Estamos conociendo el contenido de una de las sentencias judiciales más importantes de nuestra historia reciente.
Oriol Junqueras ha sido condenado a 13 años de cárcel. Jordi Turull, Raül Romeva y Dolors Bassa a 12 y Josep Rull y Joaquín Forn a 10 y medio. Carme Forcadell, ha sido condenada a 11 años y medio de prisión. Los líderes sociales Jordi Sánchez y Jordi Cuixart condenados a 9 años.
Antes de consideraciones de otro tipo, quiero mandar un abrazo a los condenados y a sus familias. Discrepo absolutamente de ellos, pero en las ocasiones en las que les he visitado en la prisión y cuando he hablado con ellos he podido comprobar su calidad humana y la profundidad moral de sus convicciones. La empatía tiene que ser la emoción que guíe nuestra acción política si queremos vislumbrar algún día escenarios de resolución del conflicto.
Quiero expresar también nuestro rechazo a los discursos que buscan criminalizar a los catalanes y catalanas que hoy se manifestarán pacíficamente en repudio a la sentencia condenatoria contra sus líderes. El derecho de reunión y manifestación es sagrado en democracia.
Respecto a la sentencia, queda claro que hay consenso en el tribunal en que no hubo violencia, algo que era evidente para todo el mundo, también para los mayores adversarios del independentismo.
Pero, más allá de los debates estrictamente jurídicos, esta sentencia pasará a la historia de España como símbolo de cómo no hay que abordar los conflictos políticos en democracia.
Hoy culmina una etapa crucial de un camino que nunca debimos haber empezado a recorrer: el camino de la judicialización de un conflicto político que debió haberse gestionado siempre por cauces políticos.
Hoy hay un tribunal que dicta sentencia, pero esta no pone fin al problema político de fondo, que sigue ahí, irresuelto y agravado por las brechas emocionales producto de la manera equivocada en la que se ha abordado la crisis.
Todo el mundo tendrá que respetar la ley y asumir la sentencia, pero a partir de hoy toca arremangarse y trabajar por reconstruir puentes entre una sociedad catalana dividida y entre parte de la sociedad catalana con la sociedad española.
Recorrer, con sensibilidad e inteligencia política, el camino de la imprescindible reconciliación, sin excluir ninguna vía que pueda ayudar a ella.
Las mismas recetas que nos han llevado hasta esta situación no serán las que nos saquen de ella.
Apelamos a la responsabilidad del conjunto de las fuerzas políticas para abrir una nueva etapa de diálogo que rechace la confrontación y que se marque como objetivo la búsqueda de soluciones políticas y democráticas a un conflicto que nunca debería haber sido judicializado.
Las apelaciones al diálogo deben dejar de ser un recurso meramente retórico y servir para desterrar la idea de una intervención del autogobierno catalán que se ha demostrado fallida y contraproducente.
Respetar el voto de los catalanes es también condición de posibilidad de la reconciliación. Nosotros, humildemente, vamos a intentar contribuir a ello.
Frente a las derechas incendiarias y a un PSOE riverizado que agita el artículo 155 de forma irresponsablemente electoralista, Unidas Podemos tiene que representar otra idea de España basada en la empatía, el diálogo y la fraternidad.
Fuente : Twitter, 14 oct 2019
Tags : España, Cataluña, Catalunya, Pablo Iglesias, Podemos,