Hadrami, Guejmoula y Barazani, un trío de tránsfugas |
Uno de los defectos del Majzén y sus esbirros, incluidos los traidores saharauis, es que son muy soñadores.
En los últimos años, la batalla del Sáhara Occidental se libra en los medios de comunicación. En este contexto, Marruecos pudo contar con el lobby judío en Washington y en París para promocionar su imagen y lograr que la ONU busque una solución en la que Rabat no salga vencedor ni vencido en aras de preservar los intereses de la monarquía alauita como aliado de Francia y Estados Unidos.
La red constituye otro de los ejes de la actividad mediática marroquí. Decenas de páginas web en árabe, castellano, francés e inglés e incluso en italiano fueron creadas para denigrar a los saharauis y a su vanguardia política y movimiento de liberación nacional, el Frente Polisario. Al mismo tiempo buscan a ocultar la realidad del conflicto del Sáhara Occidental a la opinión pública marroquí. En este aspecto, el Majzén es también soñador. Pretende utilizar lo que llama “consenso marroquí para la defensa de la integridad territorial” como carta para imponer sus deseos a la comunidad internacional. Es una táctica que Hasán II utilizaba con habilidad. Pero aquellos eran otros tiempos y Rabat se niega a reconocer esta realidad.
En su afán de garantizarse el control del Sáhara Occidental y de sus recursos naturales, Marruecos juega con dos cartas : el tiempo y el tribalismo. Son las directivas dadas por el traidor tránsfuga Omar Hadrami en 1989. Durante sus años en el seno del Polisario, Omar Hadrami entretenía relaciones con Bachir Mustafa Sayed caracterizadas por la tensión, el rencor y el odio.
La prensa francesa calificaba a Hadrami como el cerebro del Polisario y eso alimentaba con exceso el ego y el narcicismo de este siniestro personaje. Veía a Bachir como el único obstáculo para su sueño de ser el máximo dirigente del movimiento saharaui. Para realizar ese sueño tenía que apartar a Bachir de su camino. Para ello, empezó una vasta campaña de difamación contra él en los medios diplomáticos saharauis. Los dirigentes saharauis se vieron obligados a alejarlo de Argel, pero mantuvo sus ataques contra Bachir. Provocó los acontecimientos de 1988 y al no conseguir sus propósitos vendió su alma a Marruecos.
Desde su mansión en Rabat, Hadrami sigue, 25 años después, con la esperanza de poder atentar contra la unidad del pueblo saharaui utilizando el tribalismo como arma. Para conseguir este objetivo, de vez en cuando cuelga un artículo en el portal de ARSO dedicado a las opiniones saharauis. De hecho, pocas son las voces saharauis que ahí se expresan.
En sus escritos sigue patente su obsesión por los acontecimientos del 1988 y su odio por Bachir. Ejemplo de ello es el último artículo publicado en ARSO. Y escribe en francés como si quisiera revelar su identidad. Como es un soñador, al igual que sus amos del Majzén, quizás se imagina que aún tiene cierta popularidad entre los saharauis.
Ese artículo entra en el marco de la campaña que llevan a cabo los marroquíes en un momento crucial para el conflicto del Sáhara Occidental. Los traidores participan en la campaña porque ven que sus días están contados. Sus esperanzas de ver la resistencia saharauis doblegar se desvanecieron. Según fuentes de los territorios ocupados, un estado de nerviosismo se acaparó de ellos. Algunos de ellos, como Bachir Edkhil, estaban encargados de hacer relaciones de amistad con los medios españoles solidarios con el pueblo saharaui para tratar de insertar su veneno en ese círculo que constituye unos de sus grandes objetivos. Ahora que ven que los días de Marruecos en el Sáhara Occidental están contados se agitan. Están asustados. Sus privilegios ya no existirán sin el conflicto saharaui. Pasarán al basurero de la historia.
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