España / Marruecos
Javier Martínez (5/9/2014)
Un control rutinario de la Guardia Civil en las aguas españolas de Ceuta realizado el 7 de agosto a las cinco de la tarde, provocó las iras y la protesta de D. Mohamed ben Al Hassan(Mohamed VI), ante D. Felipe de Borbón(Felipe VI).
El motivo de la queja del rey de Marruecos ha sido el atrevimiento de las autoridades españolas, quienes en aguas jurisdiccionales de nuestro país y en cumplimiento de su deber de control, osaron dar el alto a su lancha de recreo y motos de agua y pedirles que se identificasen.
El rey de Marruecos, se levantó de su hamaca, ataviado con jubón bañero, gorro y gafas de sol, y espetó a los guardias civiles en servicio. “Es que no sabéis quien soy yo”, a lo que los agentes le respondieron que no sabían quién era.
A partir de ahora, propongo que en la policía del estrecho se distribuyan una serie de fotos del monarca alauita en distintas poses y attrezo entre los agentes, junto a órdenes de abstenerse de dar el alto e identificación a dicho personaje, sólo o acompañado, cada vez que se encuentre en territorio o aguas españoles. Las fotos serán útiles para no ofender a su graciosa majestad alauita y que no venga a chillar a su primo español.
Cuando se avisten en el Estrecho lanchas de agua de las que se suelen utilizar para la emigración ilegal antes de dar el alto y pedir identificación, los guardias civiles habrán de preguntar: ¿Está entre vosotros Mohamed ben Al Hassan?
De la misma manera si avistan motos de agua que se suelen utilizar para el narcotráfico, cuidadín con parar alguna de ellas si no se identifica bien quién las conduce.
Elevar a protesta de estado un control rutinario de nuestra benemérita y aceptar sumisamente que la ley tampoco es igual para todos en aguas y en suelo español es una constancia de este llamado régimen democrático de la transición y del consenso.
Entiendo que en la propiedad privada de uno, si invitas a un amigo o primo extranjero puede, si se le autoriza, defecar o mizionar en la piscina y en el jardín, pero cuando hablamos de lo público, de lo estatal de lo que corresponde a todos los que constituimos el estado español no consiento como ciudadano español que se exceptúe a nadie del cumplimiento de la ley en territorio nacional.
En 2010 hubo también un incidente tan bochornoso como al que me refiero, de falta de defensa de los intereses nacionales y de respeto a la ley vigente, cuando D. Mohamed protestó porque le molestaba el ruido de los helicópteros españoles que abastecían a una pequeña guarnición de soldados españoles destacadas en el Peñón de Alhucemas.
Él, que no respeta la legislación internacional, ni las resoluciones de la ONU, ni tampoco las peticiones de Amnistía Internacional, protestó –en este caso- por el ruido de los helicópteros en territorio español.
Cinco días después, el 12 de agosto, se produjo la mayor avalancha de inmigrantes subsaharianos de la historia; 920 inmigrantes tomando tierra en las costas andaluzas y 80 asaltando la valla de Melilla.
La diplomacia del besamanos de los negocios privados en común, del amiguismo y nepotismo, las políticas exteriores basadas en el beso negro y en la genuflexión no suelen dar buenos resultados históricamente hablando al menos para los sufridos ciudadanos de ambos lados del Estrecho.
¿Quién mira por ellos? Incluso en un estado feudal el señor tenía la obligación de proteger la vida y la salud de sus súbditos, esto no es feudal, tampoco es democrático realmente, pues no somos todos iguales ante la ley.
ESPACIOS EUROPEOS, 05/09/2014
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