A las seis de la mañana del domingo 14 de octubre, los 1.200 hombres que integran el XIV batallón RIM de infantería de las Fuerzas Armadas marroquíes, estacionados en Mahbes desde hace cuatro años, son sacudidos en su sueño, o en el interior de las trincheras, por una nutrida salva de disparos de diversos calibres. Con su proverbial conocimiento del terreno, el Polisario, ha logrado aproximar sus Land Rover a tiro de fusil. Los defensores de la primera línea caerán segados en pocos minutos.
Sus cuerpos, acribillados, algunos en avanzado estado de descomposición, yacen todavía sobre el mismo lugar en que cayeron, nueve días más tarde. Un pequeño grupo de periodistas, integrado por los corresponsales de la prensa occidental acreditados en la, capital argelina, ha podido pasearse por espacio de varias horas por la localidad devastada, de la que únicamente emerge, casi intacto, el antiguo fortín del Tercio. En ese lugar trataron de refugiarse los efectivos del batallón marroquí que vieron obstaculizada su huida. Los combatientes saharauis limpiarán por completo todas las líneas de defensa en seis horas; cuatro horas más bastarán para terminar con toda resistencia en el perímetro de Mahbes. La jornada del día 15 será dedicada a rastrear las inmediaciones en búsqueda de quienes lograron escaparse. Algunos militares marroquíes llegarán a caminar por el desierto cerca de setenta kilómetros antes de ser capturados, y es de suponer que varios de ellos conseguirán ponerse a salvo en la guarnición de Zag.
Mahbes es una localidad de muerte y desolación cuando la visitamos. La reducida escolta que nos acompaña -media docena de saharauis, armados únicamente de fusiles automáticos Kalasnikov- descubre el inusitado desdén que manifiesta el Polisario ante la eventualidad de un intento marroquí por reocupar la plaza. Esa hipótesis parece ser descartada por el Frente, el cual, de todas maneras controla férreamente todas las Inmediaciones y, si bien es cierto, que ha preferido no instalarse en la propia localidad, ello obedece sobre todo a que, si así lo hiciera, constituiría un blanco demasiado fácil para los aviones F-5 y Mirage F-1 marroquíes, que han venido, regularmente, a bombardear el lugar.
Hemos contado, personalmente, 132 cadáveres marroquíes; más de la mitad de los mismos yacen apelotonados al fondo de las trincheras; otros están desparramados por toda la localidad. Entre la última línea de defensa y el centro de Mahbes nos tropezaremos con más de una docena de muertos: hombres cuyos rasgos, cuando todavía pueden ser reconocidos, denotan la juventud que poseían y que fue truncada en cuestión de minutos. El espectáculo es insostenible, y el hedor que emana de los cuerpos, espantoso. Uno de los periodistas no podrá evitar verse preso de profundas arcadas, que lo llevan a vomitar sobre el terreno.
Los hombres del XIV batallón de Infantería Real Marroquí estaban desmoralizados. Esta es la impresión sacada del contenido de muchas notas personales que escribieron y que fueron recuperadas por el Polisario. Los periodistas hemos leído, también, cerca de un centenar de documentos, todos ellos con la indicación de secreto y muy secreto,enviados al jefe de la plaza, el coronel Mohamed Chamsseddin, por el Alto Estado Mayor, el Estado Mayor General de las FAR, el Estado Mayor Avanzado de El Aaiún y otras dependencias oficiales.
Drogas, homosexualidad y deserciones
En uno de esos documentos, fechado en Rabat y enviado por el Estado Mayor, se advierte a la guarnición del recrudecimiento del tráfico y consumo de drogas entre las fuerzas marroquíes instaladas en el Sahara occidental. Al margen del mismo hay una anotación donde se lee: «como uno de los casos más delictivos, citamos el del cabo Mohamed Bujari, quien fue descubierto mientras fotografiaba a un grupo de militares haciendo comercio de kif con algunos integrantes del 2.º RIM…». Diversas notas de servicio conciernen a las deserciones. Una de ellas, firmada en Mahbes, el 27 de marzo de 1979, por el sargento Ali Hadir, refiere la «desaparición» del soldado de segunda clase El Jonssi…, «que abandonó su puesto de guardián del depósito de municiones».
Uno de los documentos capturados por el Polisario es la copia de un mensaje, recibido en Mahbes el 17 de julio de 1979, enviado por el Estado Mayor, particularmente significativo del estado de ánimo en que se hallaba la alta oficialidad en vísperas de la cumbre africana de Monrovia. El texto dice: «Sabemos que, aprovechándose de la presencia de Su Majestad el Rey en la cumbre de la OUA, los rebeldes han decidido intensificar sus ataques a localidades que, por ser conocidas, pueden suscitar un interés internacional. Los objetivos especialmente asignados son Tan-Tan, Tarfaya, Laayun y todas las localidades al norte de Uarkziz. »
Por las descripciones hechas de las circunstancias del ataque, por el medio centenar de prisioneros marroquíes presentados con anterioridad a la visita de Mahbes, es posible deducir que el Polisario disponía de una importante concentración de fuerzas, posiblemente del orden de 2.000 a 3.000 hombres.
Un potente armamento
Pero, en cuanto al armamento, los propios prisioneros reconocen que la guarnición lo tenía de sobra y éste era superior al utilizado por los atacantes. La plaza contaba con un escuadrón de carros blindados, integrado por ocho AMX (sólo cuatro de ellos estaban en la localidad en el momento del ataque), un escuadrón de artillería pesada y un grupo especial de apoyo compuesto por baterías de cohetes tierra-tierra, de los tipos TOW, fabricados por la firma norteamericana Hughes, y SAM-9, de fabricación soviética.
El Polisario quería demostrar, al atacar y ocupar Mahbes, la ineficacia de la aviación marroquí, ya que el terreno sobre el que se encuentra la guarnición -totalmente llano- facilita la intervención eventual de la fuerza aérea. Pero ni los Mirage ni los F-5 pudieron cambiar el curso de los acontecimientos. Mahbes
cayó en el espacio de un sólo día, aunque los combates esporádicos continuaron, en algunos sectores, durante más de 36 horas. El coronel Chamsseddin no se encontraba en el lugar; su adjunto, el capitán Mohamed Sakka, tras haberse convencido de que no obtendría los refuerzos que había pedido a Zag, huiría, junto a otros oficiales, en uno de los carros blindados.
cayó en el espacio de un sólo día, aunque los combates esporádicos continuaron, en algunos sectores, durante más de 36 horas. El coronel Chamsseddin no se encontraba en el lugar; su adjunto, el capitán Mohamed Sakka, tras haberse convencido de que no obtendría los refuerzos que había pedido a Zag, huiría, junto a otros oficiales, en uno de los carros blindados.
Más de cuatrocientas toneladas de armamentos diversos, entre los que se encuentra, completamente intacto, un misil norteamericano TOW y su sistema completo de tiro, fue recuperado por el Polisario. Mahbes tenía para los saharauis un valor simbólico. En esta localidad no solamente radicó, antaño, un gran destacamento de las fuerzasnómadas, sino que allí se instaló el embrión de la primera administración saharaui y se constituyó el Consejo Nacional Saharaui, integrado por una mayoría de miembros de la antigua Yemaa. Las fuerzas marroquíes culminaron en Mahbes la ocupación de todo Seguiet el Hamra.
La localidad constituye un importante cerrojo del eje teórico Tinduf-Smara y su pérdida convierte a toda la zona sur del propio territorio marroquí en lugar aún más inseguro que en el pasado. Muy pocos puntos de resistencia le quedan a Marruecos en la parte norte del Sahara occidental. Con excepción del triángulo Aaiún-Bu-Craa-Smara, sólo existen guarniciones localizadas en Bojador, Guelta-Zemur y Bir-Enzaram. En cambio, todo el noreste de la zona es controlado, por el Polisario.
Los saharauis dan prueba de gran desprecio a lo que consideramos normas elementales de seguridad, pero que, en su caso, no tienen significación alguna. La guerra del Sahara ha pasado ya, con toda claridad, a una fase horizontal muy lejana de la guerra de guerrillas. Sus objetivos son el ataque y conquista de grandes guarniciones, y el número de las que le quedan a Marruecos se va reduciendo rápidamente.
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