Frustrada una masacre islamista en Sevilla. La policía evita un atentado inminente durante la Semana Santa sevillana. Detenido un yihadista del ISIS que iba a inmolarse durante las procesiones de Sevilla. Terrorista islámico pretendía detonar “la madre de Satán” junto a un paso de la Semana Santa de Sevilla.
Son algunos de los titulares de prensa e informaciones aparecidas el miércoles 18 de abril. Un terrorista del ISIS lo tenía todo listo para provocar una gran masacre durante la Semana Santa de Sevilla, pero la policía logró evitarlo in extremis. Hasta ahí lo que ha quedado del suceso. “Estaba matriculado en la universidad, hay que expulsarlos a todos por precaución”, comentaba alguien en Twitter a los pocos minutos de conocerse el frustrado atentado. “Hemos estado a punto de sufrir un terrible atentado en Sevilla y ni Presidente de la Junta, ni el alcalde ni representantes de la comunidad musulmana se han pronunciado. Sí lo ha hecho Vox. Votaré a quien me defiende”, comentaba otra usuaria.
Tras los titulares y las reacciones, las sensaciones quedan y las noticias se desinflan. Pero la realidad, aunque ya no nos interese mirarla, sigue su camino. Más tarde supimos, ya sin el foco informativo y con la idea anclada en el inminente atentado, que el registro de la casa de Zouhair el Bouhdidi, de 23 años, acabó con la incautación de un ordenador desde el que el joven habría lanzado mensajes radicales en foros yihadistas. Nada más. De material químico para la fabricación del explosivo conocido como “la madre de Satán”, con el que se iba a detonar junto a una procesión, ni rastro. Ni rastro de ese ni de otro tipo de explosivos o material para fabricarlos. El atentado, como han explicado días posteriores las fuentes policiales, “no era inminente, no había un plan”. No había nada, excepto titulares de prensa que lo aseguraban de forma escandalosa. Hay más.
El presunto yihadista tampoco fue detenido en el momento en el que conocimos la noticia, sino una semana antes. El pasado 9 de abril, Zouhair viajaba con su familia a Marruecos para visitar a una abuela enferma. Fue entonces cuando la policía española dio órdenes a la policía de Marruecos para que detuvieran en su suelo al presunto yihadista. Tras una semana de detención en suelo marroquí, Zouhair confesó unos planes que estaban en su cabeza y que incluían todo lujo de detalles, unos planes que, según el relato de la propia policía española, estaban lejos de poder ponerse en práctica. La sucesión de hechos deja algunas preguntas que quizá deberíamos hacernos: ¿por qué la investigación de la Audiencia Nacional esperó a que el presunto yihadista pisase suelo marroquí para activar su detención? ¿Cuál hubiese sido el recorrido de este caso si las pruebas e indicios insuficientes para hablar de un atentado inminente hubiesen llegado a un juzgado español? ¿No deberíamos querer juzgar en España a quien ha intentado atentar contra nuestro país? ¿Por qué, con un riesgo potencial, esperaron a que al investigado le surgiera un viaje a Marruecos?
Zouhair ya está en una cárcel marroquí acusado de terrorismo. Los cargos por los que la Fiscalía General del Tribunal de Apelación de Rabat ha ordenado su ingreso en prisión son los de formación de banda criminal, preparación de comisión de un atentado terrorista, apología del terrorismo, incitación a otros a incorporarse a una organización terrorista y propaganda de organización terrorista. De todas las acusaciones anteriores, si uno cruza la información marroquí con la investigación española, sólo se mantienen en pie las que tienen que ver con las actividades de Zouhair en Internet: apología del terrorismo. Es decir: estaríamos ante el caso de un idiota con conexión ADSL. Un idiota marroquí con conexión ADSL.
El terrorismo yihadista es una amenaza grave ante la que no hay otra opción que confiar en el trabajo y la ética de las fuerzas de seguridad para prevenirlo. Pero en esta política de prevención nos encontramos con una paradoja. ¿Cuántas amenazas ultraderechistas se producen cada día en Internet? ¿Hay que tenerlas tan en cuenta como las amenazas de perfil islamista? Las cifras responden. El número de atentados por parte del supremacismo racial supera a día de hoy al número de atentados yihadistas en el mundo, según G. Lapayese, director del Observatorio Internacional de Seguridad. En los últimos tiempos, atentados como el de Nueva Zelanda, con 50 muertos, confirman que la extrema derecha compite ya mano a mano con el yihadismo en la carrera del terror. Sin embargo, a día de hoy no podemos imaginar que, tras los comentarios en foros ultraderechistas fantaseando con bombas durante actos de partidos izquierdistas (por poner un ejemplo reciente), la Audiencia Nacional y las fuerzas de seguridad detuviesen a los autores con tratamiento de terrorismo. Ni que la prensa hablase de atentados inminentes frustrados.
Exagerando un riesgo aumentamos otro. Con cada titular inflando el pánico islamista, el riesgo de atentados de la extrema derecha aumenta. El terrorismo no es un asunto con el que fantasear ni con el que practicar sesgo ideológico. Y se está haciendo. No, en Sevilla no se frustró un atentado inminente. Y sí, a pesar del comentario de aquella usuaria en redes, la comunidad musulmana de Sevilla se pronunció inmediatamente contra todo tipo de actos violentos. Quienes se quedaron con los primeros titulares viven hoy con más miedo. Quienes, además, ceban el miedo por motivos ideológicos son hoy otro verdadero peligro, al nivel del yihadismo.
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