El régimen de Mohamed VI acaba de perder una histórica ocasión para reconciliarse con la región del Rif. Bastaba con acceder, aunque sea parcialmente, a algunas de sus reivindicaciones sociales. Procediendo de la manera contraria, los dirigentes marroquíes no hacen más que exacerbar los sentimientos de frustración del pueblo rifeño y amplificar la estrecha que les separa de la región que ocupa mediante el fuego de las armas.
Los rifeños no sólo han visto alejarse su sueño de tener su propia universidad y centro oncológico. También vieron cómo sus hijos languidecen en la prisión en condiciones infrahumanas con sus respectivas dósis de tortura física y psicológica.
El resultado de todo ello para el pueblo rifeño es una combinación de sentimientos de indignación y humillación con la reafirmación en la creencia de la imposibilidad de entendimiento con un Estado visto como agresor e incapaz de entender las necesidades de una región marginada desde hace décadas.
Los rifeños no olvidarán el 2019, el año del injusto juicio contra los activistas rifeños y el año en que la población del Rif vió sus sueños evaporarse por los aires. El año en que se convencieron de que no hay nada que hacer con el Majzén. El año en que el independentismo pasa a ser la única opción para mejorar el día a día de los rifeños.
La indignación, orgullo herido, agravio, rabia y perplejidad son sentimientos que ahora coexisten tanto con el convencimiento de que “no hay nada que hacer con el Estado español” como con la determinación de seguir luchando pero por otros métodos : reivindicando la independencia.
Por ello, un grupo de militantes rifeños decidió mover ficha. Procedió la semana pasada a la creación del Congreso de Republicanos Rifeños.
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