Molesto por unos vecinos especialmente arraigados a la legalidad internacional en la cuestión del Sahara Occidental, Marruecos ha adoptado la estrategia de la tensión permanente con el fin de imponer su control sobre un territorio que a ojos de la ONU, per jure, se encuentra todavía bajo la administración de Madrid.
Esta tensión alimentada principalmente por la prensa creada por la DGED marroquí con ese fin, tiene como objetivo dar la impresión de que Marruecos corre el riesgo de entrar en guerra con sus vecinos para defender a sus reivindicaciones sobre el territorio del Sáhara Occidental.
Los países a los que se dirige esta estrategia son Argelia, España y Mauritania. Los tres son concernientes por el conflicto que opone Rabat al Frente Polisario desde hace 40 años.
Argelia, principal apoyo de los saharauis en este conflicto, está particularmente puesta en la mira por los ataques de Marruecos. Hasta el punto de que el rey en persona participa en esta ofensiva atacándola en todos sus discursos. La sangre fría que caracteriza a la respuesta de Argelia a las provocaciones de su vecino del Oeste molesta a éste de una manera inconmensurable. Si Marruecos grita constantemente « que viene el lobo » de la confrontación con Argelia, la reacción de Argel reconforta a la comunidad internacional y aleja todo temor a una escalada en la región.
Aprovechando la visita de Abderrahman Youssoufi que llegaba a Argel para dar su pésame a la familia del difunto Ait Ahmed, los medios de prensa de los servicios secretos marroquíes pretendieron que el ex primer ministro de Marruecos había sido « maltratado » en el aeropuerto de Argel. Los tam-tam del Majzen tuvieron derecho a un categórico desmentido de fuentes oficiales argelinas que recordaron que el líder socialista marroquí fue recibido en Argelia con el respeto debido a su condición de hombre de Estado.
Animados por la rabia de perder el control de los recursos naturales del Sáhara Occidental, los gobernantes de Rabat se atrevieron incluso a violar al consulado de Argelia en Casablanca el 1 de noviembre 2013, cuando un agente de la DGED subió al tejado del Consulado y arrancó la bandera argelina. Une agresión cuyas excusas nunca fueron presentadas por el Majzen.
Con España, la tensión se sincroniza con las citas decisivas de la cuestión saharaui en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Esta tensión es creada por olas de asaltos a la frontera de Ceuta y Melilla o por la reivindicación por parte de Marruecos de los dos enclaves españoles norafricanos. Así, el 25 de diciembre de 2015, las autoridades marroquíes han permitido a cientos de inmigrantes africanos de intentar cruzar la valla erigida en la frontera entre Marruecos y el enclave español de Ceuta. Según la Cruz Roja, 185 de ellos lograron entrar en España.
El tema de la migración es un arma utilizada por Rabat también para presionar a la Unión Europea, que hasta ahora se ha mostrado muy indulgente con los deseos de la monarquía jerifiana.
Con Mauritania, la última provocación marroquí viene de la ciudad saharaui de La Guera. Según algunos medios de comunicación marroquíes, Nouakchott habría izado la bandera de Mauritania en esta comarca que está bajo control mauritano desde el Acuerdo de Paz firmado entre Nouakchott y el Frente Polisario en 1979. Una vez más, la polémica fue creada con la cuestión del Sahara Occidental como fondo y los temores de una confrontación entre los dos países.
Con el fin de hacer presión sobre las autoridades mauritanas, Rabat ha ofrecido su territorio para la implantación de algunas personalidades opuestas al presidente Mohamed Ould Abdelaziz.