Si el conjunto de los ciudadanos marroquíes fueron engañados y confundidos por los servicios de propaganda estatales hasta el punto de creer que la diplomacia de Rabat en la cuestión del Sáhara Occidental ha puesto de rodillas al Polisario, Argelia, Estados Unidos, Suecia y todo el planeta terrestre, esta noticia corre el riesgo de despertar a la opinión pública marroquí de un fuerte letargo.
En efecto, se trata de una noticia que duele mucho en los pasillos del Majzén. Marruecos acabó plegándose a las condiciones de Holanda en el asunto del acuerdo sobre seguridad social para los jubilados marroquíes y sus familiares. El acuerdo no incluye el Sáhara occidental. Un punto al que se aferraba Rabat para imponer un reconocimiento, aunque sea simbólico, a su presunta soberanía sobre el territorio saharaui.
La firma del nuevo acuerdo entra en el marco de las nuevas medidas de austeridad seguidas por el gobierno holandés de los que forma parte la reducción de las pensiones ajustándolas al nivel de vida del país de residencia del interesado.
La aceptación por Marruecos de la exclusión del Sahara Occidental de este acuerdo contituye un nuevo chasco que llega después de aquel infringido por el Tribuna Europeo de Justicia al anular en noviembre 2915 el acuerdo agrícola euro-marroquí porque incluye el territorio saharaui.