El Pentágono pagó 540 millones de dólares en vídeos yihadistas falsos

Según una revelación de la Oficina de Investigación Periodística, la agencia británica de comunicaciones y relaciones públicas, Bell Pottinger, recibió la cantidad de 540 millones de dólares durante la guerra de Irak. Entre sus misiones, tenía que crear falsos clips de propaganda de Al Qaeda para rastrear a quienes los observaban.

Esta cantidad se habría gastado entre 2006 y 2011, en plena guerra contra Sadam Husein. La agencia de investigación británica obtuvo dicha información del camarógrafo Martin Wells, un antiguo empleado de Bell Pottinger.

Inicialmente, la misión « oficial » de la empresa era crear vídeos para « promover elecciones democráticas ». Pero rápidamente, comenzó a fabricar producciones de un tipo completamente diferente. En primer lugar, creando clips anti-Al-Qaeda, rodados en baja calidad para dar la impresión de que fueron producidos por « televisiones árabes ». Dichas producciones fueron vendidas y transmitidas por los canales locales. De esta manera, el ejército americano, que era el patrocinador, no estaba vinculado a estos falsos reportages.

Videos de propaganda entrampados

Más tarde, la compañía comenzó a crear videos de propaganda falsos firmados por la organización terrorista, la parte más « sensible » de su misión, según Martin Wells. El propósito era rastrear a la gente que veía estos videos. Los CDs en los que se grabaron los vídeos fueron codificados para que el ejército estadounidense pudiera localizar el ordenador del usuario utilizando su dirección IP. Los DVDs fueron abandonados por los militares durante las búsquedas en Irak, explicó Martin Wells. Algunos DVDs, que se pasaban de mano en mano, fueron rastreados en el extranjero, en Irán, Siria y también en Estados Unidos.

Si la investigación no revela los resultados de estos rastreos, el Pentágono ha confirmado que trabajó con la agencia Bell Pottinger durante este período. El ex director de la agencia Tim Bell confirmó al Sunday Times que había firmado un contrato con el Pentágono « protegido por cláusulas de confidencialidad ». También debía informarle sobre los avances de su misión, así como a la CIA.

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