LAS ESTRELLAS
Por Benda Lehbib Lebsir
Esa gente que sabe cómo, cuándo y dónde hacerse presente con un abrazo, una palabra, o un me quedo. Esa, es imprescindible.
Dicen que creer que algo es posible, es el primer paso para hacerlo cierto, dicen. También dicen que, cuando piensas en positivo automáticamente, el cerebro empieza a mandar mensajes positivos y todo lo que te rodea pasa a ser positivo. Que es un poco cuestión de cómo vemos las cosas, como concebimos lo que nos rodea, pero sobre todo; como nos tomamos las situaciones.
Y como siempre digo, hay momentos en los que nos tomamos un café con la suerte, y otras, la suerte se toma el café con nosotros. Pero entre una y otra ronda, siempre cabe un poquito la imaginación.
Microcuento:
El cielo azul ejercía una influencia sobrenatural en ella. La atraía como un imán que no ofrece posibilidad ninguna de resistirte. Implacable, fuerte y potente. Una fuerza que te absorbe, que te emboba y te cautiva, sin tregua y sin remedio.
Bajo él, se sentía como un pequeño punto perdido en la inmensidad. Sin comas ni signos que lo acompañen.
Sin tener esa costumbre, le encantaba salir de paseo por el barrio, de la Daira donde se alojaba. Aquel que conocía como la palma de su mano y donde se sentía libre como un pajarillo. Eran esas noches en las que acababa tumbada en algún lugar del amplio desierto, más allá del límite que marca las cuerdas de las jaimas y de aquella tenue luz que iluminaba aquel pintoresco poblado.
Y así solía perder la noción del tiempo, mientras contemplaba el cielo en las noches claras. El silencio de la noche, solo era interrumpido por algún que otro vehículo que pasaba por ahí. Sentía la fría arena acariciándole la piel, la brisa traía sonidos aislados y singulares, pero extrañamente, nunca la inquietaban.
Ahí se quedaba ella. Ajena a lo que pasara más allá de sus ojos y absorta en su propio mundo. Se dejaba perder en aquel manto de llanuras desérticas, cuya oscuridad se diluía en el fulgor de infinitas estrellas. Algunas de ellas, tímidas y tenues, se ocultaban entre las más resueltas y enérgicas. Y supongo, que de ahí nació el dicho que aquel lugar, era el hotel de las mil estrellas. ¡y que verdad!.
Le gustaba aquello de pedir deseos a las estrellas fugaces. Pensaba que cerrando los ojos hacía más fuerza para que se cumplieran. Que si lo deseaba con todas sus fuerzas se realizarían. Soñadora despierta y empedernida. Cualquier momento era bueno para dejar volar la imaginación, pero cuando las luces se encendían tras caer el sol, era el más especial.
La cuestión era no dejar de creer.
Creía en la magia de las constelaciones y en la fuerza del universo. Ese que dicen que puede conspirar a tu favor para ayudarte a conseguir todo aquello que te propongas. Quizá no sea cierto, pero a todos nos gusta creer en ello.
Creía en la ilusión que mueve a la gente, en la magia de los atardeceres y en el desconocido futuro. En ella misma y en los demás. En el hechizo de la luna y en los deseos por cumplir que prometen las estrellas.
Creía en el valor de la sencillez, por ver tanta vida en aquel lejano lugar y tan pobre de recursos y tan rico en valores, ¡qué curioso, verdad!.
Creía que casi todo es posible, pero sólo si se intenta. Que de nada sirve correr, si no miras lo que pasa delante de tus ojos; mejor caminar y no perderte detalle. Quedarte hasta con lo más pequeño, aquello que pasa desapercibido totalmente, es lo que contarás el día de mañana.
Su imaginación la llevaba a recorrer el universo, de principio a fin, sin dejarse nada, yendo allá donde quisiera en cada momento. Como hacía el Principito, ese cuento que desde que leyó pasó a ocupar un lugar privilegiado en su estantería.
En su viaje conocería a historias y extraños personajes, a cada cual más loco. Hablaría con desconocidos y se engancharía aquel lugar, y cuando volviera a su pequeño planeta, podría escribir muchos cuentos sobre todo, de ellos.
“Hay almas a las que uno tiene ganas de asomarse, como a una ventana llena de sol” (Federico García Lorca)
Benda Lehbib Lebsir.
Fuente: 1saharaui
Tags : Sahara Occidental, campamentos, refugiados saharauis, Tinduf, desierto, magia, estrellas, cielo azul,
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