La prohibición de un campamento juvenil sobre Derechos Humanos en Marruecos organizado por Amnistía Internacional (AI) supone “un paso atrás para la libertad de asociación y reunión”, teniendo en cuenta que las autoridades de este país “afirman estar comprometidas con los Derechos Humanos y el Estado de Derecho”, ha dicho esta organización en una declaración pública
El campamento juvenil de Amnistía Internacional, que ya se había celebrado en anteriores ocasiones, está destinado a la formación de jóvenes activistas marroquíes y extranjeros en materia de Derechos Humanos y debía desarrollarse del 1 al 7 de septiembre en el Complejo Moulay Rachid para la Juventud y la Infancia, en Bouznika, a 50 kilómetros de Rabat.
Según la información que publicó la agencia oficial MAP, la prohibición se debió a que las autoridades competentes no fueron avisadas de la realización del campamento, lo que Salah Abdellaoui, director ejecutivo de la sección de AI en Marruecos, ha calificado de “falso”, ya que asegura habían cumplido con todos los requisitos legales.
En lo que va de año, Amnistía Internacional ha publicado varias notas críticas con las autoridades marroquíes en materia de Derechos Humanos y casos de torturas, como el informe de 13 mayo que denunció que la tortura se practica tanto en Marruecos como en el Sáhara Occidental.
AI señaló: “Siguen denunciándose casos de tortura y otros malos tratos, infligidos sobre todo en prisión preventiva y durante el interrogatorio que se realiza tras la detención por la policía o la gendarmería. Entre las víctimas hay activistas del sindicato estudiantil UNEM de filiación izquierdista o islamista, partidarios de la autodeterminación del Sáhara Occidental, personas participantes en manifestaciones contra la pobreza y la desigualdad, presuntos autores de delitos de terrorismo o contra la seguridad nacional y miembros de grupos marginados detenidos por delitos comunes”.
Las técnicas de tortura y otras formas de maltrato que más ha documentado AI a lo largo del tiempo, con “denuncias que sugieren que todavía se utilizan algunas de ellas en Marruecos y Sáhara Occidental, a menudo combinadas y teniendo el detenido las manos y los tobillos atados y los ojos vendados, son las siguientes:
Golpear a la víctima, sobre todo en la cabeza, los genitales, las plantas de los pies y otras partes especialmente sensibles del cuerpo, a menudo estando desnuda; colgarla de las muñecas u otras partes del cuerpo y golpearla; meterle la cabeza en el inodoro o amordazarla con tejidos empapados de orina; tenerla mucho tiempo recluirla en régimen de aislamiento, lo que en algunas circunstancias puede constituir trato cruel, inhumano o degradante; violarla con una botella, amenazar con violarla y someterla a otras formas de violencia sexual.
Amnistía denunció, también, que en casos recientes que tienen documentados “las autoridades judiciales no han hecho nada al denunciarse ante ellas tortura y otros malos tratos a manos de las fuerzas de seguridad y el personal penitenciario. Raras veces se ha ordenado realizar investigaciones y exámenes médicos. Debido a ello persiste una cultura de impunidad y los responsables siguen eludiendo la acción de la justicia”.
De acuerdo con testimonios reunidos por Amnistía Internacional, en Marruecos y Sáhara Occidental se siguen presentando acusaciones, celebrando juicios y dictando sentencias condenatorias en virtud de « confesiones » obtenidas por medio de tortura y otros malos tratos.
Además este de informe , AI publicó 14 agosto 2014 una nota de prensa referente a que Marruecos debía poner de inmediato en libertad a los activistas encarcelados por denunciar tortura, y otra el 20 de mayo con el título; “Marruecos debe dejar de usar el « terrorismo » como pretexto para encarcelar a periodistas”.