Ignacio Cembrero
OrillaSur, 1/04/2015
El último en ser premiado fue, el 25 de marzo, el ex ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. La Fundación Diplomática marroquí, inspirada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, le otorgó en Rabat su galardón por ser « un gran amigo de Marruecos » y por ayudar a mejorar la imagen del Reino alauí en el mundo. Entre el público, dos miembros del gabinete real aplaudieron a rabiar.
Moratinos es el último de una serie de responsables socialistas españoles agasajados por las autoridades del país vecino. El ex presidente Felipe González figura en cabeza de esa clasificación en la que hay también « pesos ligeros » del PSOE. En febrero recibió su enésimo premio, el Averroes, patrocinado por el rey Mohamed VI. Le fue impuesto en Marrakech por sus acciones « en la promoción de la paz y los ideales humanistas ».
A finales de julio pasado González fue de nuevo invitado personal del rey Mohamed VI en la Fiesta del Trono que conmemora su entronización. El monarca le concedió además, años atrás, el privilegio de poder erigir un chalé en un terreno en la playa exclusiva de Jbila, al sur de Tánger. No lo llegó a construir, pero el pasado verano vendió los cimientos del chalé y la parcela de 5.000 metros cuadrados, valorados en 2,5 millones de euros, al rey Salman de Arabia Saudí, según la publicación online Vanitatis.
El socialista que más ha dado que hablar estos últimos tiempos fue, sin embargo, el sucesor de González en La Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero. El ex presidente fue invitado en noviembre a inaugurar el II Foro Mundial de los Derechos Humanos en Marrakech, boicoteado por casi todas las ONG marroquíes que trabajan en ese ámbito. A mediados de marzo volvió a ser invitado a viajar, esta vez, al Sáhara Occidental. Fue el primer político español de peso en visitarlo desde que, hace 40 años, España entregó a Marruecos su última colonia.
En todos los índices mundiales que evalúan el grado de democratización, el desarrollo del Estado de derecho, Marruecos no sale bien parado. Reporteros Sin Fronteras le colocó, por ejemplo, en el puesto 136 de su clasificación de la libertad de prensa en 2014, al mismo nivel que Zimbabue o por detrás de Venezuela que figura en el 116.
Quizá el índice más global y prestigioso sea el que elabora en Nueva York Freedom House. Ahí Marruecos saca una media de 4,5, a mitad de camino entre las democracias plenas como Norteamérica y casi toda la UE, y los peores regímenes totalitarios, como Corea del Norte, que obtuvo 7 puntos. La nota de Marruecos es idéntica a la de Pakistán y una pizca mejor que la de Venezuela.
¿Aceptarían los dirigentes socialistas españoles ser homenajeados por los regímenes de Pakistán o Venezuela? La respuesta la ha dado, indirectamente, Felipe González al asumir, el 23 de marzo, la defensa de dos de los principales presos políticos venezolanos: el líder opositor Leopoldo López, encarcelado desde hace más de un año, y el alcalde de Caracas, Antonio Ledezma, detenido el pasado 20 de febrero.
Con esta iniciativa González demuestra que, para muchas figuras del socialismo español, hay una doble vara de medir. A los regímenes de América Latina, como el venezolano, se formulan críticas que se aparcan con Marruecos.
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