Las familias se despiden de los niños de Tinduf con los que han convivido dos meses a través del programa « Vacaciones en Paz », de la Asociación Zamorana con el Sáhara
CHLOE GUTIÉRREZ Los 40 niños saharauis que han participado en el programa « Vacaciones en Paz » partieron ayer hacia su lugar de origen tras un emotivo acto de despedida en la Plaza Mayor. Han asistido a un último encuentro entre menores y familias de acogida en el salón de plenos del Ayuntamiento, donde los ochos africanos que han pasado su último verano en la ciudad recibieron un homenaje especial por los asistentes. Inés Prieto, presidenta de la Asociación Zamorana con el Sahara, agradeció especialmente el recibimiento por parte de las familias: « Algunos los volveremos a ver pronto aquí estudiando, otros lo harán en Argelia y en los campamentos, pero nunca olvidarán el tiempo pasado aquí ».
« Hoy es un día alegre, aunque a la vez un poco triste », apuntó la concejala de Igualdad, Charo Rodríguez. Durante el acto destacó la importancia de esta iniciativa, la labor humanitaria y altruista desarrollada por las familias de acogida, al tiempo que recordaba no era una despedida definitiva sino un hasta pronto, ya que muchos de los niños que han acudido este año repetirán en ediciones posteriores.
Por su parte, la presidenta les deseó un futuro esperanzador y aseguró que llevarán estas vacaciones en el corazón: « Es un día trágico para las familias porque se van de nuevo a su país a ver a sus padres », sin embargo, añadió que « la felicidad que les han proporcionado estos meses en Zamora perdurará en sus recuerdos y retinas ». Quiso agradecer especialmente la cálida hospitalidad de los ciudadanos que han hecho posible la puesta en marcha del proyecto: « Sois el pilar fundamental para que podamos seguir ayudando al pueblo saharaui ». Les animó a seguir colaborando en la edición del próximo año en la que de nuevo los niños de Argelia podrán cambiar los rigores y penurias de los campos de refugiados y las arenas del desierto por una estancia de amor y convivencia con las familias españolas. Los rostros de los niños reflejaban emoción ante la calurosa despedida, aunque sintiéndose reconfortados al saber que pronto volverán para estudiar o para reencontrarse con sus amigos y familiares durante los últimos años.
Una nueva oportunidad
Salek Lazar lleva cinco años asistiendo al programa de verano de la Asociación Zamorana con el Sáhara. Junto a su familia de acogida, espera la llegada del autobús que le reunirá con sus padres biológicos. « Me lo he pasado muy bien, fuimos a Alicante », cuenta. La madre de acogida del niño explica: « Hemos ido con mi hijo unos días para que disfrutara de la playa ». Los infantes de 10 y 11 años han entablado una gran amistad « y se pelean como hermanos », asegura. Sin embargo esta despedida no es amarga, pues se han inscrito en otro proyecto de Madrasa que tendrá lugar dentro de dos meses: « Teníamos que esperar a que le arreglasen los papeles y nos han avisado de que ya está todo en regla, así que, si es posible, en un mes vuelve ». Tendrá la posibilidad de quedarse a estudiar en la ciudad e invertir el periodo de las vacaciones, pasando nueve meses de invierno con la familia zamorana y el verano con sus padres. « Merece la pena y espero que muchas personas se animen a ello », afirma la mujer, y añade: « El gasto de recibirlos es mínimo y la satisfacción que prodiga hacerlo no tiene precio, él me ayuda a ser mejor persona ». La asociación financia los billetes de avión, y lo único que deben hacer las familias es atender a los niños « como a su propio hijo ». Un plato más de comida, otro chandal y un par de zapatos son suficientes para afrontarlo, y los beneficios superan con creces los inconvenientes. « Me gustaría que pudiese quedarse más tiempo, pero ellos tienen allí a sus parientes ». Son niños muy queridos por sus padres, aunque viven en el medio de la nada sin medios ni recursos.
En cuanto a Tisle Ahmed, ella está muy feliz de volver a su tierra natal: « He ido a la piscina, he disfrutado mucho y le tengo cariño a mi familia de acogida, pero he echado muchísimo de menos a mis padres ». Los padres zamoranos pretenden repetir la experiencia: « Tiene ya un pasaporte para venir dentro de un mes a estudiar aquí, todo depende de ella ». A pesar de la buena recepción, la niña siente mucho apego hacia sus orígenes saharauis y tendrá que tomar una decisión fundamental para su futuro.
Otra familia zamorana acogió a un niño que ya conocían, y la convivencia « es muy buena, es una familia conocida desde hace 13 años porque acogí años atrás a su tío y ya es uno más », cuenta la abuela. Este niño forma parte prácticamente de la familia zamorana, siendo su tercer verano en la ciudad, y volverá el que viene.
Una labor humanitaria
Miles de saharauis tuvieron que huir de sus hogares para refugiarse en Argelia tras las invasiones de los ejércitos marroquí y mauritano. Los refugiados saharauis son auxiliados desde entonces por programas como el de acogida temporal de menores saharauis que permite a niños y niñas de 8 a 12 años que salgan de los Campamentos de Refugiados para venir a España, y sean acogidos por familias que les tratan como a cualquier otro hijo
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