Resolver la situación del Sáhara es fundamental para la paz de la región

Embarek Mohamed Lamin
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas realizará, a finales de este mes, un Debate a puertas cerradas para evaluar de nuevo el contencioso saharaui, incluida la ocupación de Marruecos en el Sáhara, cuyo conflicto asciende a más de 40 años.
Todo parece apuntar que los llamados de atención del Secretario General de la ONU para poner fin a la ocupación ilegal, a las violaciones de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario por parte del gobierno marroquí, y llevar a las partes a la mesa de negociaciones, no se van a traducir en acciones concretas que permitan revertir esta compleja situación. Es evidente la falta de voluntad política para resolver la Cuestión saharaui.
Durante este Debate, Ban Ki-­moon, Secretario General de Naciones Unidas, realizará la presentación del informe sobre la situación en el Sáhara Occidental.
Sigue incrementándose la cantidad de hombres, mujeres y niños saharauis que son humillados, agredidos, perseguidos, injustamente arrestados mediante detenciones arbitrarias, atacados por fuerzas policiales y militares de Marruecos, cuya actitud represiva es una expresión de la prolongada ocupación militar y de su política anexionista del territorio.
Exhortamos al Consejo de Seguridad a cumplir con sus responsabilidades en materia del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Solicitamos de aquellos países con influencia en las partes a redoblar los esfuerzos en aras de garantizar una verdadera negociación que se retome la solución de los dos Estados.
La potencia ocupante ignora abiertamente y sin temor a las consecuencias, los continuos llamados de la comunidad internacional para poner fin a sus actuaciones ilegales, aprovechando la inacción del Consejo de Seguridad y su reticencia a asumir su responsabilidad de señalar a Marruecos como un Estado que ha incurrido en crímenes de guerra y mantiene ocupados territorios del Sáhara Occidental, en contravención de las resoluciones del Consejo de Seguridad y la Asamblea General de Naciones Unidas.
En este escenario donde el sufrimiento saharaui no hace sino aumentar. Desde los años 70, miles de saharauis, entre ellos niños y mujeres, han sido asesinados por las fuerzas de ocupación y por los colonos marroquíes asentados ilegalmente en el Sahara Occidental. El año 2015 nos dejó la lamentable cifra de centenares de saharauis heridos en diversos incidentes y agresiones provocadas por el régimen marroquí.
Al mismo tiempo, sigue incrementándose la cantidad de hombres, mujeres y niños saharauis que son humillados, agredidos, perseguidos, injustamente arrestados mediante detenciones arbitrarias, atacados por fuerzas policiales y militares del régimen marroquí, cuya actitud represiva es una expresión de la prolongada ocupación militar y de su política de colonización del territorio.
Nos sumamos a la exigencia de que Marruecos libere a los presos políticos saharauis. Exigimos el fin de esta política ilegal en contra de la población saharaui en ese territorio.
 
Nada parece detener el sistemático accionar colonialista de la potencia ocupante de la explotación ilegal de los recursos naturales y destrucción de la propiedad saharaui.
Frente a esta situación, los gobiernos de España y Francia han de unir su voz a la de tantos que en todo el mundo exigen al Consejo de Seguridad un papel proactivo en este caso, cónsono con las responsabilidades que la Carta les ha conferido en el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, que permita atender la cuestión saharaui con determinación y sentido de la justicia. Se trata, pues, de que Marruecos cese de una vez por todas sus agresiones, ponga fin a la ocupación y se siente a negociar de buena fe con los saharauis, sobre la base de una solución política, negociada, incluyente y definitiva del conflicto y en el marco de la solución de dos Estados, aceptando el derecho de los saharauis a vivir bajo fronteras internacionalmente reconocidas, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y las resoluciones relevantes de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad.
Asimismo, la igualdad de condiciones entre las partes es un requisito indispensable para cualquier negociación justa;~ y para ello es imperativo que el Estado saharaui se incorpore como un miembro de pleno derecho en las Naciones Unidas. Una decisión en este sentido sería un paso en la dirección correcta hacia el logro de una paz firme y duradera en la región.
Por otra parte, debemos atender cuanto antes el llamado reiterado de la Autoridad saharaui para que la población de los territorios ocupados sea puesta bajo protección internacional, dotando a la MINURSO de dicha función, de conformidad con el Cuarto Convenio de Ginebra y las sucesivas resoluciones del Consejo de Seguridad en materia de Derechos Humanos. De esta forma, estaríamos garantizando la integridad de los hombres y mujeres saharauis ante las continuas y sistemáticas agresiones de la potencia ocupante.
Actuemos sin doble rasero para juzgar con severidad la política marroquí de violaciones sistemáticas de los derechos humanos del pueblo saharaui, así como el Derecho Internacional Humanitario, de la misma forma en que estamos prestos a condenar y sancionar con celeridad a otros países. Seamos consecuentes con los continuos llamados que hacemos desde el Consejo de Seguridad a la rendición de cuentas. Las acciones ilegales de la potencia ocupante contra la población saharaui configuran un cuadro de crímenes de guerra que deben ser sometidos a la justicia penal internacional a fin de determinar las responsabilidades del caso.
El estancamiento de las negociaciones debilita las perspectivas de paz y crea frustración y desesperanza entre la población saharaui, las cuales pueden ser utilizadas por los jóvenes saharauis para alimentar el odio. Ante cada fracaso en las conversaciones de paz se erosiona la paciencia de los hombres y mujeres del Sáhara, luego de haber soportado más de 40 años de ocupación ilegal y brutal, que les ha negado sus derechos humanos y el derecho a la autodeterminación, así como las expectativas que han cifrado los saharauis en la comunidad internacional y sus organismos multilaterales para que su justa causa sea atendida.
No defraudemos esa confi
anza, ni esperemos a que el pueblo saharaui se levante indignado en una nueva guerra o su juventud sea captada por el extremismo violento que azota la región. No habrá paz ni estabilidad en el Norte de África hasta que la Cuestión saharaui sea resuelta pacíficamente. Marruecos debe respetar el Derecho Internacional, cesar la violencia y ocupación del Sahara Occidental.
Actuemos ahora, el Consejo de Seguridad debe asumir su responsabilidad, y algunos de sus miembros deben demostrar voluntad política para resolver este asunto, contribuyamos efectivamente a que sea una realidad la existencia del Estado saharaui como una nación libre y soberana en una zona de paz.
Para finalizar, hemos escuchado en los últimos días discursos ambivalentes en relación a la cuestión saharaui. No obstante, consideramos importante que aquellos países que tienen influencia sobre las partes redoblen sus esfuerzos para que tanto Marruecos como el Polisario se sienten a negociar una paz firme y duradera y de esta manera reactiven el proceso conducente a hacer viable la solución de dos Estados.

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