Declaraciones de Jacques Soustelle à « Sud-Ouest »
Burdeos, 22 sept 1960.- El periódico « Sud-Ouest » publica unas interesantes declaraciones del ex-ministro del Sáhara, Jacques Soustelle, sobre la independencia de Mauritania y las reivindicaciones marroquíes.
Tras señalar que el próximo 28 de noviembre nacerá como estado soberano e independiente « la República Islámica de Mauritania », subraya el hecho insólito de que este certificado de « madurez política » está siendo objeto de discusión no por parte de un Estado colonialista europeo, sino por « un Estado de los llamados « árabes », él mismo islámico e independiente : Marruecos.
Recuerda Soustelle que Allal El-Fassi, entre otros ha reclamado muchas veces la anexión de Mauritania al Reino de Mohamed V, y que el gobierno marroquí, no contento de hacer suya oficialmente esta exigencia, ha comenzado una acción política concreta en este sentido. Y a continuación comenta :
« Así se ha creado una situación muy pintoresca, en la que un país africano y musulmán ve que se le rechaza el derecho a ser independiente por aquellos mismos que atruenan al mundo con sus voces para exigir que la independencia sea otorgada a quien quiera que sea, como sea y con los magníficos resultados que se pueden constatar en el Congo, por ejemplo.
Las reivindicaciones marroquíes sobre Mauritania no son más que un aspecto de una tendencia anexionista más general : se trata, para los marroquíes, de extender el imperio cherifiano hasta el Senegal, absorbiendo el Sáhara español, toda la parte occidental del Sahara francés (en conjunto el departamento del Saoura) y, en fin, Mauritania.
Se fundan estas reclamaciones en bases históricas ? Si remontamos a los orígenes, estaremos obligados a dar la razón a los mauritanos cuando arguyen, no sin humor, que es su país el que debería anexionar Marruecos y no a la inversa.
En efecto : son precisamente los moros, los bereberes islámicos Sanhaja, guerreros intrépidos y creyentes irreprochables, los que remontando el Sáhara hacia el norte en una extraordinaria campaña, crearon en el siglo XI un inmenso imperio que englobaba Marruecos, el oeste de la Argelia actual y toda la España musulmana. Se les llamaba el Murabitín, « los marabús » u hombres santos, que ha dado origen al nombre de la dinastía de los almoravides. Fundadores de Marrakech y de Tlemcen, reinaron surante un siglo sobre las dos orillas del Mediterráneo occidental, llevando el jefe de la dinastía el título sagrado de Emir (comandante) de los musulmanes. M. Mokhtar Ould Daddah, si quisiera seguir la trayectoria de sus ilustres predecesores, podría, pues, reivindicar Marraquex, Tlemcen y Sevilla, por lo menos, con tanta razón como Mohamed V reivindica Nouakchott y Atar ».
En opinión de Jacques Soustelle, ningín título histórico significa gran cosa en estos confines saharianos, en los que confederaciones de tribus nómadas se hacen y deshacen en el curso de los siglos de la misma manera que las arenas movibles del desierto.
Los objetivos marroquíes, añade, están dirigidos hacia puntos más tangibles : el carbón de Colomb-Béchar y el hierro de Garadjebilet, en el Sahara francés (con la esperanza, por otra parte, de encontrar petróleo en el valle del Sahoura) ; en Mauritania, el cobre de Akjouje y la colosal mina de hierro de Fort-Gouraud.
El ex-ministro francés del Sáhara termina preguntándose si las Naciones Unidas darán la razón a Marruecos y rechazarán el reconocimiento de la independencia de Mauritania, « cosa muy posible en esta Asamblea, en donde, muy a menudo, la razón, la ignorancia y el prejuicio sirven de ley ». En este caso, asegura, surgirán desórdenes y se creará una nueva zona de peligro en Africa.
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