El dios dinero

El coche del príncipe saudí quemado después del robo
Un príncipe saudí, circulando en una monospace Mercedes, fue despojado de lo que parece ser su « dinero de bolsillo », 250.000 euros en efectivo. La operación fue llevada a cabo el domingo por la noche por hombres fuertemente armados en la Porte de la Chapelle, en el norte de París. Esta cantidad es, sin duda alguna, una ínfima parte de su riqueza y da una idea de la vertiginosa cantidad de ésta.
En la Unión Europea, donde tuvo lugar el delito, los pobres deben currar muy duro toda la vida, con una infernal tasa de productividad y sin gastar nada para llegar a este nivel de ingresos. El príncipe saudí no da lástima; él mismo estaría menos agobiado que el pequeño asalariado víctima de un carterista que habría robado su flaca paga. La desigualdad entre los dos no reposa sobre una base hecha de valores como el trabajo o el mérito, y en relación a lo que cada uno aporta a la sociedad en la que vive y para la humanidad en general.
Esta desigualdad está creada artificialmente por un sistema – del que el príncipe saudí es el vil siervo – que permite, por ejemplo, según se supo recientemente, a los dirigentes de las empresas cotizadas en función del índice de la Bolsa de Valores de Londres de « ganar una media de 143 veces más que sus empleados ».
El estudio realizado por una asociación que se interesa por las diferencias de remuneración cita el caso extremo del director general de un grupo de restauración colectiva que ganó en 2013, « cerca de 6,85 millones de euros, o sea 418 veces el salario medio de un empleado de su grupo ». Luego, viene el de un cervecero que « cobró 8,1 millones de euros, 360 veces la media de la paga de un asalariado bajo su responsabilidad.
El estudio concierne a Gran Bretaña, pero se puede aplicar, introduciendo une ligera corrección, a los otros países de la UE y donde reina este sistema que no se preocupa para nada por las personas desfavorecidas y nunca piensa en ellas. Un sistema cuyo dios es el dinero y que le importan muy poco las consideraciones sociales que tienen como objetivo evitar excluir una importante parte de la población de los beneficios del desarrollo y el progreso.
Para perdurar, los privilegiados que se benefician de ello muestran que están decididos a provocar los peores horrores de la guerra si un obstáculo se erige en su camino. 
K. M.

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