Un gobierno emplea todos los recursos del Estado para hundir sus rivales políticos recurriendo a todo tipo de artimañas. Los principales medios de comunicación se prestan gustosos a participar en el juego difundiendo informaciones no constrastadas o directamente fabricadas. ¿Fue en Venezuela ? ¿En Rusia, quizá ? Pues no. Fue en España.
Si no han oido hablar demasiado del « Spanish-gate », no se cumplen, yoi tampoco. Quizás les suceda como a mí, que cuando se supieron los últimos datos del asunto, estaba en el peor lugar para enterarme bien de todo esto : en España.
La trama fue destapada en 2017 por los periodistas Patricia Lopez y Carlos Enrique Bayo. Dos años después, un juez se lo topó mientras investigaba otro caso y sacó a la luz lo que los autores de la investigación llamaron « las cloacas del ministerio del Interior ».
Por algún extraño motivo, su investigación, muy seria, no fue emitida por ninguno de los grandes canales de televisión. Y eso que se hizo un documental para facilitarles la tarea, pero ni por esas. Los periodistas descubrieron que, desde el ministerio del interior de España, con el apoyo de un grupo de policías corruptos, se realizaban operaciones de espionaje contra figuras políticas que el « establishment » consideraba incómodas.
Los conspiradores del ministerio, entre ellos el ex-ministro Fernande Díaz, se valieron de unos medios de comunicación serviles y complacientes con el poder. Y de esto España está tan bien servica como de jamones y vinos.
El modus operandi era el siguiente : el ministerio del interior espíaba y, si no encontraba nada comprometedor en el objetivo, le bajaba a los medios mayoritarios una patraña que lo perjudicara. Oyeron hablar de que el partido Podemos había sido financiado por los ayatolás iraníes y por los bolivarianos chavistas venezolanos ? Pues parte de esta « información » salió, precisamente, de esta trama y fue urdida en las más altas esferas del Estado español.
Pero si resulta chocante lo mucho que en aquel entonces hablaron la prensa mayoritaria y los partidos sobre escándalos simulados, qué decir del mutismo o el desinterés que muestran ahora que los motivos para el escándalo son reales. El espacio que los medios están dando en la actualidad a todas estas tramas es más bien secundario y ni se molestan en fingir indignación ni mucho menos exigir, aunque sea, una citación de loa cargos políticos implicados. Y ese rancio olor a cloaca que se percibe cuando los grandes medios destacan hasta la extenuación qué bebe un político de la oposición, con quién se acuesta o pos¡r cuánto se hipotecó, se vuelve verdaderamente nauseabundo cuando, además, callan las operaciones ilegales en las que el Estado emplea el dinero de todos los españoles.
Fuente : RT
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