Marruecos ocupa el Sáhara Occidental desde hace 39 años. Gracias a los fosfatos saharauis de gran calidad se convirtió en el primer exportador de esta materia en el mundo. Gana billones de dólares de los barcos europeos, rusos, chinos, japoneses, coreanos y otros que faenan en las costas del Sáhara. A eso se añade las recetas del turismo, de los productos agrícolas exportados, etc.
A pesar de esto, Marruecos no llega a despegar. En el último informe elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Marruecos ocupa el último rango de los países del Magreb.
En el ranking del Indice de Desarrollo humano del 2014, Marruecos progresó de dos escaños, ocupa la posición número 129, detrás de Argelia (93ª posición), de Túnez (90ª) y de Libia (55ª).
El sistema de gobierno marroquí no permite que el sector privado compita con las grandes holdings de la monarquía para mantener la economía monopolizada por el palacio y mantener el control de la población. Esta política se puede definir en la expresión utilizada por el dufunto rey Hasán II : “deja a tu perro hambriento y te seguirá”.
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