Las cárceles de la comunidad internacional

La comunidad internacional ha creado en los últimos seis décadas diferentes prisiones de cielo abierto, mediante el silencio, la complicidad implícita, la diplomacia silenciosa. Estas prisiones al aire libre son un excelente mercado para todas las empresas, instituciones y organizaciones que enriquecen a expensas de la ayuda humanitaria. La ayuda humanitaria en especie, tales como el arroz, el maíz y la soja también ayuda a manipular el mercado de valores. 
El número de personas obligadas a abandonar sus hogares debido a la guerra o la persecución superó los 50 millones en 2013, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, según datos de la agencia de refugiados de la ONU. 
Los países en desarrollo son el hogar de 86% de los refugiados en todo el mundo, mientras que los países ricos tienen sólo el 14%. Hace 10 años, los países ricos reciben 30% de los refugiados y los países en desarrollo eran el hogar de 70% de ellos, lo que demuestra claramente que la fobia a la invasión « inmigrantes ilegales » y « refugiados » es más una manipulación de la información. 
Los detenidos en estas prisiones a la intemperie, conocidas como campamentos o « barrios » de los refugiados no han cometido ningún delito, nacen, viven y mueren lejos de sus países de origen, sufren restricciones legales que limitan su acceso a la educación, la salud y las oportunidades de trabajo. La situación económica y social es la dependencia casi absoluta de las organizaciones internacionales y las ONG (organizaciones no gubernamentales). 
¿Quién se beneficia de estos campos? 
Aparte de la cuestión obvia de que son el resultado directo de los conflictos creados por el « primera mundo » en el « tercero mundo » o « países en desarrollo », los conflictos tienen orígenes en los intereses económicos, geoestratégicos, alianzas políticas y la busca de la hegemonía por parte de los países de la OTAN así como el control absoluto de los recursos naturales. 
La ayuda alimentaria es a menudo parte de un círculo vicioso en el que el producto alimenticio se origina en el país en conflicto o ocupado, como en el caso del Sáhara Occidental, que tiene una de las zonas de pesca más grandes y más ricos del mundo, pero es explorada por el ocupante ilegal, el Reino de Marruecos y sus socios de la Unión Europea a través del acuerdo de pesca. Este caso, es más que evidente, cuando países como España (responsable del abandono de la colonia sin terminar el proceso de descolonización) pesca en aguas saharauis beneficiando sólo el Reino de Marruecos, a continuación, vende o dona latas de atún / sardinas, originarias de Sáhara Occidental ocupado a los refugiados saharauis en los campamentos de refugiados de Tinduf, en el sur de Argelia. 
Se espera que el refugiado saharaui agradece la lata de atún o sardinas que fue robado en su país. 
La ayuda es una fuente de la dependencia, de un lado mata el hambre (en algunos casos ni siquiera eso) pero luego trata de mantener los refugiados « calmos ». 
Seguramente si no hubiera la ayuda « humanitaria », la situación se convertiría insostenible y llevaba a la resolución de los diferentes conflictos de maneras incontrolables por la « comunidad internacional ». 
La existencia de una ayuda mismo que mala y insuficiente, lleva a la perpetuación de los campamentos que con pasar del tiempo, torna los campos en pequeños grupos de islas e infraestructura más o menos permanentes. De este modo perpetua la permanencia de refugiados en un lugar y no resuelve los conflictos para que puedan regresar a su patria. Una vez más el caso del Sáhara Occidental es un ejemplo vivo de esta realidad. 
El conflicto del Sáhara Occidental es cristalino, España sigue siendo el administrador « en jure » (ante la ley) es la última colonia en África y debería haber celebrado un referéndum en 1991-1992 que se ha aplazado sine día por Marruecos con la complicidad de la comunidad internacional. 
En este caso, además de los refugiados en los campamentos de Tinduf, hay la población secuestrada y prisionera en los territorios ocupados, víctimas de un apartheid social, político y económico, bajo la ocupación marroquí en un territorio controlado por militares y policías que mantienen un estado de terror, secuestrando, torturando, violando y encarcelando a la población saharaui a su antojo. 
Hay todas las herramientas y el marco jurídico para resolver el conflicto y poner fin a la ocupación del Sáhara Occidental, pero la comunidad internacional prefiere mantener silencio y enviar alimentos y « ayudas » a los campos de refugiados, dejando sin embargo sin protección a los ciudadanos saharauis en los territorios ocupados y obligando a los saharauis en la diáspora a pedir empleo y la legalización de residencia en Europa. La misma Europa que ha imposto su presencia en el territorio y su nacionalidad a los saharauis durante la colonización. 
Isabel Lourenço 07 de Agosto 2015

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