Marruecos no quería que el Secretario General Ban Ki-moon visite la región antes de abril, fecha en la que el Consejo de Seguridad evalúa los avances hechos en el proceso de paz en el Sáhara Occidental sobre la base de contenido del informe del jefe de la ONU. Esa es la razón que se encuentra detrás del supuesto desplazamiento del rey, un pretexto avanzado para evitar recibir a Ban a pesar de la insistencia de la comunidad internacional.
La negativa de Marruecos no impidió a Ban hacer una parte de su agenda con el fin de realizar uno de los objetivos de esta gira: llamar la atención de la comunidad internacional sobre la situación de los saharauis refugiados y que date de 40 años y de esta manera obligar a su sucesor tenerlo en cuenta. De ahí, sus declaraciones cuyo objetivo es dar un impulso al proceso de paz nacido hace ahora 24 años, recordando que se trata de un problema de descolonización de un territorio no autónomo que debe disfrutar del derecho a la autodétermiantion.
Marruecos ha protestado contra esta declaración y ha organizado varias manifestaciones para condenarlas. Pero la verdadera razón de esta campaña contra el responsable onusino es el miedo a lo que va a poner en su informe después de esas enérgicas declaraciones. Ellos saben muy bien que va a ser muy severo después de tantos años de indulgencia con las maniobras marroquíes tendentes a retrasar el fruto de los esfuerzos de las Naciones Unidas para encontrar una solución « justa y mutuamente aceptable sobre la base del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación » según lo estipulado por las diferentes resoluciones del Consejo de Seguridad.
El gobierno marroquí pretende crear un sentimiento de culpabilidad en el jefe de la ONU con el fin de obtener excusas traducidas en concesiones en el contenido del próximo informe que Ban someterá al Consejo de Seguridad a finales de abril.
El ruido levantado por las autoridades de Marruecos demuestra el grado de pánico que reina en Rabat.
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