Por Ricardo Sánchez-Serra
Marruecos tiene una gran embajada en Lima, no ha invertido un dólar en el país y su relación comercial es casi nula. Solo se explica su existencia para tratar de evitar que el Perú restablezca relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).
El rey marroquí Mohamed VI no quiso venir a Lima para asistir a la III Cumbre América del Sur-Países Árabes (ASPA) y es más la embajadora marroquí Oumama Aouad le mintió a la Cancillería peruana al reconfirmar que vendría, sabiendo que su gobierno había programado para esa fecha la visita del presidente español Mariano Rajoy a Rabat, haciendo estéril el viaje de 9.000 kilómetros del entonces ministro de Relaciones Exteriores Rafael Roncagliolo para invitar al monarca y desairando a la Cancillería y al gobierno peruano.
La embajada invierte millonarias sumas en regalos, agasajos y en invitar a políticos y periodistas a Marruecos, como una forma asolapada de soborno. En otros países los viajes sufragados por gobiernos extranjeros fueron prohibidos ante el riesgo de que fueran usados por distintos lobbies como un medio para sobornar a los congresistas.
Pretenden impresionar a los gobiernos afirmando que harán inversiones millonarias. Y no invierten nada. Se presentan como la puerta al mundo árabe y ya sabemos que cada país árabe es un mundo diferente.
Amenazas
Cuando algunas naciones intentan establecer relaciones diplomáticas con la RASD, los marroquíes abren inmediatamente embajadas en ellas y mediantes sus lobbies tratan de bloquear dicho propósito. Incluso utilizan a ex presidentes para buscar políticos influyentes que entorpezcan la decisión. Y si ya sus embajadas están instaladas, amenazan a los gobiernos con cerrar sus sedes y trasladarse a otro país, cosa que hacen provisionalmente porque después regresan y tratan de obstaculizar la labor de las embajadas saharauis. Asimismo, engatusan al decir que retirarán sus “millonarias” inversiones, porque no las hay.
Actualmente cuando diplomáticos saharauis visitan a los países de América Latina, los marroquíes los espían y después piden entrevistas con quienes ellos hayan conversado. Incluso, tratan de entorpecer los eventos pro saharauis boicoteándolos o enviando a gente que grite o insulte a los expositores, como sucedió en los locales del Colegio de Abogados de Lima y de la Federación de Periodistas del Perú.
El quid de la cuestión estriba que los marroquíes mediante mentiras, fácilmente comprobables, tratan de cambiar la historia de África del Norte y ocultar el fallo adverso del Tribunal de Justicia de La Haya, que claramente declara que “no existe ningún vínculo de soberanía territorial entre el territorio del Sahara Occidental y el reino de Marruecos y la entidad mauritana”, además existen cientos de resoluciones de la ONU que apoyan la descolonización y los legítimos derechos del pueblo saharaui. El Tribunal concluye que no ha encontrado vínculos jurídicos de tal naturaleza que puedan afectar a la aplicación de la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General a la descolonización del Sáhara Occidental y, en particular, al principio de autodeterminación a través de la libre y genuina expresión de la voluntad del pueblo del territorio”. (16 de octubre de 1975).
Además con el propio voto de Marruecos, las Naciones Unidas consideraron al territorio del Sáhara Occidental como “No Autónomo”, pendiente de descolonización.
La verdad
Los saharauis no son marroquíes. Eso que quede claro. Quieren su independencia. Marruecos invadió un territorio que jamás fue suyo, “anexión” que no es reconocida por ningún país del mundo; además que no se puede convalidar de hecho una ocupación ilegal, porque sería un peligroso precedente y cualquier Estado podría invadir otro sin que tenga alguna sanción.
Los gobiernos, si se aprecian de defender el Derecho Internacional, los principios de la libre determinación de los pueblos y de respetar los fallos de las cortes internacionales, garantías de la paz internacional y de la convivencia civilizada, deben respaldar al pueblo saharaui y acelerar su libre autodeterminación y evitar así que Marruecos siga ejecutando el genocidio.
El Perú reconoció en 1984 a la RASD. En 1996, sin explicación, “suspendió” las relaciones diplomáticas, que hoy deben ser reanudadas por equidad y justicia. En otros países, como Sudáfrica, México, Argelia, Uruguay, El Salvador, entre muchos otros, ondean la banderas saharaui y marroquí en sus embajadas, esperando el resultado de las negociaciones en el marco de la ONU. ¿Por qué, entonces, no se permite la reapertura de la embajada saharaui en nuestro país? ¿Es tan poderoso el lobby marroquí?
Los marroquíes aplican el silencio informativo, no quieren que se discuta este tema porque no tienen argumentos válidos. Mienten tanto que ofenden a la inteligencia. Por eso, no pretendo que crean “mi” verdad, sino “la verdad”. Investiguen, no se dejen convencer fácilmente. Que aflore la verdad, el conocimiento. Parafraseando a Nietzsche a los marroquíes hay que decirles: “lo que me anonada no es que me hayan mentido, si no que en lo sucesivo no podré creerles”.
Fuente : generaccion, 19 sept 2013
Tags : Sahara Occidental, Marruecos, América Latina, El Salvador, Perú, Caribe,
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