Mohammed VI de Marruecos celebró ayer el 20º aniversario de su entronización. Su discurso oculta mal el fiasco de una política caracterizada por el estricto seguimiento de la línea trazada por su padre desde el simulacro de independencia del país en 1956. Una línea basada en el terror y el enriquecimiento de una casta a costa del empobrecimiento de una gran mayoría del pueblo marroquí.
Fiel a sí misma, la prensa francesa que inventó el calificativo de « Rey de los pobres » aprovechó la ocasión para verterse en elogios y alabanzas al país que es su primer aliado y caballo de Troya en Africa.
Parece ser que Madrid aprendió de su vecino del norte que el rey de Marruecos es alérgico a las críticas y muy sensible a las alabanzas y elogios. Es probablemente lo que explica que los tres últimos presidentes de gobierno españoles se hayan vertido en sendos artículos de adulación a la monarquía medieval marroquí.
La principal ceremonia de la « fiesta del trono » como la llaman en Marruecos es el juramento de lealtad hacia el soberano alauita. Los líderes españoles decidieron expresar su lealtad en las columnas de los diarios de mayor venta en España. Pedro Sanchez en El País y Rajoy en ABC se fundieron en sendos artículos para clamar su avasallamiento al país que está detrás de los peores atentados terroristas que España haya conocido en su historia contemporánea. Al mismo tiempo, Zapatero ocupaba la portada del diario de palacio marroquí Le Matin. Parece ser que los dirigentes españoles quieren envíar un mensaje de unanimidad en el apoyo a Marruecos.
Esta iniciativa indica que el chantaje marroquí ha sido coronado por un radiante éxito. España entera está de rodillas ante Mohamed VI por miedo a que suelte de nuevo sus terroristas y los miles de subsaharianos y marroquíes que sólo esperan una señal para saltar al agua en dirección a las costas andaluzas.
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