Los cobardes del Majzén tiemblan

En Rabat, parece que los cabecillas del Majzén ya no saben qué hacer frente a la inminente llegada del Enviado Personal de la ONU para el Sáhara Occidental, el diplomático estadounidense Christopher Ross.
Por segunda vez, Marruecos ha fracasado en su intento de forzar al Señor Ross a dimitir. La campaña mediática contra él se derritió frente a la firmeza de la ONU. Ban Ki-moon y su Enviado Personal decidieron no ceder al chantaje marroquí.
Marruecos, acorralado por la comunidad internacional y sin argumentos para justificar su negativa a organizar un referéndum en el Sáhara Occidental, sacó sus armas más letales: la inmigración y la amenaza terrorista. En los últimos días, las costas españolas vieron la llegada de la mayor oleada de inmigrantes sub-saharianos desde 2006. Por su parte, la valla de la ciudad española de Melilla es escenario cotidiano de varios intentos de penetración de los inmigrantes africanos. Y, ya para terminar la pésima obra de teatro, la policía marroquí anunció el desmantelamiento de una célula para reclutamiento de yihadistas para Siria. Marruecos espera con eso asustar a los españoles, y europeos en general, haciéndose pasar por su defensor.
Los marroquíes son tan soñadores que están convencidos de que el mundo aún se cree sus sandeces.

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