« El pueblo saharaui desea vivir en paz y mantener relaciones económicas amistosas con sus vecinos marroquíes, mauritanos y argelinos. Pero tienen que respetar nuestros derechos. Si es preciso luchar, lucharemos. El pueblo saharaui no es un ganado de camellos o de cabras que se pueda vender o comprar », dijo Jatri Uld Yumani, procurador en Cortes y presidente de la Yemaa (la Asamblea de notables tribales saharauis, en una declaración recogida por el diario ABC.
Esta declaración define el contexto en el que se ha tomado la foto en blanco y negro de esta dama saharaui con su fusil y su hijo en brazos. España mintiendo a los saharauis de que se respectará su voluntad mientras participa con Marruecos en la puesta en escena de la llamada « Marcha Verde ». La discreción de marroquíes y españoles no contribuyó a apagar el fuego de los rumores a los que dió la implantación del toque de queda en todo el territorio bajo administración española. La parte oriental del territorio fue evacuada por las tropas españolas y el ejército marroquí penetró en ella el 31 de octubre de 1975.
Para bloquear cualquier tentativa de salida de los saharauis, las autoridades españolas impusieron medidas como la de prohibir la venta de carburante a los saharauis. El ABC del 1 de noviembre de 1975 refleja la preocupación de los saharauis : « Los saharauis nos sentimos inquietos al ver cómo se evacua a las mujeres y a los niños y a los civiles y sólo permance el Ejército. Porque iremos a la guerra si no se tienen en cuenta los intereses saharauis ».
Unos días después, la población saharaui ya no tenía la menor duda sobre las intenciones del colonialismo español y de su aliado marroquí. El Frente Polisario lanzó un llamamiento para que los saharauis se preparen para la guerra contra Marruecos. Miles de hombres, mujeres, niños y ancianos salieron de todos los puntos del Sáhara en dirección a los territorios evacuados por España y a los que todavía no llegaron los marroquíes.
Se montaron campamentos en Amgala, Tifariti, Bir Lehlu, Mahbes, Guelta Zemmur, Um Dreiga. Los hombres estaban en la línea del frente en Farsía, Echedería y Dajla. Las mujeres pidieron empuñar las armas para defenderse en caso de que le invasor llegue a los campamentos civiles.
En esos momentos, un fotógrafo inmortalizó esta instantánea en blanco y negro de Nueina Edjil con su hijo y su pistola ametralladora MAT-49 de fabricación francesa. A causa de las condiciones difíciles de vida en ese momento, su hijo no encontraba leche en las mamas de su madre. Sólo tenía el humo de las armas como biberón mientras Occidente, en nombre de la lucha contra el socialismo, conspiraba contra su pueblo.
La otra foto en color fue tomada 45 años después. Nueina sigue viviendo entre los suyos en los campamentos de refugiados en Tinduf, en el suroeste de Argelia y su hijo está más dispuesto que nunca a tomar el relevo para defender la causa por la que su madre se sacrificó durante décadas.
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