Catherine Graciet y Eric Laurent, los dos periodistas acusados por el rey de Marruecos |
Sin lugar a dudas, el rey de Marruecos Mohamed VI debe estar decepcionado por el grado de ineficiencia de sus aparatos de seguridad e inteligencia.
En una operación que se volvió un fiasco, los principales servicios secretos marroquíes, la DGED, los servicios de inteligencia exterior y la DST, el servicio de seguridad interior, demostraron un alto grado de amateurismo y falta de profesionalidad.
Las historias narradas en los presuntos desmantelamientos de células terroristas ya permitían hacerse una idea del nivel de imaginación del personal que dirige los servicios de seguridad marroquíes. Sin embargo, en esta ocasión, los espías de su majestad hicieron el ridículo y, además, en terreno de un gran aliado, Francia.
La osadía indujo los verdugos del rey al intento de manipular a dos periodistas franceses con el propósito de acusarles de chantagear al soberano marroquí. Los dos periodistas tenían la intención de publicar un libro con revelaciones comprometedoras para el Palacio real. La operación se convirtió en un verdadero desastre que pone en ridículo al personal y los métodos de los servicios de inteligencia marroquíes y la ineficiencia y bajo nivel operativo de sus responsables.
Una vez visto el caso por el Tribunal de Casación, las grabaciones clandestinas fueron consideradas como ilegales porque se hicieron sin el conocimiento de los interesados mediante un teléfono celular por un emisario de Rabat que jugaba el papel de mediador en la trama tejida por Yassine Mansouri.
Queda una primera grabación de la que una copia fue entregada a la justicia. Sin embargo, los súbditos de su majestad, conscientes del rotundo fracaso de su operación, afirman hoy que ya no tiene el original y que han perdido el dispositivo en el que se hizo la grabación. Al final, Mohammed VI se verá obligado a pagar una indemnización a los dos periodistas por atentado contra su prestigio y reputación.