Ahmed Benchemsi
Imagínese que el jefe del Estado francés sea también propietario de la mayor sociedad financiera privada del país. ¿Difícil de concebir? Espere, esto es sólo el comienzo. Imagínese igualmente que el Secretario General del Elíseo sea PRESIDENTE de esta sociedad financiera. Imagínese que el jefe del Estado francés, justamente se haya transformado en el hombre de negocios más potente de la República y posee igualmente una multitud de empresas a su nombre, que obtienen concesiones o mercados públicos a diestra y siniestra. ¿Inconcebible, dice usted? Aun no hemos terminado. Imagínese ahora que el Primer Ministro prevea, por decreto oficial, invertir millones de euros de dinero público en una sociedad privada que pertenece al Secretario General del Elíseo…Y finalmente el golpe de gracia: ¡imagínese que la sociedad en cuestión sea una empresa fantasma sin locales ni personal y que presenta – para rematar – cifras falsas en la guía del plan de negocios!
Si solamente la décima parte de todo esto fuera verdad, el presidente francés caería de inmediato arrastrando consigo al gobierno, e incluso a la V República. Pero lo que para Francia es sólo una ficción increíble, es la cruda realidad de Marruecos, un país amigo y aliado.
Para todos aquellos que aún lo ignoran, el rey Mohammed VI es efectivamente accionista mayoritario del grupo SIN (Sociedad Nacional de Inversiones), que comprende el banco privado más grande del país, el mayor operador minero y la mayor cadena de distribución del reino, entre otros. El hombre que dirige ese tentacular conglomerado, cuyo volumen de negocios equivalía hace algunos años al 8% del PBI (Producto Interior Bruto), se llama Mounir Majidi, quien ocupa al mismo tiempo la función de secretario particular de Mohammed VI.
Argucia que lo sitúa como el colaborador más cercano del soberano, es él quien organiza su agenda diaria, sus citas, filtra las informaciones que recibe, etc. Esta doble función convierte al señor Majidi en el hombre más detestado por los círculos de negocios marroquíes. Con razón: les hace a nombre del rey, una competencia tan despiadada como desleal, valiéndose de su influencia desmesurada sobre organismos financieros como la Caja de depósito y de gestión*, el Ministerio de Hacienda, el Servicio de impuestos, etc. Empero el hombre de negocios de la monarquía no olvida sus propios intereses, también es propietario de varias empresas que operan en diversos sectores, Majidi no vacila en mover las palancas oficiales de las que dispone cuando se trata de defender sus negocios personales.
El caso BaySys, revelado hace dos semanas en el blog del autor de estas líneas, ilustra, llevando a la caricatura, el mecanismo implacable del « Majidi business » hoy en el centro de la corrupción del Estado en Marruecos
No hay que olvidar que en 2010, el secretario particular de Mohamed VI entra en contacto con BaySys, un fabricante usamericano de equipos aeronáuticos que anda buscando un socio financiero que lo saque de apuros. Pero Majidi en vez de sacar su chequera personal (ya que posee todos los medios), lo dirige a la Royal Air Maroc (RAM). Es pues dicha compañía aérea pública la que deberá desembolsar los aproximadamente 25 millones de Euros que BaySys necesita, sangrando el dinero del contribuyente…y de paso Majidi sustrae la parte que le corresponde por dicha transacción. Para tales fines el Secretario particular del rey crea en agosto de 2010 BaySys Morocco, una empresa fantasma sin locales ni personal que él controla 100% mediante otras dos sociedades fantasmas.
Algunos meses más tarde, un decreto oficial del Primer Ministro marroquí Abbas El Fassi autorizó a la Real Aire Marruecos (RAM) a reclamar su parte a la BaySys Morocco. Para rematar las previsiones que justifican estas inversiones son particularmente versátiles. Se previó igualmente que la sociedad del señor Majidi realizara un volumen de negocios de 45 millones de euros y un beneficio neto de 4,3 millones de euros… ¡a partir de su primer año de ejercicio y sin que ninguna hipótesis de cálculo ratificara estas cifras increíbles! Lo más aberrante es que dichas previsiones inverosímiles pudieran franquear sin ninguna modificación, cinco niveles superiores de verificación del Estado marroquí: La propia RAM, el Ministerio de Hacienda, el despacho del Primer Ministro, la Secretaría General del Gobierno y finalmente el Banco Central, que publicó algunos meses más tarde las mismas cifras, tal cual, en un documento interno.
¿Será que todos los altos funcionarios marroquíes son incompetentes? Por supuesto que no. Solamente, a partir del momento en el que se implica en un proceso al todo poderoso Secretario particular del rey, los empleados del Estado, sin importar la jerarquía de su cargo, firman lo que se les pide firmar sin hacer preguntas.
Al final la inversión no tuvo lugar ya que el negocio se descubrió por razones que aún no se han esclarecido (a pesar de los múltiples intentos de poner sobre el tapete el tema, los responsables de BaySys International se quedaron callados). Sin embargo la manera en que todo esto se arregló ilustra la naturaleza del régimen marroquí: un sistema donde los conflictos de intereses reinan y donde el tráfico de influencias está en su apogeo, al más alto nivel del Estado y con la complicidad de las autoridades elegidas.
Abbas El Fassi, jefe de un partido político y antiguo Primer Ministro que firmó el decreto BaySys, es también, incidentalmente, el padre de Fihr El Fassi, antiguo Director General de una de las sociedades del Sr. Majidi. La sociedad en cuestión, FC COM, domina el mercado de los carteles publicitarios en Marruecos, gracias a las condiciones extremadamente ventajosas concedidas por las alcaldías y las oficinas públicas. Salaheddine Mezouar, otro jefe de partido y antiguo Ministro de Hacienda y cofirmante del decreto BaySys, es también uno de los necesarios e inevitables cortesanos de los círculos allegados al reino. Recientemente lo pescaron con la mano en el saco por haberse concedió primas mirobolantes como pago a un intercambio de favores con Noureddine Bensouda, actual tesorero general del reino, antiguo director de los impuestos y otro miembro de la Corte real. Y así sucesivamente…
El año pasado, Marruecos también había vivido su “primavera árabe”. Enfrentando a manifestantes que reclamaban la democracia, Mohamed VI había hecho promulgar una nueva Constitución capaz de instaurar la “buena gobernanza” y la “rendición de cuentas”. Una reforma calificada entonces de “ejemplar” por Nicolás Sarkozy y de “histórica” por Alain Juppé. Juzgue mejor usted: el artículo 36 del nuevo texto fundamental prohíbe expresamente… ¡el tráfico de influencias! , delito castigado con una pena que oscila entre 2 y 5 años de prisión por el artículo 250 del código penal marroquí.
Pero en Marruecos, la teoría es una cosa y la práctica es otra. ¿Qué fiscal estaría tan loco como para atreverse a entablar acciones judiciales contra Mounir Majidi, o en general contra los miembros de un clan encubierto por el rey en persona?
Jaafar Hassoun, un juez que había intentado cosquillear los allegados del monarca, fue excluido en2011 de la magistratura, inhabilitado en el ejercicio de la abogacía y acosado para que abandonara toda veleidad de lanzarse en política.
En ausencia de contrapoderes funcionales, la gran corrupción campea libremente en Marruecos, ante la apatía creciente de una opinión pública desengañada por tanta duplicidad. La prensa independiente que en un pasado reciente se mostró valiente y agresiva, ya no es ni la sombra de lo que fue, vencida por un decenio de persecución judicial y económico. El señor Majidi quien es igualmente el primer anunciante publicitario del país ha demostrado ampliamente su capacidad de boicotear diarios empujándolos a la quiebra. En la actualidad, los títulos de prensa más valientes todavía pueden sujetar con alfileres segundos cuchillos como los Sres Mezouar o Bensouda. Pero tan pronto como se acerquen al primer círculo real, silencio general.
Es revelador que el caso BaySys que simultáneamente hizo un buzz (ruido) intenso en Internet y las redes sociales (generando incluso el hashtag #MajidiGate en Twitter), no haya sido ni siquiera mencionado por un solo periódico marroquí; En cuanto al gobierno islamista de Abdelilah Benkirane, elegido por su promesa de luchar contra la corrupción, está igualmente silencioso. Y para decirlo todo, simplemente fuera del tema.
* La Caja de depósito y gestión (CDG) es una institución financiera marroquí, creada bajo la figura de establecimiento público el 10 de febrero de 1959 por Mamoun Tahiri. Su papel central es recibir, conservar y administrar recursos de ahorro que, debido a su naturaleza o a su origen, requieren una protección especial. La CDG centraliza el equivalente del 35% de las existencias de ahorro institucional y suma cerca de 100 mil millones de dhs (dirhames marroquíes) en activos bajo gestión. Es el principal inversor en valores del Tesoro con un 50% aproximadamente de los activos administrados.[Nota de Tlaxcala según la wikipedia]
Fuente : Tlaxcala, 8 jul 2012
Tags : Marruecos, corrupción, Mohamed VI, Mounir Majidi, clientelismo,