Por: Ignacio Cembrero
Fuente: Orilla Sur, 02/12/2013
El Gobierno español rehúsa tramitar una petición unánime de la ciudad para no disgustar a Marruecos. La Asamblea ceutí solicitó por unanimidad hace dos años el ingreso en la unión aduanera europea.
Porteadoras
El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas (PP), comentó a este corresponsal en 2008 que la ciudad debía solicitar su incorporación a la unión aduanera europea. El pleno de la Asamblea de Ceuta pidió hace dos años, por unanimidad, el ingreso en la unión aduanera. La llamada Mesa de Economía de Ceuta, que integran las instituciones, los partidos políticos y los agentes socioeconómicos, apostó en junio de 2012 por la entrada en la unión aduanera. En portavoz del Ejecutivo ceutí declaró, en febrero pasado, ante la Asamblea, que Vivas había insistido, en varias ocasiones, al ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y a su secretario de Estado de la Unión Europea, Iñigo Méndez de Vigo, que tramitaran esa iniciativa en Bruselas.
La unión aduanera es a largo plazo la salvación de Ceuta. Es la oportunidad de cambiar su modelo económico. Es su transformación en frontera comercial de la Unión Europea de la que quiso quedar excluida en 1986 cuando España entró a formar parte de lo que entonces era la Comunidad Europea. Permitirá reivindicar con fuerza que en la frontera de Ceuta se abra una aduana comercial que permita exportar legalmente mercancías a Marruecos. El género que, por un valor aproximado de 700 millones de euros al año, atraviesa ahora esa frontera es todo contrabando al que las autoridades ceutíes llaman púdicamente “comercio atípico”. No paga aranceles, pero reparte “propinas” entre aduaneros y policías marroquíes y golpes y empujones y leñazos entre las sufridas porteadoras.
Marruecos, que se queja con razón de que Argelia mantiene cerrada desde hace 19 años la larga frontera común, quiere que la de Ceuta solo esté entreabierta. Rechaza una aduana comercial porque, se teme, mermaría su reivindicación territorial sobre la ciudad. Cuando Marruecos accedió a la independencia, en 1956, el rey Mohamed V insistió en que la aduana comercial de Melilla debía permanecer abierta para poder exportar, a través de su puerto, los minales del Rif. Rabat objeta otorgar el mismo trato para Ceuta. ¿Se atrevería a negarse si la frontera de la ciudad fuese no sólo de España sino de la UE? Probablemente no.
Pero el Gobierno español no se va a gestionar ante la Comisión Europea y el Consejo de Ministros de la UE el ingreso de Ceuta en la unión aduanera por mucho que lo solicite por unanimidad su Asamblea y el Congreso de los Diputados en una proposición no de ley votada en noviembre de 2009.
Por si aún quedaba alguna duda Méndez de Vigo lo dejó claro durante su primera visita a Ceuta a finales de noviembre. Afirmó, entre otras cosas, según la prensa ceutí, que pedir la incorporación es una iniciativa que debe presentarse “con mucha potencia interna”. ¿No hay ya absoluta unanimidad? Aconsejó que se haga previamente “una reflexión”. ¿No hay estudios económicos que lo avalan? Aseguró que el Gobierno “escuchará con la mayor atención” a la ciudad. ¿No se ha pronunciado ya en múltiples ocasiones desde hace dos años? Por último se preguntó “si es el momento procesal” para dar ese paso.
Y Vivas, tan partidario en su día de la unión aduanera, dio la razón a su huésped. “Una a una se van cerrando todas las puertas abiertas en el Plan Estratégico para implantar un nuevo modelo económico y sacarnos del callejón sin salida en el que estamos metidos”, se lamentó Mohamed Ali, el líder del principal partido de la oposición, expresando una opinión generalizada. La oposición y los sindicatos no se plantean, sin embargo, movilizaciones para que se cumpla el acuerdo alcanzado en la Asamblea en 2011.
Las palabras de Méndez de Vigo tratan de disimular la realidad. El Gobierno español teme una reacción de Rabat a esa iniciativa; no quiere tensiones con un vecino que colabora en la lucha contra la inmigración irregular, según fuentes diplomáticas y gubernamentales conocedoras de este asunto.
Rabat ha impuesto, a principios del otoño, una reordenación del lado español de las fronteras de Ceuta y Melilla que obliga a los contrabandistas a pasar por unos pasos y no por otros. Para intentar disuadirles de que crucen por Tarajal y Beni Enzar, las dos grandes fronteras internacionales, policía y guardias civiles acaban exigiendo facturas a viajeros que transportan… cuatro cajas de galletas. “No es una medida de control de la mercancía ni de la factura; es una medida para evitar que salgan bultos por la frontera porque las autoridades marroquíes lo han pedido encarecidamente”, reconocía el Jefe Superior de Policía de Ceuta, Pedro Mélida, en el diario El Faro. Y añadía: “al igual que ellos [los marroquíes] colaboran en otras cosas”. No mencionó la palabra, pero se refería a la inmigración.
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