En medio de los errores políticos y el fracaso de la gestión del asunto del Sáhara Occidental, en Marruecos reina un glacial silencio tanto en los medios oficiales como en la oposición marroquí. Nadie se atreve a criticar a los consejeros de Mohammed VI que demostraron una colosal ineficacia en sus planes y su poca visión a la hora de tomar una decisión relativa a la cuestión del Sáhara. Peor todavía, los que ostentan el poder en este asunto acumulan cada vez más reveses, fracasos y decepciones.
El último de estos reveses se encuentra en la decisión del Abogado General de la UE, Melchior Wathelet. Su declaración contiene amargas afirmaciones. Después de 40 años de ocupación, « el Sahara Occidental no forma parte de Marruecos » y ni la UE, ni ningún de sus Estados miembros reconocen la pretendida sobernaía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, territorio, señala el abogado general, inscrito desde 1963 en la lista de territorios no autónomos de la ONU. Declaraciones que suponen una rajada en los intestinos de los círculos de decisión marroquíes.
Según los documentos revelados por Chris Coleman, el círculo encargado del expediente del Sáhara oscila entre el director de la DGED, Yassine Mansouri y el ministro delegado Nasser Bourita. Estos dos individuos son los responsables del descenso cuesta abajo de la diplomacia marroquí.
Por culpa de ellos Marruecos acaba de perder la batalla de Europa y el « estatuto avanzado » en sus relaciones con la UE que Francia le había conseguido.
Antes del episodio europeo, los marroquíes tuvieron derecho a varios culebrones del aventurerismo marroquí en el desierto saharaui : el conflicto con Suecia, el acuerdo firmado con Holanda y que excluye el Sáhara, la pugna con los Estados Unidos, el repudio del Enviado de la ONU para el Sáhara, la disputa con Ban Ki-moon y un largo etc.
Tendrá Mohammed VI la lucidez y el coraje de dimitir a estos dos personajes que constituyen la causa de todas sus pesadillas en el Sáhara? Nada es menos seguro ya que parece que el soberano marroquí navega sobre la misma frecuencia que sus consejeros. La insensatez la llama firmeza, lo cual indica que seguirá acumulando los errores políticos adoptando posiciones basadas en falsos espejismos que le sugieren que la ida de Ban Ki-moon y Obama aportarán nuevas perspectivas para la diplomacia marroquí.
Mohammed VI y los suyos prefiern alimentar falsas esperanzas en lugar de hacer un juicio crítico a la situación generada por su manera de navegar sobre la improvisación y los cálculos erróneos cuya única credencial es la miopía política y diplomática de sus responsables.