AUNQUE la aprobación de los Presupuestos de Andalucía para 2015, que es el elemento clave para la continuidad del Gobierno bipartito, parece avanzar a través de negociaciones discretas, PSOE e Izquierda Unida no dejan de chocar y airear sus diferencias acerca de la política a desarrollar en el mandato que decidieron compartir tras las últimas elecciones autonómicas.
Es una tendencia inevitable, dadas las divergencias evidentes entre las dos formaciones políticas de la izquierda, y que irá a más conforme se aproximen las confrontaciones electorales previstas, que exigen con naturalidad desmarcarse y subrayar sus respectivas identidades.
No obstante, algunas iniciativas de unos y otros van más allá de la normal discrepancia y pueden poner en peligro la unidad del Gobierno. Es el caso del anuncio, realizado el miércoles por el vicepresidente de la Junta, Diego Valderas (IU), de que se dispone a visitar en enero, en viaje oficial, los campamentos de refugiados saharauis, respondiendo a la invitación cursada en varias ocasiones por representantes del Frente Polisario, que lucha por la independencia del Sahara y su desvinculación de Marruecos.
Dicho anuncio sigue casi inmediatamente al viaje también oficial que hizo la presidenta de la Junta, Susana Díaz (PSOE), tras reanudarse el curso político para fomentar las relaciones económicas entre ambos territorios, siendo recibida en su transcurso por el rey Mohamed VI. Valderas, que en el reparto de tareas del Gobierno de coalición recibió las competencias en materia de solidaridad internacional y que ya visitó en enero de 2013 los territorios palestinos, ha declarado que el pueblo saharaui constituye una prioridad en los planes de solidaridad, necesariamente modestos, de la Junta de Andalucía.
No obstante, el anuncio ahora de una visita para la que faltan casi cuatro meses al mayor enemigo de Marruecos constituye un golpe a la política desplegada fuera de España por la presidenta Díaz, que pasa por fortalecer las relaciones con los gobernantes marroquíes, de seguro molestos con el viaje oficial de Diego Valderas a un territorio que consideran una provincia propia.
El caso es que el interés estratégico de Andalucía pasa por una buena relación con Marruecos (decisivo en cuestiones como la pesca andaluza, la inmigración, la lucha contra el terrorismo yihadista y el narcotráfico o Ceuta y Melilla) y eso debe ser una prioridad. Es uno de esos asuntos en los que el Gobierno de coalición que rige los destinos de Andalucía no puede permitirse el lujo de mostrarse dividido y en el que PSOE e IU han de ir necesariamente de la mano. El anuncio de Valderas no ayuda precisamente.