Historia del Sahara Occidental y su lucha por la soberanía ante la pasividad internacional

Mercedes Garayalde* 

17/10/2010

Un poco de historia

Hasta la llegada de la colonización española, casi en el siglo xx, los saharauis eran pueblos nómadas, distintos a sus vecinos y más parecidos, pero también distintos, de los núcleos sedentarios de Mauritania. El territorio estaría delimitado a norte por el río Dra, al sur por el Cabo Blanco, al oeste por el mar y al este por la hamada (Tinduf, actual punto de los campamentos de refugiados).

A principios de la era cristiana, el Sahara Occidental todavía alimentaba a sus caballos y no a sus camellos. Las invasiones árabes sufridas a partir del año 500 después de nuestra era tuvieron poca influencia, ya que a los árabes de Arabia no les interesaba demasiado el desierto, porque ya lo tenían y conocían en su lugar de origen. En el siglo xi empezó la islamización del Sahara. Primero los almorávides crearon un imperio en el norte de África y llegaron también a España (formando un imperio que se extiende desde Castilla hasta el Níger) y, después, los almohades. En este siglo los sultanes enviaron a ciertas tribus árabes a esa zona del desierto, pequeños grupos, que marcharon junto a algunos beréberes. Y de esta simbiosis entre árabes, beréberes y nativos nació una sociedad lejos de la autoridad de los sultanes y que no tuvo contacto con Europa hasta los siglos xiv y xv. Fue naciendo un idioma propio, el hasania, se consolidó la sociedad saharaui-árabe-berebere con un entramado tribal que no tenía que ver con el marroquí, ya que éste se basaba más en el apoyo o ataque a dinastías reinantes. El nomadeo era la forma de vida, sin propiedad de la tierra y con economía de trueque. La Yemaá, asamblea de notables que se reunían ocasionalmente, estaba compuesta por jefes de tribu (los shej). Los verdaderos descubridores de la costa sahariana serían los portugueses, en su propósito de llegar a Guinea. Mientras los habitantes de Marruecos, los árabes, conocían mejor el Mediterráneo que aquellas costas, los sultanes marroquíes enviaban alguna expedición esporádica, más al desierto mauritano y al argelino, pero sin adentrarse en el Sahara Occidental. No había relación, por tanto, con Europa. Y así siguieron los saharauis hasta el siglo xix.

En 1884, en la Conferencia de Berlín, Europa se repartió África. Alguna compañía inglesa empezó a hacer incursiones pesqueras en la zona. En España, el gobierno de Cánovas decidió anticiparse y estableció una pequeña factoría llamada Villa Cisneros. En diciembre de 1884 España comunicó a otros países la « toma bajo su protección » de todos los territorios de la costa occidental de África desde Cabo Bojador hasta el Cabo Blanco. Nadie objetó menos Francia, que apuntó que Mauritania era su zona y solicitó que se fijaran lindes. En 1902 Francia organizó el « Gobierno General de África y Territorio Civil de Mauritania » y las tribus saharianas rechazaron la penetración francesa, desmarcándose de los mauritanos. Por otra parte, se estableció el « Protectorado de España sobre Marruecos », pero los saharauis siguieron a su aire porque la intervención era, además, solo costera.

En 1956 llegó la independencia de Marruecos de España. Y el ejército marroquí empezó a entrar en el Sahara y a reivindicar territorio. También reivindicaba Mauritania, y lo hizo, además, hasta 1969. En 1958 el Sahara se convirtió por Decreto de Franco en « provincia española ». La población saharaui empezó a sedentarizarse, se emitieron DNI españoles para los saharauis (documentos, curiosamente, que ahora no se reconocen). El nomadeo entró en crisis y en 1970 el 80% de la población era ya urbana. En 1963 se descubrieron los fosfatos y la empresa española Fosfatos de Bucraa inició la explotación de uno de los yacimientos más importantes del mundo. Asimismo, se intuían posibilidades petrolíferas y se consideró el banco sahariano de pesca.

En 1973 surgió el nacionalismo saharaui, con la creación del Frente Polisario. La ONU presionaba para acabar con el colonialismo. Finalmente, en 1974 España aceptó ante la ONU cumplir el protocolo de descolonización y se comprometió a celebrar un referéndum de autodeterminación en seis meses. Marruecos propuso inmediatamente a Mauritania repartirse el territorio. El Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, empero, sentenció que los saharauis son un pueblo propio. No obstante, el 17 de octubre de 1975 España acordó en decisión secreta la evacuación del Sahara para el 10 noviembre y dejar el territorio en manos marroquíes. Así, el 6 de noviembre empezó la invasión denominada la marcha verde ─llamada así porque desde los aviones y en el árido desierto parecía una « mancha verde »─, aquella masa humana de 300.000 marroquíes Corán en mano y franqueada por el ejercito marroquí. El ejército marroquí entró en los pueblos, saqueó y mató. Se dieron a los colonos marroquíes las casas y las propiedades que acababan de expoliar a los saharauis. La mitad de la población saharaui huyo al interior del desierto, que también fue bombardeado con fósforo y napalm hasta que, finalmente, se internaron en el desierto argelino, donde ahora siguen los campamentos de refugiados en torno a Tinduf. El Frente Polisario inició una guerra de guerrilla.

El 14 de noviembre de 1975 se firmaron los Acuerdos Tripartitos de Madrid (ilegales y no publicados en el BOE), por los cuales España cedía la administración a Marruecos y Mauritania, aunque no la soberanía (figura jurídica inexistente). En 1979, Mauritania, pobre y desgastada, se retiró de la intervención militar. Entre 1980 y 1987 los marroquíes construyeron un inmenso muro, que hoy alcanza 2000 Km y que impide el acceso al territorio de la mayor parte Sahara Occidental.

Marruecos actuó en todo momento por la vía de los hechos, tomando posesión tras posesión, y, en la vía diplomática, usando la hipocresía más insultante para ganar tiempo y consolidar su ocupación sin pausa. Así, en 1991, cuando Pérez de Cuellar era secretario general de la ONU, dijo aceptar el plan de paz y el Frente Polisario declaró el alto el fuego. El punto número 1 de dicho plan era celebrar un referéndum que decidiera independencia o integración en Marruecos. Se inició el calvario de hacer el censo, calvario por el continuo boicot de Marruecos, que planteó 140.000 recursos, que paralizaron el proceso en la ONU.

En 1997 James Baker fue nombrado por la ONU enviado del secretario general. Venía del Departamento de Estado de Estados Unidos, se le creía hombre fuerte, lo intentó y lo intentó pero se encontró con la marrullería marroquí y con España una vez más mirando hacia otro lado. Me permito recordar que, conforme al derecho internacional, España sigue siendo potencia administradora y el Sahara Occidental, territorio autónomo en proceso de descolonización. Baker dimitió siete años después, dejando una última propuesta: el Plan Baker, consistente en una primera votación de los saharauis según el censo de 1974 y, si se aprueba, cinco años de autonomía y un referéndum posterior en el que votarían saharauis y marroquíes que ya viven en el Sahara ocupado. Los saharauis, dando muestra una vez más de su sentido de la democracia, dignidad, nobleza y paciencia, aceptaron, aunque se incluyera a 65.000 promarroquíes más en el censo (el censo de votantes es de 147.000). Marruecos, temiendo que, así y todo, perdería del referéndum ¡se negó!

Otra vez tiempo muerto para la legalidad y vivo para la impunidad y, entre tanto, una nueva generación ha nacido y crecido en condiciones infrahumanas en la hamada argelina. Los campamentos de refugiados alcanzan las 200.000 personas. El Sahara Occidental sigue siendo territorio ocupado por el ejército marroquí y se atrae a miles de colonos marroquíes con promesas de propiedades y trabajo. El territorio, de 266.000 kilómetros cuadrados, está dividido por un muro y campos minados. Las riquezas naturales son saqueadas en beneficio de la compañía estatal marroquí ONAREP, que reparte participaciones, participaciones bien aceptadas en el ámbito internacional. Son excepcionales los casos de países como Noruega, que en 2005 retiró sus 42,8 millones de euros invertidos en Kerr-McGee, empresa petrolífera americana que está haciendo prospecciones bajo auspicio marroquí.

Donde estamos…

Las resoluciones de la ONU desde 1960, una detrás de otra, han reconocido los legítimos derechos del pueblo saharaui. Pero el organismo no toma represalia alguna contra Marruecos, que las incumple. El organismo creado para supervisar el plan de paz, MINURSO, no interviene en las sucesivas vulneraciones de derechos en los territorios ocupados. Todo su personal civil es marroquí.

En el mundo ya no quedan más colonias que el Sahara Occidental y Palestina. Timor alcanzó su independencia en 2002 (entre otras cosas, gracias a la determinación de su potencia colonizadora, en este caso Portugal).

¿Y las potencias? Washington enzarzado en Irak y Afganistán. No se pronuncia, pero le incomoda el asunto porque le enfrenta a un aliado de siempre (Rabat). Y, por otra parte, le empieza a interesar mucho Argelia ─por aspectos económicos y por lo que llama lucha contra el terrorismo islámico─. Además, ya se ha caído aquello de que el Frente Polisario era un títere del bloque soviético; congresistas americanos están viajando a los campamentos y uno de ellos, Pitts, declaró recientemente que « los saharauis piden una solución pacífica, son árabes pero políticamente laicos. No han recurrido al terrorismo y, por ello, deberíamos apoyarles ». Así que Marruecos redobla esfuerzos, invierte millones de dólares en empresas dedicadas a los lobbies del Capitolio. Francia muestra su apoyo incondicional a Marruecos, pues siente a Argelia como enemigo histórico.

Entre tanto, si el gobierno Aznar avaló junto con la ONU la Resolución 1495 del Consejo de Seguridad sobre el Plan Baker, el gobierno Zapatero modificó a peor la posición española, diciendo que hay que olvidar tal plan y « alentar una negociación entre las partes ». ¿Qué partes?, nos preguntamos a estas alturas. ¿Qué es lo que hay que alentar? ¿Favorecer el statu quo? ¿Ser cómplice del ocupante? Y así estamos en la actualidad. Podemos decir que la posición es de apoyo real a las posiciones marroquíes, de reconocimiento de la integración del Sahara Occidental como región « autónoma » dentro de Marruecos.

Mientras tanto, el Frente Polisario y Marruecos se han reunido en 2008, 2009 y 2010 (en Viena y Nueva York) y miembros de la Delegación Negociadora saharaui han sido recibidos oficialmente, por primera vez, en el Departamento de Estado de Estados Unidos, lo que motivó que acto seguido Marruecos se negara a reunirse con los mismos responsables del Departamento. ¿Significa algún cambio de posición de la administración americana tras asumir Obama la presidencia?

Christopher Ross (enviado del secretario general de la ONU para el Sahara Occidental desde 2008) ha declarado que « Marruecos y el Frente Polisario siguen en desacuerdo sobre el futuro del Sahara Occidental, una región rica en recursos naturales ». Tal vez se evidencien con este decir parte de las razones de la ocupación, pues si la comunidad internacional dejara de comprar los productos expoliados por Marruecos en el Sahara Occidental, sí que estaría forzando la solución del problema.

Para concluir: ¿hay lugar para la esperanza?

Han pasado 35 años y un pueblo heroico resiste a pesar del cansancio. Los campamentos son un modelo de organización en lo que son los campamentos de refugiados en el mundo. Los saharauis son cada vez seres más preparados en lo intelectual y con más apertura al mundo, su causa despierta cada vez más simpatías entre otros pueblos. La mujer saharaui es protagonista en su sociedad, ha logrado grandes avances, ha sido protagonista de la organización de los campamentos y de la supervivencia de este pueblo. No solo de la supervivencia física, sino también del desarrollo cultural. En 1970 la población era en gran parte analfabeta; hoy en día no solo los niños y las niñas, sino todos los adultos han tenido acceso a la educación. Muchas mujeres, gracias a su aptitud y a la solidaridad de algunos países, han alcanzado estudios superiores y son maestras, médicos y representantes políticas en los organismos oficiales.

Ante el bloqueo del proceso de descolonización que rige la ONU, 74 países han optado por reconocer como país a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y al Frente Polisario como su gobierno. Y el Sahara Occidental participa como país en la Organización para la Unión Africana.

En 2005 estallaron disturbios en los territorios ocupados, en el Aiún, con decenas de heridos y detenidos. Delegaciones de diferentes comunidades autónomas y activistas de derechos humanos no recibieron, ni reciben, permiso de Marruecos para bajarse de los aviones en el Aiún ocupado o son directamente golpeados por policías marroquíes de paisano, como en el pasado mes de septiembre.

En diciembre de 2009 la activista proderechos humanos Aminatou Haidar a su vuelta a casa (Sahara Occidental ocupado) desde Estados Unidos, donde se le había entregado un premio, fue expulsada del Aiún a Lanzarote. Ella, con su admirable valor y tenacidad, evidenció la impunidad, la arbitrariedad y el limbo jurídico al que están sometidos los saharauis. No es que sean « sin papeles », es que puede ser peor, son « apátridas ».

En el territorio del Estado español algunos políticos de uno y otro signo apoyan la causa saharaui y son muchos los ciudadanos y las ciudadanas que lo hacen con militancia, visitando los campamentos, trayendo a los niños en verano, organizando caravanas de alimentos, actos y manifestaciones. Y todavía, a pesar de la profusión de medios militares, políticos y económicos empleados contra el pueblo saharaui, éste es un pueblo que resiste, desde la diáspora o desde uno y otro lado del muro. Y lo hace con una dignidad y entereza que conmueve. Así que es bueno recordar que también el raquítico Vietnam pudo contra el gigante del imperialismo y que David venció a Goliat.

*Mercedes Garayalde es abogada y miembro de la Asociación de Amigos y Amigas de la RASD de Donostia

Sin permiso, 17/10/2010

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