas para lanzar en el aire un mensaje de intransigencia y testarudez como para decir « aquí estoy, aquí me quedo y hago lo que me da la gana ». De esta manera, organiza anualmente esa mascarada llamada Forum Crans Montana cuyo presidente, Jean-Paul Carteron calificó a la ciudad saharaui de « futura Florida…y Tanger del Sur ». Un evento al que Marruecos invita a todos sus cabilderos tanto en Africa como en España y al que nunca falta el antiguo presidente del gobierno franquista de Madrid, José María Zapatero.
Y para el colmo, Dajla se ha convertido oficialmente en la capital de los traidores manipulados por Marruecos en un desesperado intento de sabotear el estatuto del Frente Polisario como único representante del pueblo saharaui. Así, mientras los turistas navegan sobre las olas del Océano Atlántico, el nuevo bastardo de los marroquíes, la llamada asociación de saharauis para la paz, navega sobre las ondas marroquíes bajo el liderazgo de Hach Ahmed, uno de los hijos de esta ciudad. Una vergüenza ante la que se callan Mansur Omar y Abdelkader Taleb Omar, dos responsables nativos de la capital de la región de Río de Oro que no vacilan en cavar en el pozo del tribalismo para mantenerse en el poder y conservar sus privilegios.